Después de unos segundos fue que Alejandro abrió los ojos, rápidamente se percató de que se encontraba de rodillas en la entrada de su casa y con una mano en el estómago: todo su organismo estaba acelerado, sus pulmones trabajando al máximo y sus pupilas achicadas moviéndose desesperadamente de un lado a otro.
El muchacho podía sentir el sudor caer por su frente debido a algo extraño que acababa de pasar. –¿Pero qué…? –Por un momento había perdido la conciencia, como si el control de su cuerpo le fuera arrebatado. En ese pequeño momento se encontraba como con una laguna vacía dentro de su cabeza.
Su cuerpo aún mantenía ganas de vomitar, similar a tener un extraño parasito gestándose dentro de su estómago y que proclama salir. A él no le gusta vomitar por lo que dejar salir todo eso del interior de su cuerpo sería algo que no permitiría, en su lugar les exigió todavía más a sus pulmones para respirar grandes bocanadas de aire por la boca hasta calmarse.
Giró su cabeza para un costado y se encontró su billetera de cuero negra tirada a un costado, estaba abierta y a pesar de mantener todas las tarjetas identificación y demás no poseía dinero, algo raro porque Alejandro acababa de guardarle mucha plata. –No tengo tiempo para esto.
Con lentitud y cuidado de no revolver su estómago se puso de pie. –Voy a cancelar la salida con los chicos hoy, no me siento bien. –Despacio y seguro buscó las llaves de su casa en el pantalón para volver a abrir la puerta mientras que en su otra mano tenía la billetera.
Al abrir la puerta el ambiente frio gracias al aire acondicionado se salió un poco, a los costados de la entrada se hallaban mesas de madera con caros jarrones y de las paredes colgaban pinturas originales hechas con técnicas innovadoras. Pero todo eso no le importaba al joven que caminaba lentamente hacia el living dentro, allí se encontraban dos de sus hermanas y su madre.
–Creo que regresaste un poco antes –se burló una de ellas dejando de pintar un dibujo, era la menor de todos los hermanos.
Al no recibir respuesta su madre, que estaba en el celular, se preocupó por lo que levantó la mirada. Hace un segundo todo estaba bien y ahora su hijo sudaba y estaba acelerado como si hubiera corrido un maratón o algo muy malo estuviera pasando dentro de su cuerpo.
En un instante ella se levantó para ir a ayudarlo. –Querido ¿estás bien? –ella agarró el brazo de su hijo para pasarlo detrás de su cuello y ayudarlo a caminar.
–Creo que al final no saldré con los chicos hoy.
Su hermana menor se acercó a él para tomar sus llaves y billetera y dejarlas sobre la mesa, pero esta última estaba abierta. –¿Y qué le pasó a todo el dinero que te dio mamá?
–No hay tiempo para eso –contestó Alejandro con un tono molesto, por la situación era obvio que no era más importante en este momento.
Sin embargo, ese comentario repercutió con fuerza dentro de la mente de la mujer. Ella procedió a soltarlo y mirarlo fijamente. –¿Este es otro de tus engaños? –Tenía ambos brazos cruzados–. Te acabo de dar un montón de dinero ¿Qué le ocurrió?
–No lo sé.
–¿No lo sabes dices? Ni siquiera saliste del patio de la casa Ale.
–No me siento bien para esto ahora mamá, por favor. Mañana lo busco.
Su madre arrugó el entrecejo. –No puedo creerlo ¿perdiste el dinero, verdad? ¿Por eso ya no vas a salir con tus amigos? Otra vez perdiste un montón de dinero y esta vez ni siquiera saliste de la casa. –Sin dejarlo objetar nada, tampoco es como si pudiera por su situación actual, su madre se dio media vuelta para acercarse de regreso a la mesa–. Estoy cansada, no ¡Estoy harta! De que no sepas valorar el dinero que te doy y por el que me rompo la espalda para conseguir.
–Mamá…
–¡Nada! Desde mañana Alejandro vas a tener que buscar un trabajo si quieres tener dinero.
Ignorando por completo el estado de su hijo la madre regresó a la pantalla de su celular y ahora él tenía que sostenerse de las paredes para regresar por su cuenta a su habitación. –Mamá usó tu nombre completo, esta vez sí está molesta –le susurró su hermana del medio viendo todo desde la mesa.
Alejandro se limitó a blanquear los ojos y chasquear la lengua para seguir de camino a su cuarto, ni siquiera tenía las energías para comenzar a discutir con su hermana ahora. Algo muy extraño le acababa de ocurrir y no sabía que fue.
-----O-----
Al despertar en la mañana siguiente sin duda fue muy reconfortante para Alejandro saber que ya no se sentía mal, su sistema respiratorio estaba tranquilo, no sudaba y la sensación de mareos había desaparecido. Como suele hacer a la mañana antes siquiera de levantarse primero tomó su celular para ponerse al día con todo lo que ocurrió en diferentes redes sociales.
Estuvo actualizándose de la situación, observó historias en Instagram de la salida de ayer a la noche a la que no pudo ir con sus amigos, estuvo así un rato hasta que su madre entró en la habitación. Habló con una voz baja y un semblante preocupado. –Buenos días hijo ¿Te sientes mejor?
–Sí, eso creo –contestó con una sonrisa.
–Qué suerte eso. Entonces apresúrate en desayunar y ayuda a tus hermanas a limpiar el jardín de adelante. –Sin nada más que decir ella salió del cuarto haciendo desaparecer en el proceso la sonrisa de su hijo.
Mientras que su hermana menor sostenía una gran bolsa de plástico negro él se encontraba recogiendo toda la basura y hojas secas esparcidas por el jardín para tirarlas dentro. –En serio eres demasiado tonto como para haber perdido todo ese dinero –le dijo ella burlándose.
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Editado: 26.01.2024