Mientras los músculos de mi cuerpo daban más de lo máximo para correr podía notar algo extraño en el entorno que me rodeaba: las flores, los árboles, hasta incluso el pasto, toda forma de vida que me rodeaba parecía estar triste. El ambiente se asemejaba al que se puede encontrar en un velorio, parecía como si algo del planeta hubiera muerto y todo lo vivo lamentara su perdida; incluso lo que parecía no estar vivo porque, contradiciendo a los meteorólogos, gotas de agua comenzaron a caer del cielo nocturno.
El mundo había perdido un poco de su color, de su luz.
Con cada paso que daba me alejaba más de la plaza donde todo había ocurrido, mi cuerpo empezaba a pagar la factura de no tener una tan buena condición física y estaba siendo llevado al máximo. A pesar de haber visto de lo que era capaz ese parasito alienígena de todas formas mi corrida desaceleró cuando más señales de civilización aparecieron, el sonido del motor de los autos por la calle y las personas sorprendidas por la repentina lluvia de noche se hicieron notar.
Podía sentir las gotas de agua impactar contra mi piel y cabello, pero me daban totalmente igual, era de lo que menos podía preocuparme en este momento. Dejé de correr cuando llegue a una esquina, el semáforo estaba en verde y los autos pasaban a toda velocidad por la calle a pocos centímetros delante de mí; entonces fue que caí en cuenta de todo.
A pesar de tener la respiración acelerada de todas formas me vi en la obligación de hablar en vez de pensar, creía que quizás si mis oídos escuchaban lo ocurrido podría procesarlo mejor. –Ella dijo que terminaríamos en la otra punta del universo, nunca me dijo esa parte de su plan, de ser un sacrificio.
Cuando me dijo lo que planeaba sonaba tan sincera, le había creído totalmente. –Solo fui la carnada para que pudiera pescar. –Aquella entidad de energía divina autodenominada Guardiana de la Tierra iba a matarme sin titubear–. Pero no puedo sentirme enojada con ella. –Observé mi mano mojándose con la lluvia.
Aun con este clima una mariposa de alas verde lima se posó en mi mano, me sorprendió que ocurriera eso por lo que sacudí mi palma para que se fuera volando por donde vino. Un flash pasó por mi mente, el recuerdo de esa masa negra llena de ojos y bocas devorándola viva. –¿Me da pena su muerte? ¿Por eso no puedo odiarla?
Entre la lluvia y la noche toda la ciudad no solo estaba algo a oscuras, sino que también las luces se veían un poco borrosas, aun así, pude notar que la luz del semáforo cambió a rojo por lo que pude cruzar, solo que tuve que tener cuidado porque un charco de agua ya se estaba formando en el cordón de la calle.
Esta vez no seguí corriendo, realmente estaba muy agitada y con pocas energías, así que solo seguí caminando ¿pero hacia dónde iría? –Ahora que ese parasito sabe que se la verdad ¿vendrá por mí? No puedo ir al hospital con mi familia ni regresar a casa por las dudas. –Tuve otro recuerdo de lo que acababa de suceder en la plaza–. Incluso parecía que me estaba protegiendo ¿realmente me mataría?
Mis pasos eran incluso más lentos de lo habitual debido a mi cansancio, me lleve ambas manos a la cabeza. –¿Qué se supone que debo hacer ahora? –Para mi sorpresa otra mariposa más apareció, sus alas eran de color amarillo y parecía expulsar un tenue brillo o luz blanquecina.
La preocupación que sentía se desvaneció al verla. –Que raro, debería refugiarse de la lluvia en las flores ¿Qué hace volando por aquí? –Realmente eso no tenía sentido, pero hubo tantas cosas que no tuvieron sentido hoy que criticar una más, e insignificante, no serviría de nada.
Fue entonces que otra mariposa más apareció, y otra, y otra, y otra. En medio de las gotas de la noche todas volaban tranquilamente, sus alas variaban entre amarillo y verde lima y todas expulsaban una pequeña luz blanca como si fueran luciérnagas. No parecían estar siguiendo un rumbo específico sino solo volar a mí alrededor.
Cada vez todo me parecía más extraño. Observé mis manos mojadas, aun con todo el miedo y terror que sentí estando sobre ese árbol, ahora no sentía nada. O mejor dicho, podía sentir todas las emociones dentro de mi cuerpo pero no las expresaba, como si las tuviera completamente bajo control. Mis manos ya no temblaban del miedo, ya no estaba paralizada ni asustada, incluso ahora estaba pensando con tranquilidad las cosas sin estar en blanco.
–Jade. –Una voz repentina llamó mi atención, el susto apareció dentro de mi pecho pero no salió al exterior haciéndome sobresaltar del miedo o acelerando mi corazón asustada; estaban bajo control.
Dirigí mis ojos hasta el origen de quien dijo mi nombre, se trataba de una persona intentando protegerse de la lluvia bajo unos árboles plantados a un costado de la vereda. No podía verlo bien, en parte por la oscuridad y en parte porque esa persona parecía ocultarse de mí, como si tuviera miedo.
Como si las mariposas luciérnagas entendieran mis pensamientos se acercaron al árbol con la persona para iluminar un poco y pude notar de quien se trataba: esa figura esbelta, pelo negro corto, collar de cadenas. –¿Alejandro? Qué raro ¿Qué estás haciendo aquí?
–Te estaba buscando –contestó él. Sonaba asustado.
–¿Está todo bien? –Quise acercarme a él pero en el instante en que moví un pie su cuerpo se alejó un paso, entonces entendí que quería mantener su distancia.
–Me temo que no. –Observó sus manos como si fueran las de un monstruo–.No sé cómo explicarlo o como ocurrió. Pasamos poco tiempo juntos pero fue realmente espectacular y maravilloso, por eso quería hacer esto en persona. Aunque sea verte una vez más.
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Editado: 26.01.2024