Entre dicha y desgracia (un viaje llamado vida)

Capítulo XXIII

Empezar una nueva relación no es algo fácil, poder verse con esa persona en ocasiones resulta complicado cuando los horarios de trabajo son distintos, no solo eso, también están de por medio los compromisos con amigos y familiares donde no siempre podrás asistir con tu pareja a dichas reuniones, por eso resulta un tanto complicado pasar tiempo de calidad.

Pero como dice el dicho el que quiere puede y cuando hay interés de por medio las excusas sobran, algo que queda más que claro en este momento.

Son las 8 AM de un sábado y Luciano está radiante ante mi puerta con una rosa blanca y un café.

-Buenos días hermosa- Saluda con un tierno beso en mis labios mientras yo me derrito de la ternura que me genera su inesperada visita.

-Buenos días cielo, gracias eres muy atento pero ¿Qué haces aquí? Pensé que no te vería el día de hoy.

-Imposible no verte cuando sé que estás en casa, aunque voy camino a la casa de Alfredo no quería irme sin antes verte, hermosa se que voy de paso pero prefiero verte 15 minutos a no poder verte- Explica y yo muero por dentro.

Desde un inicio acordamos respetar nuestros momentos con amigos y aunque aún no he compartido con sus amigos ni él con los míos sé que se tendremos la oportunidad en algún momento, por ahora no hay apuros.

Amablemente lo invito a pasar un rato, como ya es costumbre Luciano juega con mi perro mientras conversamos, el animal parece quererlo más a él que a mí, tal vez sea por las croquetas que le trae ocasionalmente y que a mi niño le encantan.

Reímos ante la felicidad del perro, es evidente que ama a Luciano tanto como a mi.

Mientas disfruto de mi café coloco la rosa en un pequeño florero en la mesa y al hacerlo no puedo evitar sonreír ante la ironía del cambio que han tenido mis pensamientos porque en el pasado yo solía pensar que no me gustaban estas cosas y resulta que ahora ¡Me encantan! Ya sea recibir flores, dar pequeños paseos, tener peluches y globos todo lo que se puede considerar cursi. Desde que estoy con Luciano mi casa tiene en cada habitación algo que este hombre trae para mí.

Es un poco extraño porque antes yo creía que no me interesaba la cursilería romántica y ahora me doy cuenta que simplemente me adapte a la forma de ser de mis anteriores parejas que si bien salíamos no tenían este tipo de detalles hacia mi.

Pero viendolo desde otra perspectiva solo puedo pensar que no es la rosa, ni el chocolate lo que me gusta, es el simple hecho de que él se tomó la molestia de ver algo y decir: A ella esto la hará feliz.

Por eso casi sin pensar camino al cuarto y busco el regalo que preparé para él, pensaba dárselo en otro momento  pero con este hombre siempre es un buen momento.

Camino hasta el y le entrego la pequeña caja que con tanto cuidado escogí y se la entrego en sus manos. De inmediato si rostro se ilumina al ver el reloj que compre para él.

-Gracias hermosa, me encanta el reloj se convertirá en mi reloj favorito-

-Se que no usas mucho reloj pero lo ví y pensé que te quedaría genial y en efecto te queda bien- comento al ver cómo sin perder tiempo se coloca en la muñeca el reloj plateado de agujas.

-De verdad gracias, prometo cuidarlo- Dice mientras acaricia el reloj. Al ver su sonrisa concuerdo nuevamente con mi madre aveces es mejor dar que recibir.

La reciprocidad es gratificante, cada vez que miro las flores y los demás regalos me acuerdo de él, ahora el reloj será lo mismo para el.

Al poco tiempo se marcha como estaba previsto para pasar tiempo con sus amigos y yo quedó embelesada con su recuerdo, sin excusas y sin presiones llegó hasta mi puerta para verme porque me extrañaba de la misma manera que yo a él.

Las acciones dicen más que las palabras, algo que pocos estamos dispuestos a aceptar es que en ocasiones idealizamos a nuestra pareja por lo que prometen por lo que dicen querernos, sin embargo yo no quiero promesas, quiero que con acciones demuestren que me quieren y en respuesta yo haré lo mismo por él.

Y aunque las comparaciones sean odiosas son inevitables, recordar cómo personas de mi pasado prometían cosas que nunca intentaron siquiera cumplir es algo sumamente triste, en más de una ocasión escuché decir quiero darte todo mi amor y llenarte de detalles pero eso nunca llegó a ocurrir, recibí muchos chat con flores que nunca recibí y estrellas que nunca llegamos a ver juntos, elogios que en medio de una discusión quedaban invalidados e infinidad de contradicciones entre lo que se dice y se hace.

Solo ahora entiendo que ningún ex nunca tuvo la disposición de cumplir sus promesas, y si pienso en el último puedo decir con certeza que estuve junto a un mentiroso consumado porque cosas tan indispensables como pasar algo de tiempo de calidad eran inexistentes. Las personas dirán ¡Pero si vivieron juntos! ¿Cómo no van a compartir tiempo de calidad? Te sorprenderías,  se puede vivir en una misma casa sin cruzar caminos con alguien.

El distanciamiento existe cuando en ocasiones un vídeo juego es más importante que un momento juntos o una salida con amigos de un par de horas que se convierte en toda una noche mientras tú esperas en casa porque te escribió espérame para cenar  vuelvo pronto.

Estoy segura que cómo yo existen muchas mujeres a quienes les cancelaron una cita poco antes de la misma, o a quienes dejaron esperando en varias ocasiones. Por eso para mí las promesas son  irrelevantes, es más importante las pequeñas cosas que hacen por ti y no lo que "quieren hacer contigo"



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En el texto hay: historia corta, historias reales, historia humana

Editado: 27.03.2024

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