Si varias Bifurcaciones del mismo ser se encuentran juntas
por mucho tiempo el "Yo Cuantico" que las conecta
comenzara a sincronizarlas a todas.
Primero apareció un destello de luz, seguido del tic tac de un reloj que se aceleró hasta que un portal celeste se abrió. Su composición parecía ser la de un cristal duro y en sus bordes podía verse un universo oscuro y lleno de estrellas. Se trataba de un Puente Einsten Russell. Un agujero de gusano que se abre entre dos puntos del espacio-tiempo.
Los Relojes Prometeus utilizan cristales de Quita Esencia para poder abrirlos a cualquier punto del Multiverso y estos suelen tener el tamaño de una puerta, solo que este no fue el caso. El portal que se abrió era mucho más ancho, similar al portón de una cochera, esto se debía a que quienes iban a pasar no entrarían por el si fuera del tamaño de una puerta normal.
Dos robustos Escoltas lo cruzaron, cada uno levantaba un brazo de un prisionero y al llegar al lugar lo arrojaron para allí. Con su trabajo cumplido dieron media vuelta para irse por donde llegaron y el portal se cerró a sus espaldas, abandonando al prisionero en un espacio casi totalmente a oscuras.
Se trataba de un Portador de Tecnología Oracle de cabello corto color rojo y brillantes ojos verdes como esmeralda, los robots lo tiraron con fuerza al suelo y eso le hubiera generado moretones a alguien orgánico. Pero Julián ya no lo era, debajo de su piel falsa se encontraba un exoesqueleto metálico y casi indestructible, había perdido su humanidad al fusionarse con una Llave Centient y volverse el Cuarto Portador de OCCI. Ahora era más un androide que otra cosa y su aplicación le permitía duplicarse, crear clones ciborgs de sí mismo.
Julián se encontraba cansado por todo por lo que acababa de pasar, no tenía fuerzas ni ganas de levantarse en ese momento, así que se quedó en el suelo por un segundo. El lugar era demasiado oscuro y el suelo parecía ser de cristal ya que reflejaba muy tenuemente su figura, ver su rostro lo lastimó todavía más: cerró sus ojos arrugando sus cachetes y formó puños con fuerza en sus manos. –Lo siento mucho Noah, era la única salida.
En su cerebro todavía se encontraba fresco el recuerdo de lo que acababa de vivir. Se encontraba en un juicio por sus acciones y aunque no estaba en muchos aprietos, como le dijo la chica con cabello de nube, la situación no era la misma para su mejor amigo quien se había resistido al arresto y amenazado a un agente. –No había otra opción, aunque ahora me odies –se dijo a sí mismo.
Claramente su mejor amigo estaba muy enfadado con él ahora, pero era inevitable y también lo mejor. Para que Noah no fuera ejecutado Julián se ofreció a hacer trabajo forzado a cambio de que dejaran a su amigo de regreso en su realidad azotada por una catástrofe, era feo, pero a su vez lo mejor que pudo conseguir para él. Su máquina del tiempo ya no funcionaba así que no tenía que preocuparse de que vaya a buscarlo, y quizás ni siquiera muera ya que Aidana y Valeria (la Segunda y Tercera Portadora) seguían vivas en su universo y de seguro lo protegerían.
Al volverse un androide y tener una Matriz de Procesamiento en su cerebro el Cuarto Portador ya no podía sentir emociones, pero aun así podía recordarlas y eso igual le provocaba un falso dolor muy real para él. Un lamento, había fallado su tarea como un objeto de OCCI al proteger a la humanidad y en su desesperado intento de regresar al pasado para arreglar todo solo descubrió que empeoraría todo aún más. –¿Acaso todo lo que hago está mal? ¿No hay nada que pueda hacer que este bien? –Su cuerpo todavía imitaba al de un ser humano, por lo que podría forzarse a llorar y de esa forma quizás desahogarse un poco.
Sin embargo, antes de lograr llegar a ese estado de tristeza necesario se distrajo porque sus sentidos mejorados se percataron de algo. Y al instante de hacerlo una voz femenina habló. –¿Intervenimos o dejamos que se lamente un poco más?
Le siguió la voz de un niño. –Que se desahogue.
Concluyó la voz de una mujer, pero distinta a la anterior, esta sonaba un poco molesta y no comprensible como la de hace rato. –Ya fue suficiente, tenemos trabajo que hacer. –Seguido a esas palabras escuchó pasos, unos tacones provocaban un eco en el lugar completamente oscuro y detectó la presencia de alguien que hace un momento no estaba allí.
Ofuscado Julián levantó la mirada hacia el frente, de donde provenían los pasos y repentinamente decenas de pequeñas esferas aparecieron por todos lados. Estas eran del tamaño de una mano y brillaban con una tenue luz amarilla iluminando todo lo que le rodeaba; de esa forma logró confirmar una cosa, el suelo donde estaba parado era de un cristal negro reflectante, pero más bien parecía ser un solo bloque negro que se extendía hasta el infinito, no tenía cortes ni uniones en ningún lugar.
–Así que tú eres el nuevo –le habló esa segunda voz de una mujer. Lo primero que pudo ver estando arrodillado eran sus pies, brillantes tacones negros como el suelo y por arriba unos pantalones de un traje de negocios también negro.
El Cuarto Portador levantó la mirada y se topó con una figura esbelta, caderas anchas y senos algo más inflados que el promedio. Todo eso oculto debajo de un traje apretado negro muy elegante y con una corbata negra sobre una camisa blanca y un chaleco negro abotonado. Para concluir solo quedaba el rostro de esta mujer, que junto a sus manos era la única piel que mostraba. –Soy la Supervisora –habló la mujer morena: su cabello celeste estaba atado en una cola de caballo y tenía un visor negro cubriendo sus ojos y rodeando su cabeza–. Te lo deben haber dicho en el juicio, pero ahora estas en el Sector de Registros Domus Tiberianae. Aquí vas a cumplir tu condena trabajando.
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Editado: 26.01.2024