Después de las fiestas navideñas todos regresamos a nuestros trabajos con tranquilidad, por mi parte en el mes de Enero decidí centrarme en crear nuevos planes para expandir mi negocio, las ventas van en aumento y eso me otorga muchas posibilidades de expansión.
A causa de mis nuevos planes deje de viajar para dedicar incluso los fines de semana a mi nuevo proyecto. Mi hermano al darse cuenta de que mis viajes habían cesado me invita a sus clases de música.
En un principio pensé que era una broma ¿Yo? ¿En clases de música? ¡Henri tiene que estar loco!, carezco totalmente de oído musical, él es el único en la familia que posee talento para el canto y la música en general, además de que su voz es excelente, toca la guitarra y el piano maravillosamente.
En mi caso tengo la certeza de que seré un desastre en la clase de hoy pero, sin pensar mucho en el hecho de que pasaré una gran vergüenza acepté su propuesta para no negarme a esta nueva experiencia.
Me prometí a mi misma experimentar cosas nuevas y esa es la razón por la que justo ahora me encuentro de camino a la casa de su instructor Dylan.
-Hermana Dylan es un hombre muy especial y carismático, te encantará en cuanto lo conozcas- Dice Henri antes de estacionar el auto fuera de una casa muy hermosa.
Bajamos del carro y caminamos hasta la entrada para llamar a la puerta. Escuchamos como alguien responde y poco tiempo después sale un hombre alto de unos 30 años más o menos y nos invita a pasar.
Cuando mi hermano me presenta con su instructor me doy cuenta que él extiende su mano hacia un lado pero no directamente hacia mi, la tomo dando un apretón a modo de saludo sin prestar mucha atención al gesto.
Conversamos un poco y tras unos breves minutos de interacción me doy cuenta que Dylan es ciego.
Cuando terminan de ponerse al día deciden que es momento de iniciar la clase así que el instructor nos acompaña hasta la habitación que corresponde al estudio de música. Me sorprende como camina sin la ayuda de un bastón guía, memorizando la ubicacion de cada mueble en el lugar.
Empezamos con la clase de canto, a pesar de mis esfuerzos decidimos por unanimidad que ese no es mi fuerte así que después de varios intentos tanto Dylan como Henri descartan la idea de enseñarme a cantar. Mi hermano realiza sus ejercicios vocales y al finalizar deciden intentar enseñarme guitarra, al cabo de una hora se rien a carcajadas de mi incapacidad y empiezan a practicar sin mi.
Ambos cantan y tocan instrumentos mavavillosamente y yo solo puedo observar disfrutando de su talento, dedicación y disciplina.
Al finalizar la clase dejamos los instrumentos colocados tal como los encontramos para mayor comodidad de Dylan pero antes de irnos él le pide a Henri que lo acompañe a su habitación donde le muestra su computadora y le pregunta sobre lo que pueda estar fallando, ya que tiene tres semana que no logra encender.
Mi hermano revisa la máquina y logra repararla, esto es algo nuevo que conozco de él porque no sabía que tenía conocimientos sobre reparación de computadoras.
Dylan se muestra muy agradecido por la reparación casi al borde de las lágrimas, preguntando una y otra vez cuánto debía pagar a mi hermano por la reparación, por su parte Henri se niega rotundamente a recibir algún pago.
En medio de una serie de agradecimientos por parte de Dylan escucho algo que me deja anonadada.
-Henri muchas gracias tenía mi tesis de postgrado pausada porque el técnico no había podido venir a reparar la computadora-
Este hombre cuya discapacidad radica en su visión no solo es un músico excelente que da clases de manera dinámica, si no que es profesor universitario que está realizando un postgrado y lo más asombroso es que elabora todos sus trabajos en una computadora sin poder ver absolutamente nada.
Dylan es un hombre simplemente admirable, un ejemplo a seguir para aquellos que alguna vez en nuestra vida nos hemos quejado de no poder hacer algo.
Sin ningún tipo de limitaciones físicas nos colocamos barreras mentales que nos impiden alcanzar nuestros objetivos y superar obstáculos. Mientras que en algún lugar está un hombre o una mujer que aún con alguna discapacidad luchan mucho más fuerte y alcanzan muchas más cosas que nosotros.
Baje mi rostro y pedí perdón a Dios y a mi misma por haberme limitado de esa manera, ahora me encuentro avergonzada por recordar todas las veces en que me dije a mi misma no puedo hacerlo o no soy lo suficientemente buena para ello.
Hoy salgo de la casa de Dylan consciente de lo afortunada que soy, sabiendo ahora que los límites para lograr mis objetivos los establezco yo.