Después de clases, llegué a mi casa, me tomé un baño porque estaba cansada, comí algo, y mientras hacía mi tarea, no podía dejar de pensar en él. ¿Algún día se atrevería a hablarme? ¿Dejaríamos de ser dos extraños mirándose a lo lejos? Dejé el bolígrafo sobre la mesa y me estiré en la silla, intentando despejar mi mente. Suspiro. “Ya, Valentina, deja de pensar en él”, me digo por décima vez en el día. Pero justo en ese momento, mi teléfono vibra, y mi corazón da un brinco antes de que pueda ver la pantalla.
“Hey, jajaja. Sé que suena raro, pero encontré tu Instagram en ‘personas que tal vez conozcas’ y también quería decirte que te veías hermosa. Y si no estás ocupada el lunes, ¿quieres hablar conmigo?”
Editado: 03.03.2025