Alessandra
Tres Años Despues
Han pasado tres años y medio desde que mi vida tomó un rumbo inesperado. Tres años en los que experimenté un torbellino de emociones, cambios y desafíos que nunca imaginé enfrentar. Mi vida en Rusia se consolidó de una manera que me sorprendió. No solo me convertí en una de las CEO más reconocidas a nivel mundial, sino que también descubrí una faceta de mí misma que nunca supe que existía: ser madre.
Samantha, mi preciosa hija de tres años, es el mayor tesoro que tengo. Su presencia en mi vida ha llenado cada rincón de mi corazón con un amor que nunca creí posible. Desde el momento en que la sostuve por primera vez en mis brazos, supe que haría cualquier cosa para protegerla y darle lo mejor de mí. Su risa, su energía contagiosa, y esos ojos que me recuerdan tanto a su padre, han sido mi razón de ser durante todo este tiempo.
Sin embargo, el dolor y el resentimiento hacia Alex siguen presentes. No he olvidado cómo me hizo sentir, ni las decisiones que me llevaron a alejarme de todo lo que conocía. Aunque he construido una vida exitosa y plena aquí en Rusia, siempre hay una sombra en mi mente, una pregunta sin respuesta sobre lo que podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes.
Samantha es hija de Alex, pero él no lo sabe. Y aunque a veces pienso en lo injusto que es que no conozca a su hija, no puedo evitar sentir que mantener esta distancia es lo mejor para ambas. No quiero que Samantha crezca rodeada de la misma incertidumbre y dolor que yo viví. Aquí, en Rusia, ella tiene todo lo que necesita, y yo soy suficiente para ella.
Mi empresa ha alcanzado alturas que nunca imaginé. Estoy en el top 10 de las mejores empresas de diseño, y mi nombre resuena en el mundo de la moda y el lujo como un símbolo de innovación y poder. Me he ganado mi lugar a base de esfuerzo y dedicación, y no hay nada que me detenga.
A pesar de todo, la vida de una madre soltera no ha sido fácil. Aprender a equilibrar mi papel como madre y como CEO ha sido un reto constante, pero cada sacrificio ha valido la pena. Mi equipo de confianza me ha apoyado en cada paso del camino, y juntos hemos llevado a la empresa a la cima.
Por las noches, cuando Samantha se duerme en mis brazos, a veces me pregunto si he hecho lo correcto al mantener a Alex alejado. Pero cuando recuerdo todo lo que pasó, la respuesta siempre parece clara. Mi prioridad es mi hija, y siempre lo será.
El mundo puede ver a una mujer poderosa y exitosa, pero en casa, soy simplemente mamá. Y eso es todo lo que necesito ser.
Era una mañana como cualquier otra en mi vida. Me desperté con Samantha acurrucada a mi lado, sus pequeños brazos alrededor de mi cuello. No importa cuántas veces pase, cada mañana me llena de una ternura indescriptible. Hoy, como todos los días, comenzamos nuestra rutina. Me aseguré de vestirla con uno de sus vestidos favoritos, uno que combinaba con sus ojos brillantes, y la preparé para que me acompañara a la oficina.
—¿Lista para acompañar a mamá al trabajo, mi amor? —le pregunté mientras le cepillaba el cabello.
—¡Sí, mami! —respondió con su habitual entusiasmo, lo que me hizo sonreír.
Cuando llegamos a la oficina, mi asistente, Natalia, ya estaba esperándome en la entrada. Como siempre, estaba impecablemente vestida y lista para ponerme al tanto de mi agenda.
—Buenos días, Alessandra. ¿Todo bien con Samantha? —me preguntó, sonriendo a mi pequeña que se escondía tímidamente detrás de mí.
—Todo bien, Natalia. ¿Qué tenemos hoy en la agenda? —pregunté, mientras Samantha se entretenía con un juguete que había traído.
Natalia consultó su tablet y me miró con una expresión que mezclaba sorpresa y emoción.
—Bueno, hay algo que quizás te sorprenda. Tienes programado un viaje a Los Ángeles para el cumpleaños de Alejandra. Parece que te olvidaste de que te invitó hace unas semanas.
Me quedé en silencio por un momento. Alejandra siempre ha sido una amiga incondicional, y aunque habíamos mantenido contacto durante estos años, la idea de regresar a Los Ángeles no era algo que me entusiasmara mucho. Demasiados recuerdos, demasiados fantasmas del pasado. Pero a la vez, sabía que no podía seguir escondiéndome para siempre. Además, Alejandra merecía que estuviera allí para ella.
—No lo había olvidado, solo… no estaba segura de ir —dije finalmente, con un suspiro.
Natalia me miró con comprensión.
—Entiendo. Pero quizá este viaje sea bueno para ti, Alessandra. Además, será una gran oportunidad para Samantha de conocer un lugar nuevo y para que puedas relajarte un poco.
Asentí, sabiendo que tenía razón. Necesitaba un cambio de aires, y tal vez este viaje podría ofrecerme una perspectiva diferente. Alejandra siempre fue la chispa que encendía algo en mí, una de las pocas personas que conocía tanto a la Alessandra poderosa como a la Alessandra vulnerable.
—Está bien, haremos el viaje. Asegúrate de que todo esté listo para la próxima semana. Quiero que Samantha esté cómoda durante el vuelo y que tengamos todo organizado para no perder tiempo.
—No te preocupes, yo me encargaré de todo —respondió Natalia, ya tomando notas para organizar los detalles.
Me volví hacia Samantha, que ahora estaba absorta en un dibujo que había comenzado a hacer en su pequeña libreta. La vida siempre había sido impredecible, y aunque el pasado seguía pesando en mi corazón, sabía que no podía seguir huyendo. Quizás este viaje a Los Ángeles sería el cierre que necesitaba, o tal vez, una nueva apertura.