Entre dicha y desgracia (un viaje llamado vida)

Capítulo XXI

Después de un largo día en el trabajo decido tratar de leer un libro, siempre me ha gustado mucho la lectura porque le permite a mi mente desconectar de la realidad, un libro me otorga la posibilidad de entrar en una historia que además de distraer mis pensamientos puede dejar en más de una ocasión una gran enseñanza.

La frustración se apodera de mí en cuanto empiezo a leer, tengo días intentando avanzar en la lectura pero por desgracia no logró concentrarme, mi mente empieza a divagar hasta las historias de esos ancianos; vidas llenas de abandono, maltrato y perdida, todas ellas vienen a mi cabeza una y otra vez evitando que logré enfocarme.

Entre tantas historias que escuché la del señor Carlos me dejo reflexionando, éste hombre a sus 35 años conoció el amor en una mujer completamente diferente a su esposa y que para él fue la luz después de 8 años en un matrimonio donde era infeliz.

El error de Carlos no fue amar a otra mujer y dejar un matrimonio fracturado, el problema fue que al dejar a su esposa también abandonó a su hijo, centrándose plenamente en su nuevo amor olvidándose por completo de darle el cariño y el apoyo que todo niño necesita tener.

Pasaron los años y la nueva esposa de Carlos falleció, la soledad y la depresión pasaron a ser parte de su nueva vida. Al verse completamente sólo comenzó a reflexionar sobre su vida y eso incluye a su hijo, el deseo de recuperar ese tiempo perdido lo hizo ir en su búsqueda; por desgracia su hijo no tomó su repentina aparición de buena manera y al verlo tocar a su puerta le dijo:

-¿Qué haces tocando mi puerta después de 20 años? ¿Hasta ahora es que recuerdas que tienes un hijo? Si cuando yo te necesité no estuviste para mí ¿Qué te hace pensar ahora que yo querré saber de ti? ¡Vete de mi casa! para mi eres un completo desconocido que no merece ni un segundo de mi tiempo.-

Sin más cerró la puerta dejando fuera a su padre, la madre intento mediar entre ellos cuando vio a Carlos insistir en querer ser parte de la vida de su hijo pero la respuesta siempre fue la misma, él no quería saber nada de su padre.

¿Podemos culparlo por esa reacción? No lo creo, perdonar podría ser lo correcto porque  Carlos sigue siendo su padre, pero el resentimiento y el rencor se arraigó en su corazón y de eso es responsable el mismo Carlos, quien en su egoísmo ante puso su felicidad por encima de la relación con su hijo.

Aunque ahora admite que hizo mal y se arrepiente de su error sabe que el amor se gana y se forja con los años y él no lo hizo.

No sabemos cuántas noches su hijo lloró sintiéndose sólo, si pasó carencias porque el único sustento lo tenía que conseguir su madre, tampoco podemos comprender cuánto le afectó verlo de lejos hacer una vida sin tomarlo en consideración a él.

Además de la historia de Carlos exise otra historia que recuerdo con claridad y tristeza y es la de Sandra quien en busca de un buen empleo emigró de un país a otro dejando a sus dos hijas al cuidado de su abuela, la señora aunque un poco mayor hizo lo que estuvo en sus manos para criarlas adecuadamente.

Por su parte Sandra se encargaba de trabajar y enviar dinero para mantener a su madre e hijas, así pasaron un par de años pero al estar tan lejos y encontrarse totalmente sola en un lugar donde no tenia a nadie fue algo inevitable que conociera nuevas personas, entre salidas y amigos logro encontrar el amor. 

Al poco tiempo de estar en una relación quedó embarazada, tuvo a su bebé y formó una nueva familia, al verse estable con su nueva familia ella quiso llevarse a las niñas con ella pero su pareja se opuso rotundamente a la idea de criar a sus otras hijas.

Por miedo a quedarse sola y sin su ayuda económica las dejó con su abuela, ella pensaba que ahora teniendo que mantener a tres niñas en vez de dos no podría hacerlo sola así que permaneció donde estaba con la esperanza de poder buscarlas en un futuro cuando tuviese un mejor empleo.

Con el tiempo su pareja se volvió controladora hasta el punto de llegar a privarla poco a poco del contacto con su familia, eliminó sus redes sociales, borro números de teléfono e incluso la privó de tener un teléfono celular, si él llegaba a encontar alguno en casa los los lanzaba contra el suelo hasta lograr romperlos, así fue como logró que perdiera completamente todo tipo de contacto.

Con los años Sandra pudo reunir el dinero suficiente para regresar a su país pero al llegar supo que su madre había muerto y que sus hijas se habían mudado, no sabía cuando, tampoco a donde, sólo supo que se vio practicamente sola  aunque está vez se encontraba en compañia de su hija menor.

Sandra sabía que quizá sus hijas están pensando que ella las abandonó al desaparecer sin dejar explicación alguna pero lo más irónico es que a pesar de estar siempre presente en la vida de su hija menor cuando ésta creció decidió regresar a vivir con su padre quien podía darle mejores comodidades que su madre.

Aunque su hija la visitaba una vez al año no estaba realmente atenta a sus necesidades y por eso Sandra a esa edad tan avanzada se encontraba viviendo sola y en condiciones lamentables.

La historia de esta madre es totalmente diferente de la de Carlos porque a diferencia de él ella siempre apoyó a sus hijas a pesar de la distancia, su único error fue temer no poder salir adelante sola sin la ayuda económica de un hombre. Ahora cada día que pasa se arrepiente de haber dependido económicamente de una mala persona que le obligó a perder el contacto con su familia.



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En el texto hay: historia corta, historias reales, historia humana

Editado: 27.03.2024

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