Entre dimensiones. "La chica perdida"

Capítulo 4.

"Azul intenso, Azul Marino" 

-Eres tú- volvió a decir Andrew, no sabía ni quería contestar, bueno tampoco es como si fuera una pregunta, su tono daba a entender una afirmación.

-Entonces tu eres el príncipe Andrew- bueno como dice Ronha hay que tomar al toro por los cuernos, directo al grano- Eres el amigo de Meghan y Martin, y supongo que sus nombres verdaderos son Mallakay y Shamuel.

-Entonces, ¿me conoces?-

-No hasta ahora, solo me habían contado algo sobre ti, en el bosque cuando mencionaste tu nombre por un momento se me cruzó por la mente, pero no quería sonar paranoica, y solo lo dejé pasar; ¿Tu me conoces?.

-¡Si! bueno no del todo, como es evidente, pero sé quien eres, Elissa Sáez, pero dijiste que tu nombre era Lis..

-Bueno es un diminutivo de Elissa, también me llaman Lissa, Lissi, Eliss, etc, etc..-no podía creer la confianza que este sujeto despertaba en mí, tal vez era algo así como un super poder que tenía, porque de otra manera no veía cómo era posible lo tranquila que me encontraba, cuando al parecer no había nadie alrededor, y al tipo acababa de conocerlo- y cambiando de tema, parece que no hay nadie en la casa.

-Cierto, deben haber salido..- de repente se giró hacia mí, y sus ojos de un intenso azul, comenzaron a examinar detalladamente- salieron, a buscarte probablemente.

-Oh, bueno eso explicaría su ausencia- esto se había tornado realmente incómodo, la mochila que llevaba, de repente se volvió demasiado pesada cuando él no apartaba la mirada, -bueno, iré arriba- y enseguida me encamine hacía las escaleras subiendolas con aparente calma pero con demasiada prisa para pasar desapercibida, la puerta de mi habitación estaba abierta y pronto recordé que al momento de escapar la había dejado cerrada con seguro, el cerrojo estaba roto y la puerta tenía claras marcas de haber sido forzada, las ventanas del balcón seguían abiertas, al igual que el closet, aunque estuve aquí apenas en la mañana, la habitación era totalmente desconocida para mi.

-Un paseo matutino por el bosque ¿eh?- su tono frío e irónico apenas me distrajeron de mi sorpresa, ¿Cómo es que había subido sin siquiera hacer el mínimo ruido?- toda tu habitación parece la escena de una fuga a mitad de la noche.

-Me parece que tu tono es un poco acusador- seguía dándole la espalda,  mientras sacaba mi celular de la mochila para poder cargarlo, sentía su mirada sobre mi en cada movimiento, pero ni siquiera así iba a darle el gusto de perturbar mis sentidos.

-Si, en efecto es una acusación, y quiero, exijo, una explicación- ¡oh por dios! eso fue demasiado, quien se creía que era como para exigir ¡Exigir! explicaciones.

-¿Disculpa? ¿Por qué tendría que darte una explicación de lo que hago?- 

-Bueno, tal vez porque me mentiste- su tono acusador fue tiñéndose de enojo, cada vez entendía menos a este tipo,- así que lo menos que podrías hacer es excusarte y disculparte por mentir al momento de escapar- de repente recordé que la persona frente a mí, se suponía era de la familia real, un príncipe, absolutamente no era excusa y solo me hizo enojar aún más.

-Bueno, su majestad, encantada de excusarme- cargué mi voz con todo el sarcasmo posible- resulta que hasta ayer por la mañana pensé que este sería un viaje de vacaciones entre amigos, con personas que pensé conocía, pero resulta que al llegar aquí salen con la idea de que no son personas normales, que no son de este mundo, me cuenta una historia absolutamente ficticia, me aseguran que es real, me piden que crea en ellos después de su teatro de los amigos y me piden que los ayude, que vaya con ellos a solo Dios sabe dónde- hice una pausa, tratando de controlar el tono de mi voz, lo que no era fácil- así que perdóneme su majestad, si después de escuchar toda esa locura, sentí miedo y quise escapar, ¡prácticamente de las personas que me secuestraron!- mi voz temblaba de coraje mezclado con desesperación, y me rogue internamente tener la fuerza suficiente para no echarme a llorar, no levanté la vista y por un momento solo nuestras respiraciones llenaban el silencio que reinaba en la habitación.

-Yo no sabía que podías llegar a sentirte de tal forma- poco a poco me sentí más tranquila pero aun no quería mirarlo a los ojos, los bonitos ojos azules que anteriormente habían despertado mi curiosidad- pero sigo sin entender, ¿Por qué escapar? y cuando nos topamos, ¿Por qué mentiste?- levanté la vista para encontrarme con su cara en completa confusión. 

-Bueno no sé como sea en tu mundo pero aquí no somos tan confiados con los extraños, no quería mentir deliberadamente, yo solo dije que estaba perdida lo que de cierta forma era verdad.

-Pero ¿Querías escapar?- 

-Si- mi voz sonaba desanimada, lejana- yo solo quiero regresar a mi casa- no hubo una respuesta inmediata, parecía demasiado concentrado en buscar la mejor forma de responder, y cuando lo hizo su voz denotaba decepción. 

-Debes estar cansada, te dejaré sola- y salió de la habitación sin siquiera dejarme responder, escuche los pasos bajando la escalera y luego un portazo, al parecer sí que quería dejarme sola, ¿Se habrá ido? lo pensé un momento y decidí mirar por el balcón, no, no se había marchado, al parecer estaba en mitad del patio, tal vez esperando a sus amigos; Yo si que me encontraba cansada, mi cabello estaba cubierto de hojas secas y tenía manchas de barro en los jeans, necesitaba un baño pero también tenía hambre, después de una lucha interna, preferí darle más prioridad a un buen baño caliente.

Me demoré lo suficiente, dejando que el calor del agua relajara cada músculo, aunque estuviera en medio del bosque, con unos completos extraños no podía ducharme sin música, así que “Ailee” sonaba de fondo, no importa que tanto cantará Don't Touch Me, no podía retrasar por más tiempo el tener que enfrentarme a la realidad, elegí unos pants holgados y un suéter delgado, medio sequé mi cabello y bajé pensando directamente en la cocina, traté de hacer el menor ruido posible y cuando creí que el lugar estaba despejado choqué con alguien al entrar en la cocina, “Su majestad” también parecía sorprendido de encontrarme, de nuevo silencio incomodo, diablos, yo nunca había sido tímida, ¿Por qué ahora el nerviosismo se apoderaba de mi? 




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