Entre Dos Lunas

Renace el Guerrero

Parados en lo más alto del volcán, se encontraban uno frente al otro, Luna lo seguía sujetando de la mano mientras esperaba su respuesta, Juan Antonio no sabía que decir, en tan poco tiempo su vida había cambiado tanto que no había tenido tiempo de asimilar realmente lo que pasaba, además esa mujer lo estaba trastornando, sentía la suave piel de su mano sujetándolo y, sin embargo, para él era como si cientos de agujas lo atravesaran, sentía que algo dentro de él lo quemaba, tenía la terrible sensación de ahogarse y eso lo hacía sentirse terriblemente desesperado, casi sentía su sangre hervir dentro de su cuerpo, por un momento temió que se transformaría de nueva cuenta en una bestia, sin embargo, al mismo tiempo la calidez de su presencia lo tranquilizaba, confiaba en ella, como se confía en alguien que se conoce desde siempre.

-¿Estás listo?- Luna repitió casi como un susurro mientras lo veía a los ojos, Juan Antonio lo dudo un momento, estaba a punto de contestar cuando sonó su celular, rápidamente retiró su mano de entre las manos de ella, sacó su celular y lo revisó, era Henry, -si Henry, dime- le contestó al tiempo que se volteaba para darle la espalda a Luna; al cabo de intercambiar un par de palabras con Henry, Juan Antonio se disculpó con Luna, -debo retirarme, tenemos un contratiempo en las excavaciones y tengo que irme, pero te prometo que voy a pensar muy seriamente en todo esto que está pasando, no pienso ir muy lejos y espero volver a verte muy pronto-, Luna sonrió con la más hermosa sonrisa que hubiera visto en su vida, -yo tampoco iré muy lejos, te estaré esperando-; de la misma forma en que llegaron a aquel lugar descendieron de él para llegar a la autopista, en donde Henry lo recogería, tomaron un camino de terracería completamente arbolado, Juan Antonio hubiera querido detener el tiempo en aquel momento para eternizarlo, pero había aún muchas cosas inconclusas que necesitaba resolver, caminaron algunos minutos y llegaron a la autopista, en la lejanía se alcanzaba a ver el polvo que levantaba el Jeep de Henry, -bueno, hasta aquí nos vemos hoy, te prometo buscarte mañana- le dijo Juan Antonio a Luna, mientras tomaba su mano con delicadeza y la besaba como todo un caballero, luego trepó al jeep y se alejaron, mientras la veían perderse en el horizonte por el retrovisor.

-¿Qué es lo que dices qué pasa en la excavación?, no entendí muy bien lo que me dijiste- le preguntó Juan Antonio a Henry, quien contestó -los trabajadores están inquietos….dicen que están pasando cosas extrañas….ya no quieren entrar, dicen que han visto un “tecolote” rondando y que es de mala suerte, tenemos todo detenido...Samuel tampoco se ha presentado a trabajar y no reportó los últimos hallazgos- continuó diciendo, -todo parece ser muy extraño estos últimos días- murmuró Juan Antonio.

Condujeron rumbo a Teotihuacan, desde que se acercaban veían y escuchaban el alboroto, eran algunos de los trabajadores y sus colegas Susana y Juno, quienes trataban de contenerlos, -¡¿qué es lo que pasa aquí?!- tuvo que gritar Juan Antonio para lograr captar la atención de la gente, -¡la excavación está maldita!- gritó alguien -ni locos volveremos a entrar- gritó alguien más, -¡¿qué locura están diciendo?!, ¡¿de dónde sacan eso?!- preguntaban Henry y Juan Antonio, -se oye decir entre los curanderos de los pueblos cercanos que esos huesos de animales que encontramos enterrados aquí son de unos brujos antiguos que fueron sepultados como castigo….y ahora que han sido descubiertos ¡¡¡su poder se ha liberado!!!-, -¡¡¡hemos visto un “tecolote” por aquí, un ave de mal agüero!!!- chillaban al unísono los trabajadores, -la persona que entre seguramente será presa de algún maleficio, nosotros no entraremos de ninguna manera- repetían con temor.

-Nosotros les demostraremos que eso no es verdad- les advirtió Juan Antonio al tiempo que se abría paso entre la gente para acercarse a la entrada de la excavación seguido de su equipo Juno, Susana y Henry; los cuatro bajaron lentamente por la escalera metálica y ya en el fondo comenzaron a caminar por el largo túnel apenas iluminado con la lánguida luz de las linternas que llevaban cada uno, al fondo de tunel claramente apreciaban un destello luminoso, lo cual era realmente extraño ya que, ante la negativa de los trabajadores para bajar, no se habían podido reparar las fallas en las luces, así que continuaron avanzando con mucha cautela sin saber qué era lo que podían encontrar, cuando llegaron se quedaron sorprendidos, era Samuel quien se encontraba al fondo del túnel apenas iluminado con una lámpara de mano tirada en el piso, y quien al verlos pareció no reconocerlos, y se lanzó contra ellos en feroz ataque, al tiempo que ante sus ojos cambiaba su forma humana por la de un enorme búho, -cómo es posible esto?- preguntaban los compañeros de Juan Antonio, no hubo oportunidad de una respuesta, con las enormes y afiladas garras, el tlacatecolotl, asestó un certero golpe a Henry quien cayó gravemente herido, Juno y Susana gritaban aterradas, mientras el enorme animal buscaba con ojos encendidos a Juan Antonio quien, sin poderse controlar, comenzó a sentir un terrible dolor y cayó al suelo retorciéndose, estaba ante una inminente transformación, su mente que aún continuaba lúcida pensaba en el terror que deberían estar experimentando sus compañeras y en el pobre de Henry, el cual no sabía si estaba vivo, realmente quería ayudarles, pero no podía, y lo peor era que no sabía si una vez transformado iba a respetar la vida de sus amigos, luchaba contra la bestia que llevaba dentro pero no lograba contenerse; con verdadero terror, Susana y Juno, veían como también Juan Antonio comenzaba a cambiar lentamente, veían como se arqueaba y gritaba mientras se ensanchaba su espalda y sus brazos se comenzaban a cubrir de un espeso pelaje, corrieron pero Juan Antonio, ya transformado en jaguar, les cerró el paso de un salto, pensaban que su fin se encontraba cercano, permanecían abrazadas en un rincón esperando que el jaguar saltara sobre ellas, cuando repentinamente el tlacatecolotl se abalanzó sobre él y lo hizo rodar por el suelo, en tanto las luces se encendían y apagaban lanzando chispas, de pronto de la nada apareció una mujer indígena, desconocida para ellas, quien levantando las manos caminaba hacia ellos murmurando algo ininteligible, al instante el tlacatecolotl se esfumó ante sus ojos dejando una estela de denso humo negro, mientras que el jaguar se retorcia de dolor, de nueva cuenta, y volvía a su forma humana lentamente, -Dios mío!- gritaban Juno y Susana, - no puede ser posible- era demasiado para ellas, entraron en shock y cayeron desmayadas, Luna tocó la frente de cada una, cerciorándose de que realmente estuvieran solo desmayadas, musitó de nueva cuenta unas palabras en náhuatl al tiempo que dibujaba algunas líneas en el piso, -esto hará que olviden todo lo sucedido- dijo al tiempo que se acercaba a Henry, quien yacía en el suelo en medio de un charco de sangre, al su lado Juan Antonio, aun tirado en posición fetal, trataba de recuperarse de las transformaciones, -tenemos que irnos y llevarnos a Henry- le dijo Luna al tiempo que le daba la mano, acto seguido los 3 desaparecieron.




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