El reino de Cupido, normalmente vibrante y lleno de energía, se encontraba envuelto en una calma inusual. Los bosques de deseos y las praderas de amor estaban en un estado de serena quietud, reflejo del torbellino emocional que Cupido estaba enfrentando. La reciente visita al reino de Thanatos había dejado una marca profunda en él, y los sentimientos que surgieron a partir de esa experiencia estaban provocando una serie de conflictos internos.
La Dualidad de los Sentimientos
Desde su regreso de la visita a Thanatos, Cupido no podía dejar de pensar en su relación con el dios de la Muerte. La conexión que habían compartido había revelado una faceta nueva de Thanatos que Cupido no había visto antes. La serenidad y la dignidad con las que Thanatos manejaba su deber de guiar las almas habían resonado profundamente en Cupido, y una atracción inesperada había comenzado a florecer en su corazón.
Sin embargo, el deber que Cupido sentía como dios del amor era una carga constante. Su responsabilidad de fomentar y proteger el amor en los corazones de los mortales no era simplemente una tarea; era la esencia de su existencia. La idea de permitir que sus sentimientos personales influyeran en su trabajo le resultaba inquietante. El amor era su dominio, y cualquier distracción podía tener consecuencias impredecibles.
La Confusión de Cupido
En una de las praderas de su reino, donde las flores brillaban con una luz cálida y suave, Cupido se encontraba sentado en una piedra, con la cabeza entre las manos. Las flechas y corazones dorados que solían ser una fuente de alegría ahora parecían distantes e inalcanzables. La confusión que sentía le impedía concentrarse en su trabajo, y la preocupación de cómo sus sentimientos podrían afectar a su función divina era abrumadora.
“¿Qué estoy haciendo?” murmuró Cupido para sí mismo. “Siento algo por Thanatos, algo que va más allá de la admiración profesional. Pero si dejo que estos sentimientos interfieran, ¿acaso no estoy comprometiendo el amor que debería guiar?”
Las preguntas se repetían en su mente como ecos en un vacío. La complejidad de sus sentimientos lo hacía dudar de sí mismo y de su propósito. Cada vez que pensaba en Thanatos, no podía evitar sonreír, pero esa misma sonrisa se desvanecía rápidamente al recordar su deber.
El Encuentro con el Destino
Mientras luchaba con sus emociones, Cupido decidió buscar consejo en un lugar que había sido su refugio en tiempos de incertidumbre: el Lago de los Destinos. Este lago mágico contenía las visiones de posibles futuros y estaba rodeado de un aura de sabiduría y claridad. Cupido se acercó al lago, esperando encontrar respuestas a sus preguntas internas.
Cuando Cupido se asomó al lago, vio reflejadas las imágenes de amores pasados y futuros, y entre ellos, una imagen de él y Thanatos, juntos en un momento de paz y entendimiento. La visión le mostró una posible realidad donde ambos dioses compartían una conexión profunda y significativa, sin que eso comprometiera sus respectivos deberes.
“Quizás,” pensó Cupido, “hay una forma de equilibrar lo que siento con lo que hago. ¿Es posible que mis sentimientos por Thanatos puedan coexistir con mi deber de dios del amor?”
El Consejo de los Sabios
Decidido a obtener una perspectiva externa, Cupido buscó el consejo de los Sabios del Amor, antiguos guardianes de la magia amorosa que residían en su reino. Estos sabios, con su sabiduría y experiencia, podrían ofrecerle la orientación que necesitaba.
Los sabios estaban reunidos en un círculo en el Gran Templo del Amor, un lugar sagrado lleno de luz dorada y armonía. Cuando Cupido se presentó, los sabios lo recibieron con una mezcla de preocupación y comprensión.
“Sabios del Amor,” comenzó Cupido, “me encuentro en medio de un conflicto interno. Mis sentimientos hacia Thanatos están interfiriendo con mi deber como dios del amor. ¿Cómo puedo manejar esta situación sin comprometer mi responsabilidad?”
Uno de los sabios, de larga barba y mirada profunda, habló en nombre de los demás. “El amor es una fuerza poderosa, Cupido, y no siempre se manifiesta de manera simple. Los sentimientos que tienes hacia Thanatos no son una debilidad, sino una expresión de tu propia capacidad para conectar y sentir. Lo importante es encontrar un equilibrio que permita que ambos aspectos de tu ser coexistan.”
Otro sabio añadió, “El amor y el deber no tienen que ser mutuamente excluyentes. Puedes encontrar una manera de integrar estos sentimientos en tu papel como dios del amor, sin perder tu esencia ni comprometer tu propósito.”
La Resolución de Cupido
Después de escuchar los consejos de los sabios, Cupido se sintió más en paz con sus emociones. La idea de que sus sentimientos no tenían que ser una distracción sino una parte integral de su existencia le ofreció una nueva perspectiva. Aceptar sus sentimientos por Thanatos no significaba renunciar a su deber, sino encontrar una manera de abrazar ambos aspectos de su ser.
Con renovada determinación, Cupido decidió que debía enfrentar su conflicto interno de manera directa. Su próxima visita a Thanatos sería una oportunidad para hablar abiertamente sobre sus sentimientos y explorar cómo podrían encontrar un equilibrio entre su conexión personal y sus responsabilidades divinas.
La Preparación para el Encuentro
Cupido se preparó para su próxima reunión con Thanatos, deseando abordar el tema con honestidad y apertura. Sabía que la conversación sería delicada, pero estaba decidido a encontrar una manera de reconciliar sus sentimientos con su deber.
En su reino, preparó un lugar especial para el encuentro, un jardín en el que los elementos de ambos reinos se fusionaban en armonía. Quería que el ambiente reflejara la conexión que sentía con Thanatos, al mismo tiempo que respetara la naturaleza de sus respectivos dominios.