Entre Copas y Letras

VI. Latidos en el Umbral

Mariana estaba recostada en el viejo sillón de su sala, jugando distraídamente con una botella vacía que rodaba entre sus manos. El silencio de la noche parecía más pesado de lo habitual, pero no era el ambiente lo que le incomodaba, sino los pensamientos que no dejaban de rondar su cabeza. Una y otra vez, volvía al encuentro con Camila en la librería. El tono burlón de su propia voz resonaba en su mente: "¿Quieres que te muestre cómo se hace de verdad?".

Se revolvió en el asiento, inquieta. No podía entender por qué había dicho eso. No era ella... o al menos, no quería serlo con Camila. Algo en aquella mujer la descolocaba. Camila parecía tan segura de sí misma y, al mismo tiempo, tan vulnerable. Y esa combinación había hecho que Mariana se sintiera incómoda... tal vez porque, en el fondo, le recordaba algo de sí misma.
"¿Por qué tuve que ser tan cruel?", se dijo en silencio, soltando un suspiro largo. Camila no lo merecía, y aunque no le gustaba admitirlo, las palabras que le lanzó con sarcasmo eran más por sus propios miedos que por una auténtica crítica a la escritora. Pero lo que más la perturbaba era el sentimiento de culpa que se había asentado en su pecho desde que Camila había salido casi corriendo de la librería.

Mariana dio un largo trago de su cerveza, pero el amargor de la bebida no ayudó a calmar el remordimiento. Sabía que tenía que hacer algo al respecto, pero no era buena pidiendo disculpas. Siempre había sido la "chica dura", la que se refugiaba en el sarcasmo y la indiferencia. ¿Cómo se suponía que ahora le pediría perdón a alguien que había herido, especialmente a Camila?

La noche avanzaba, y el sueño no llegaba. Mariana decidió que al día siguiente haría algo al respecto, aunque no sabía bien qué. De alguna manera, tendría que hablar con Camila.

A la mañana siguiente, Mariana salió más temprano de lo habitual. No quería darle más vueltas al asunto. Se dirigió directamente a una pequeña tienda de artesanías del pueblo, una de las pocas que todavía tenía el encanto de lo artesanal en un mundo donde todo parecía fabricado en masa. Sabía que allí trabajaba Ana, la hermana de Camila, y aunque no estaba completamente segura de que esa fuera la mejor idea, necesitaba encontrar la forma de hablar con Camila.

Al llegar, una campanita sonó cuando abrió la puerta. El aroma a madera tallada y pintura fresca la envolvió. Ana estaba detrás del mostrador, organizando unos frascos de vidrio con delicados dibujos hechos a mano.

—Buenos días —dijo Ana sin levantar mucho la vista, concentrada en su trabajo.
Mariana se aclaró la garganta, insegura por un segundo. No estaba acostumbrada a esta sensación de... vulnerabilidad.
—Hola, Ana... —empezó a decir, y Ana levantó la vista, claramente sorprendida al verla allí.
—Vaya, no esperaba verte aquí. ¿Necesitas algo? —preguntó Ana, con una ligera sonrisa de curiosidad.
Mariana dudó un momento. No era fácil para ella, pero sabía que tenía que hacerlo.
—Necesito... hablar con Camila —dijo finalmente, tratando de sonar casual, aunque su voz traicionaba cierta incomodidad.
Ana frunció el ceño, cruzando los brazos. Sabía que entre Camila y Mariana no había una relación precisamente amigable, y no estaba dispuesta a facilitarle las cosas.
—¿Por qué? —preguntó Ana, con un tono inquisitivo.
Mariana suspiró, mirando a su alrededor como si las palabras pudieran estar escondidas en algún rincón de la tienda.
—Porque creo que ayer me pasé. Dije cosas que no debí decirle, y... quiero disculparme.
Ana la observó con detenimiento. Mariana no era del tipo de persona que pedía disculpas fácilmente, y eso le hizo pensar que tal vez había algo más detrás de todo esto. Pero aún así, no iba a ceder tan fácilmente.
—No voy a darte su número, si eso es lo que quieres —respondió Ana con firmeza.
Mariana asintió, ya lo esperaba. No había esperado que fuera tan fácil, pero no pudo evitar sentir una pequeña punzada de decepción.
—Lo entiendo... —dijo, girando ligeramente hacia la puerta. Tal vez había sido un error venir. Ella no sabía cómo manejar este tipo de situaciones. Nunca había sido buena para acercarse a las personas cuando se trataba de algo más profundo.

Pero Ana notó algo en la expresión de Mariana, algo que no había visto antes: tristeza. Un ligero gesto de desánimo cruzó el rostro de la dueña del bar. Y fue eso lo que la hizo cambiar de opinión. No estaba acostumbrada a ver a Mariana así, y había algo genuino en su petición, algo que la hizo reconsiderar.

—Mira... —comenzó Ana, suavizando un poco su tono—. No te voy a dar su número, pero sé que está en casa. Si de verdad quieres disculparte, ve y habla con ella directamente. No creo que te rechace.
Mariana levantó la mirada con sorpresa. No esperaba esa respuesta, pero tampoco podía desaprovechar la oportunidad.
—Gracias —dijo, con una leve sonrisa de gratitud, y se dirigió a la puerta.
Ana la observó salir, con cierta curiosidad. No estaba segura de lo que iba a pasar entre Camila y Mariana, pero algo le decía que esa historia apenas estaba comenzando.

Mariana caminó por las calles del pueblo con la cabeza llena de pensamientos. Se preguntaba si realmente era lo correcto. ¿Qué si Camila no quería escucharla? O peor aún, ¿qué si la hacía sentir aún peor? Pero sabía que no podía quedarse con esa sensación en el pecho. Tenía que intentarlo, aunque el orgullo la empujara en la dirección contraria.
Llegó frente a la casa de los padres de Camila, un lugar que parecía tan cálido y acogedor como la familia que lo habitaba. Respiró hondo, y antes de poder pensar en echarse atrás, golpeó la puerta.

El sonido resonó en su mente como una sentencia. Ahora no había vuelta atrás
Camila abrió la puerta y se quedó helada al ver quién estaba del otro lado. Allí, de pie, en la entrada de su casa, estaba Mariana, con esa expresión segura que siempre la acompañaba. El corazón de Camila dio un vuelco, no tanto por la sorpresa de ver a Mariana, sino porque no esperaba enfrentarse a ella tan pronto después de lo que había sucedido en la librería.



#2764 en Novela romántica

En el texto hay: romance, lesbica, lgbt+

Editado: 17.02.2025

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