El cielo de Inverbrae estaba cubierto de estrellas, y Sebastián caminaba solo por la colina detrás del pueblo.
La brisa fresca de la noche le acariciaba el rostro, y cada sonido del bosque le recordaba los momentos compartidos con Tomás.
Pensó en Elena, en cómo Tomás la miraba y sonreía, y sintió ese dolor familiar en el pecho.
“Debo decirlo pronto… antes de que sea demasiado tarde.”
Se sentó en la roca del lago, mirando las estrellas reflejadas en el agua.
Sacó su cuaderno y escribió:
“Cada estrella me recuerda a ti.
Cada silencio que guardo me quema por dentro.
Mañana… debo ser valiente.”
La noche estaba en calma, pero en su corazón, una tormenta de emociones lo preparaba para el día siguiente.
#4788 en Novela romántica
#1715 en Otros
#334 en Relatos cortos
amor lgbt, amistad profunda y verdadera, valentía para expresar sentimientos
Editado: 25.10.2025