Los viajes de fin de semana son mi nuevo método de desconexión, no siempre puedo escaparme pero lo hago cuando veo la menor oportunidad. El trabajo absorbe mucho de mi tiempo y aunque no lo quiera me dejo atrapar por momentos.
Cuando esto sucede el estrés me invade, pero no es sólo el trabajo, la vida misma está llena de inconvenientes, problemas y dificultades mínimas que perturban el buen funcionamiento de las cosas.
Resolver los problemas es parte del día a día, sin embargo, una vez resuelto todo decido subir en mi auto y viajar.
En esta oportunidad viajé a un pequeño pueblo del cual me enteré por una publicidad en Facebook, me llamó la atención porque éste lugar es conocido por sus comidas autóctonas y su hermosa artesanía en cerámica.
Debo confesar que la glotona que habita en mi se interesó más por los platillos que por la cerámica, por ello como buen turista pruebo de todo un poco y me sorprende lo deliciosos que son los postres aquí, para llevar conmigo un recuerdo de este magnífico lugar decido comprar muchas tazas de distintos diseños, algunas son para mi uso personal y las otras para mi madre quien tiene una extraña obsesión con las tazas de café.
El único inconveniente es que traje a mi perrito conmigo y en algunos lugares no me dejan entrar con él, por lo que debo buscar lugares donde nos dejen entrar a los dos.
El clima es agradable el día de hoy, el cielo está totalmente despejado y el viento sopla constantemente lo que impide que el calor sea abrazador. Todo va de maravilla hasta que mi paseo es interrumpido al recibir un mensaje de texto de la madre de mi ex.
Nunca pensé que esa señora voluntariamente me escribiría pero como dicen por allí, aveces la vida te da sorpresas.
Al abrir el mensaje leo algo soberanamente absurdo.
"Hola, ¿cómo estás Elizabeth? Sé que tú y yo nunca fuimos cercanas pero quería pedirte un favor. Habla con mi hijo, él ha estado muy mal desde que te fuiste y quiere volver contigo pero dice que tienes su número bloqueado, sé que tú y yo tenemos nuestras diferencias pero me preocupa la Salud de mi hijo, por favor habla con él."
Cuando termino de leer el mensaje me llenó de ira, el descaro de está mujer es insuperable, nunca le caí bien y en más de una ocasión la escuché decir que yo no era adecuada para su hijo.
Aunque diré que ella nunca se cuestionó si era él quien no era adecuado para mi.
Me parece una ironía que ahora me escriba, aún cuando piensa y habla de forma despectiva sobre mi.
La aparición repentina de esta señora me trae malos recuerdos, mi relación pasó por muchas discusiones iniciadas por ella, peleas innecesarias en las que ella no debía opinar.
Pero su absurda necesidad de controlar la vida de su hijo la hacía creer que tenía derecho a opinar sobre nuestra relación.
Mi exsuegra o la metiche como solía llamarla (en mi mente) me criticaba cada dos por tres y hablaba mal de mi.
No me enojaba tanto que ella pensará que no era la "indicada" porque al fin de cuentas algunas madres piensan que nadie va a "cuidar y atender" a sus hijos como ellas, una cosa estúpida pues los hombres son adultos que pueden y deben cuidar de sí mismos, no son niños que necesitan cuidados especiales.
Mi molestia era que mi ex permitía a su madre intervenir y opinar en nuestra relación.
Preguntarás ¿Y aguantaste las críticas constantes sin hacer nada? No, en mi defensa diré que siempre tuve una respuesta adecuada para cada crítica. Una respuesta respetuosa y ácida que le hacía hervir de rabia.
Lo más gracioso es que no sólo era la madre, su familia completa nunca me quiso, todos se creían con derecho de criticar y opinar sobre nosotros o específicamente sobre mi.
Siempre quisieron una mujer dedicada a cuidar el hogar y para su disgusto soy todo lo contrario, una mujer independiente y trabajadora que no le gusta someterse ante nadie.
Eso para ellos era negativo, siempre me comparaban con la esposa de su hermano, como si ese machismo precario aún fuese el estándar de familia ideal.
Una relación consta de dos personas pero muchas veces individuos externos se creen en el derecho de dar consejos a conveniencia sobre la relación de sus familiares.
Lo más descarado era que ellos miraban hacia otro lado cuando me maltrataba verbalmente pero cuando era yo quien me defendía salían apoyando a su bebé.
Después de muchas discusiones mi ex y yo decidimos mudarnos lejos de su familia pero adivinen… La suegra y la cuñada visitaban cada semana nuestra casa porque extrañaban mucho al pobre hombre.
No concibo que las personas quieran influir en la vida amorosa de los demás, admito que un consejo está bien pero ser entrometidos es otro nivel.
He escuchado historias donde la familia maltrata y le hace la vida imposible a las yernas, incluso desprecian a sus propios nietos, cosas que se leen y no se creen, pero como siempre digo la realidad muchas veces supera la ficción.
Particularmente pienso que debemos ser empáticos, por eso antes de criticar y juzgar piensa si te gustaría que te hicieran lo mismo a ti y verás como tus labios se sellan.