—¡Amigas vinieron! —nos recibió muy emocionada mi amiga.
—Hola amor ¿cómo estás? ¿qué te sientes? —le pregunté —te ves horrible —le dije, se veía pálida y tenia muchas ojeras bajo sus ojos. Esa no era la chica que conocí por casualidad en aquella fiesta, aquella chica estaba llena de vida y muy colorada, esta era todo lo contrario, estaba amarilla casi.
—Yo me siento bien, ahora que están aquí —nos contesto Estefani sonriente.
—¿Y que te dijo él doctor? —se apresuró a preguntar Cindy. Todas estábamos preocupadas por que eso no era normal en una persona estar así toda pálida.
—Dijo que tengo anemia, y que tengo que alimentarme mejor —dijo nuestra amiga, ya me imaginaba yo que podía ser eso, por él estado en que se encontraba.
—¿Y por que te provino eso? ¿acaso no te estas alimentando como es debido? —le pregunté yo, en tono de enojo. En serio no la quería ver así, en ese estado.
—Sinceramente no —respondió con sinceridad Estefani.
—¿Por que no? —le preguntó Claribel con un notable enojo. Es que sinceramente a mi en lo personal no creo que nadie o algo me quite él deseo, ganas o apetito de comer, para mi la comida es sagrada y no hay que, ni quien que me haga dejar de comer.
—Solo no tengo lo que deseo, hay cosas aparte del dinero y la comodidad que hacen falta en uno como persona —respondió Estefani.
No se que mas pedía, tiene una casa gigante que bien se podría decir que es él doble de la mía, tiene una madre que a simple vista se muestra súper amorosa, y se nota que tiene todo lo que necesita ¿qué más puede pedir ella?.
Oh si, ahora que lo pienso, puede ser amor, aunque claro que no, que cosas pienso su madre se ve que ama mucho a su hija, y no hace poco se mostró súper amorosa.
Salí de mis pensamientos y puse atención a lo que mis amigas hablaban ellas estaban muy familiarizadas con Estefani la verdad es que ella es súper amable. Ellas se estaban despidiendo de ella al parecer estaba muy lejos en mis pensamientos que no me di cuenta de la hora, eran pasadas las 7 tenia que llegar a casa. No podía irme con mis amigas por que ellas vivían hacia otra urbanización, Cindy y las tres hermanas vivían cerca. Nos despedimos de la madre de Estefani, y yo le dije a Cindy que mejor iba a coger un taxi, mi casa no quedaba tan lejos de la de Estefani, así mi amiga se ahorraba el viaje.
—¿Como crees que te dejaré ir en taxi? si yo te puedo llevar —me dijo Cindy claramente enojada. Ella siempre era así conmigo por que nos criamos como hermanas, pero no podía ser tan injusta de alargarle él viaje por no coger un estúpido taxi.
—Por favor Cindy, ya es muy tarde para que estés dando vueltas, él trayecto a tu casa desde aquí es como 30 minutos y si me llevas a mi casa serán 60 —le dije a ver si así me comprendía. Ella es como mi hermana, como antes dije y no quisiera que le pase nada ni a ella ni a las otras.
—Esta bien amiga, pero me llamas apenas llegues a tu casa ¿si? —asentí con la cabeza en respuesta y espere que se subiera a su auto junto con las otras me despedí de ellas con un abrazo y un beso en la mejilla, cuando vi desaparecer el auto saque mi celular y marque a un taxi.
Cinco minutos después ya estaba aparcando frente a mi, subí de una vez pasándole la dirección de mi casa, el asintió y se puso en marcha.
Yo me puse a pensar sobre las cosas que están pasando en este momento en mi vida, en Scott, en Pedro y en todo. Cosas que me han venido sucediendo en menos de dos meses, estaba tan lejos en mis pensamientos que no me di cuenta cuando un bus venia frente al taxi donde me encontraba, el chofer trató de desviarse pero no había manera en que saliéramos ileso de esta.
El bus azul venía en vía contraria, aceleró sus ruedas hicieron un largo chillido dejando un olor a caucho quemado.
El humo no tardó en inundar el ambiente, mis ojos se cerraron al escucharlos chocar, los cristales volaron fragmentándose como si fuera magia, las defensas se hundieron y ambos conductores golpearon contra el timón.