Entre dicha y desgracia (un viaje llamado vida)

Capítulo III

Viajar está siendo una excelente experiencia, hace que mi corazón se sienta libre y por fin puedo decir que la felicidad está llegando a mi.

Antes no era así, siempre me sentí infeliz, pues tomé la peor decisión con respecto a mi futuro, estudié una carrera que no me gustaba para complacer a mis padres, por esa razón trabajaba en algo que odiaba.

Sólo ahora me doy cuenta que no vale la pena realizar algo que no me apasiona, porque si lo pensamos detenidamente pasamos más tiempo en el trabajo que en cualquier otro lugar y como resultado estamos la mayor parte de nuestra vida haciendo cosas que nos desagradan.

Para colmo hay que sumar a la ecuación los diferentes problemas que podemos tener (económicos, familiares, de pareja) siendo todo un mal complemento que nos roba la paz.

Ahora bien, volviendo al tema del viaje, les comento que esta vez decidí cambiar aún más el panorama, recorrí un largo camino y me interné en las montañas. Por ello me encuentro acampando a la orilla de un rio cuyas aguas se mueven gracias a una impresionante cascada que no dejo de admirar. 

Este lugar se encuentra tan apartado que  no posee servicio de electricidad ni ningún tipo de señal telefónica, sólo estamos rodeados de naturaleza y algunos pocos aldeanos que viven en la cercanía.

Los mosquitos son inclementes y el cambio de temperatura es abrasador, aún así disfruto plenamente del lugar. 

Sentada en las piedras observo cómo los niños juegan sin ningún tipo de preocupación mientras que sus padres se dedican a vender artesanía y comida a los visitantes, otros incluso trabajan como guía turística.

En este maravilloso lugar varias cosas llamaron mi atención, la primera es que los habitantes de este lugar se dedican a sembrar y cultivar sus propios alimentos, algo realmente admirable, lo segundo es que dada la lejanía del lugar carecen de servicios básicos (especialmente el servicio de salud) y por último pude notar que aún cuando estas personas están alejadas de la civilización se les ve tranquilos y felices.

Como siempre mi curiosidad pudo más que mi prudencia y me atreví a preguntar a uno de los lugareños si no le apetecía mudarse a un lugar en mejores condiciones, a lo que él con una sonrisa me respondió:

"Fui hace un par de años a la capital por razones de salud pero extrañe inmediatamente mi hogar, es verdad que nos faltan muchas comodidades pero todo lo que como junto con mi familia es producto de mi trabajo y eso me llena de satisfacción, mientras tenga salud y a mi familia con vida, no me falta nada mas"

Las palabras de ese señor pueden ser interpretadas de diversas maneras. Puedes verlo como una persona orgullosa de trabajar y sustentarse con sus propias manos, y también como alguien conformista que no quiere salir de su zona de confor, adaptándose a su entorno y sobreviviendo aún con tantas carencias.

Sin embargo, cada vez que los veo, sus rostros transmiten felicidad y orgullo, algo que muchas veces no vi en personas que materialmente no les faltaba nada.

Por lo tanto me atrevo a decir que dadas las necesidades particulares de cada individuo la felicidad puede variar, no está arraigada a lo material si no a lo que satisface a cada persona.

Un ejemplo claro soy yo, que días atrás vivía cómodamente y era incapaz de ser feliz pero ahora encontré en viajar esa felicidad y plenitud que tanto buscaba.

Debo aclarar que no pienso que las carencias te otorguen la felicidad pues el dinero es necesario para muchísimas cosas y quita muchas preocupaciones de ti, por lo tanto según satisfaces tus necesidades vas siendo feliz.

Con esto en mente me dispuse a disfrutar de mi estancia allí, donde aprendí a vivir a la intemperie y a realizar artesanía, algo que no sabía que me encantaría tanto.

Una vez más me tocó partir a otro lugar, que sé con seguridad que me traerá una grata experiencia la cual compartiré amablemente con todo el que desee acompañarme en esta travesía.



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En el texto hay: historia corta, historias reales, historia humana

Editado: 27.03.2024

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