A Sirio 0032.1+1808 no solo le resultaba chistoso tener que alimentarse y encima después evacuar esas cosas en otro estado, sino que a esta lista también podría agregarse el hecho de tener que dormir. Era tan tonto que llegaba a ser gracioso, a pesar de comer el cuerpo se agota de todas formas y debe reposar, pero cuando acaba esta tarea uno esta tan cómodo en la cama que no quiere levantarse. Es algo tan contradictorio.
De todas formas le resultó muy placentero ese trabajo de tener que estirarse para despertar a las extremidades por lo que lo volvió a hacer, solo que en esta ocasión apenas pudo levantar ambos pies cuando soltó un grito. El dolor también era otra cosa extraña, cuando lo sentía lo único que quería era dejar de hacerlo y por ese motivo sus piernas no se levantaron mucho.
En cambio, intentó hacerlo con los brazos, los levantó un poco y los pectorales empezaron a dolerle mucho también por lo que se detuvo <No comprendo> se dijo la entidad a sí misma. Realizar el más mínimo movimiento le provocaba un punzante dolor, no era extremo pero si molesto, le limitaría hacer muchas cosas. –No tiene sentido.
Fue entonces que su reflejo comenzó a hablarle desde una de las barras de metal blancas a su lado, la conciencia original del cuerpo parecía estar feliz. –Que sorpresa, eso significa que el entrenamiento hizo efecto. Pensé que no llegaría a quemar los músculos con la rutina.
–Claro, esto tiene que ser una jugarreta tuya –le recriminó el usuario del cuerpo–. Lamento decirte que tampoco servirá de nada.
–En realidad ese no es el caso. –A Sirio le pareció extraño que Lautaro le fuera sincero, podía sentir dentro de su cerebro que sí lo era–. Así que deja de llorar y levántate, hay que buscar el celular que debe estar enterrado en el cadáver.
El usuario del cuerpo movió su cabeza de un lado a otro con un gesto de sufrimiento. –No, no, no. Me duele moverme. –Su problema era tal que ni siquiera la antena de carne estaba parada entre sus piernas. De seguro no tenía energías, aunque le parecía extraño porque no la había ejercitado.
–La mamá va a sospechar si seguimos sin tenerlo.
–Podrías haberme dicho que se lo sacara antes de que lo enterrara.
–No se me pasó por la mente, estaba más ocupado pensando en que ¡Me acababan de robar el cuerpo! Imbécil.
Sirio chasqueó la lengua y en contra de las señales que le daba el cuerpo se vio obligado a levantarse, impulsarse con los brazos para arriba, detenerse antes de golpear su cabeza con la cama de arriba y girar a un costado para sentarse en el colchón. Con cada una de esas simples acciones los músculos de sus piernas, brazos y demás le decían que se detuviera y a eso él lo hacía saber en voz alta.
Cada acción que realizaba venia acompañada de un. –Auch, auch, auch. –Eso siguió incluso cuando fue a la cocina: puso el agua a hervir en la pava eléctrica, sacó un saquito de té para colocarlo en una taza y así prosiguió–. Acepto todas las experiencias que vienen con tener un cuerpo mortal, pero esta no me está gustando. –se dijo mientras observaba por la puerta de la cocina una pala reposando contra una pared en el patio trasero.
–Y usa tus capacidades para cambiar eso –le aconsejó el reflejo de su rostro en la taza llena de té.
–Entonces ya no estaría viviendo la experiencia –contestó con un tono de obviedad mientras humo saliendo de la taza en su mano.
En frente de la casa donde vive Lautaro se encuentra una pequeña plaza y a la izquierda, donde las calles son de tierra, una gran barrera de densos arboles oculta el paso a una zona tomada por la naturaleza, donde los yuyos y los insectos predominan.
Es en este lugar donde las plantas y raíces se apoderaron de los restos de una casa, era pequeña, una construcción anterior al barrio de un lado. La pintura blanca de las paredes estaba casi totalmente caída dejando ver los ladrillos y ninguna de las cuatro paredes se encontraba completa.
Dos paredes casi completamente caídas se unían en una esquina, recostado en ese lugar estaba oculto una ciber armadura futurista y apagada, se habían utilizado muchas ramas de árboles llenas de hojas para intentar ocultarla aunque en si el hecho de todas esas ramas tiradas en la esquina podrían llamar más la atención en vez de desviarla.
En la tierra debajo de la armadura metálica es donde se había ocultado un secreto que ahora estaba saliendo a la luz nuevamente. –Que difícil es hacer cualquier cosa con el cuerpo en este estado –comentó el usuario del cuerpo dejando caer una pala al suelo.
Luego de haber hecho ejercicio el día anterior ahora hacer tal fuerza como clavar una pala para excavar le provocaba un dolor punzante insoportable, esto podía notarse en el hecho de que a Sirio le costó el triple de tiempo desenterrar al cuerpo si lo comparaba con el tiempo que le llevó enterrarlo.
Un feo olor rondaba por los alrededores de la casa en ruinas, pero con cada palada el nauseabundo aroma no hacía más que acrecentarse. Esto provocó que la nariz del cuerpo se arrugara y su boca se desfigurara, se trataba de un movimiento involuntario provocado más por la conciencia encerrada que del portador actual del cuerpo.
–Cúbrete la nariz con algo, no se soporta el aroma. También evita tocar lo más que puedas el cuerpo.
Sirio blanqueó los ojos e hizo caso, se levantó el cuello de la remera para taparse la nariz y se colocó dos guantes de plástico descartables que sacó de una caja en el quincho del patio del fondo. –Esta bien, pero cuando has viajado por incontables universos por decenas de milenios te acostumbras al olor de cualquier cosa.
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Editado: 26.01.2024