Entre Clases

Capítulo 1: Entre Estanterías

El silencio de la biblioteca era un refugio sagrado para Mar. Mientras otros se agolpaban en la cafetería o paseaban por los jardines de la universidad, ella encontraba en las páginas ajadas de los libros una especie de consuelo que nadie más parecía comprender. Las paredes cubiertas de estanterías, la tenue luz cálida que caía desde los ventanales, y el inconfundible olor a papel viejo eran todo lo que necesitaba para escapar del bullicio del mundo.

Aquella tarde no era diferente o al menos , eso aparentaba.

Mar se deslizó entre las hileras de estanterías, con una libreta contra su pecho y su mochila medio abierta, revelando bolígrafos de colores y post-its desordenados. Buscaba un libro de filosofía contemporánea que su profesora había mencionado de pasada, uno que no figuraba en la bibliografía oficial, pero que ella, inquieta y obsesiva como era, se había empeñado en encontrar.

Se detuvo frente a la sección D.67.3. Sus dedos rozaron el lomo de un ejemplar desgastado. Lo sacó con cuidado y lo hojeó, sintiendo la textura de las páginas como una especie de ritual. Sus ojos recorrían las palabras con la rapidez de quien ha pasado demasiadas horas sumergida en ideas ajenas. De pronto, una risita apagada rompió la quietud.

- Espera, me haces cosquillas.

Mar se quedó inmóvil. La risa provenía del otro lado de la estantería. Apenas un susurro, pero suficiente para congelarle la sangre. Sin pensarlo, se inclinó un poco, aguantando la respiración, y espió entre los huecos de los libros. Lo que vio la dejó sin palabras.

Melody, una chica, de cabello rubio platino, una de esas que siempre destacaban en los pasillos por su risa escandalosa y su uniforme perfectamente entallado, estaba acorralada contra los estante. Frente a ella, el nuevo profesor de Literatura, Señor Martin, que todas sus compañeras mencionaban por su aspecto "indecentemente atractivo", le hablaba en voz baja. El mismo profesor al que Mar no había podido evitar mirar un par de veces durante sus clases. Alto, elegante, con una mirada tan afilada como sus palabras.

- Shhh, alguien podría oírnos - dijo él, inclinándose peligrosamente.

La chica rio nerviosa, bajando la vista. Mar dio un paso atrás, queriendo desaparecer. No podía estar presenciando eso. Su corazón latía desbocado. No sabía si era por la escena en sí o por el miedo de ser descubierta.

Retrocedió un poco más, pero al hacerlo, su mochila mal cerrada se inclinó y un par de libros cayeron al suelo con un estruendo que pareció sacudir todo el edificio.

El silencio que siguió fue absoluto.

Mar se quedó paralizada, como si su cuerpo se negara a reaccionar. Solo cuando escuchó el crujido de pasos acercándose al otro lado del pasillo, despertó de su trance. Recogió su mochila a medias y salió corriendo entre los pasillos, esquivando mesas, intentando no mirar atrás.

—¡Eh! ¡Espera! —gritó el Sr. Martin .

No se detuvo. Bajó las escaleras de la biblioteca a toda velocidad y cruzó el pasillo como una ráfaga. No sabía hacia dónde corría, solo que tenía que alejarse. Su respiración era entrecortada, su mente, un caos de pensamientos contradictorios: ¿Qué estaban haciendo? ¿Fue lo que pensó? ¿La vieron? ¿La reconocerían?

Fue en el tercer piso cuando una mano le sujetó el brazo.

—¿Adónde crees que vas?

Mar se giró con violencia, dispuesta a defenderse, pero se topó con la fría mirada del profesor.

El corazón le dio un vuelco.

—S-señor... Martin —balbuceó, intentando zafarse—. Yo... yo no vi nada, lo juro.

Él no dijo nada. La observó en silencio, con una expresión que no supo leer. No era ira. Tampoco preocupación. Era algo más frío. Más calculador.

—¿Y por qué correrías si no viste nada?

La lógica de la pregunta la desarmó. Bajó la mirada, sintiéndose atrapada.

- Fue un error. No quería... no me di cuenta. Solo buscaba un libro- murmuró, sin levantar la vista.

Él la soltó, pero no se movió. La tensión entre ambos era densa, como si la atmósfera misma se hubiera contraído.

- Usted es la señorita Miller, ¿cierto? - menciona como si acabara de recordarlo.

Ella asintió temblorosa

- Muy aplicada. Siempre en primera fila. Siempre tan... correcta.

Lo ultimo lo dijo con burla, lo que le hizo sentir una punzada de vergüenza. Como si fuera una niña ingenua a la que acababa de descubrir en un juego de adultos.

- ¿Qué... qué va a hacer? - su pregunta apenas fue audible, lo suficiente para que el profesor sonriera con burla y frialdad.

- Eso depende de usted.

Con delicadeza, le acomodo un mechón de cabello tras la oreja, provocándole un escalofrió.

Rápidamente se aparto de él.

- Yo... yo debo irme.

Sin mirar atrás escapo la más rápido que pudo, esta vez sin ser detenida.

Esa noche, Mar no pudo dormir. El recuerdo de la escena en la biblioteca la perseguía como una sombra. Cada vez que cerraba los ojos, revivía los segundos exactos en que él la había sujetado. No con violencia, pero con firmeza. Como si tuviera control sobre todo, incluso sobre el aire que respiraba.

¿Debería contarle a alguien? ¿A dirección? ¿A su madre? ¿A Tefi?

No.

Nadie le creería. Era el nuevo profesor estrella. Carismático, elocuente, con una sonrisa que encantaba tanto a colegas como a alumnas. ¿Y ella? Una chica tímida, encerrada en libros, con cero vida social.

Al día siguiente, trató de actuar con normalidad. Se sentó en su lugar habitual, sacó sus apuntes, y se repitió mentalmente que nada iba a pasar.

Pero cuando él entró al salón, y sus ojos la buscaron entre todos los presentes, supo que estaba equivocada.

El profesor escribió su nombre en el pizarrón, como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, cada palabra que decía, cada pausa en su voz, parecía dirigida a ella. Como si solo ellos dos compartieran un código secreto.

- El conocimiento no siempre se encuentra en los libros. - dijo en un momento - A veces, se aprende más entre líneas. O entre estantes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.