Entre Dos Mundo

Cara A Cara Con Tiburón

Luismi llegó jadeando al colmadón con los 5,000 pesos que le debía a Tiburón.
Kelvin y Flow Mentao lo esperaban con la mirada fija en la esquina, alerta.

—Ahí está, hermano… —susurró Kelvin—. Ahora toca el momento más pesado.

Luismi respiró profundo y caminó hacia Tiburón, que ya estaba afuera, apoyado en su Civic, con los brazos cruzados y la mirada dura.
No sonrió. No necesitaba.

—Ahí vienen los tuyos —gruñó Tiburón, mirando la cartera—. A ver si esta vez no me das cotorra.

Luismi extendió la manilla de quiniento:

—Aquí está todo, Tiburón. Los 5,000 que te debía.

El prestamista la revisó rápido, contando billete por billete, como si la precisión fuera parte del respeto que exigía.
Cuando terminó, miró a Luismi fijamente.

—Bien… —dijo finalmente—. Hoy hiciste lo correcto.
Pero recuerda, págame lo mío de una vez, o la próxima no habrá cotorra ni advertencia.

Luismi asintió con alivio, sintiendo cómo el peso del miedo se levantaba de sus hombros.
Kelvin chocó su puño con él discretamente. Flow Mentao soltó un “se salvo” silencioso pero cargado de aprobación.

—Eso estuvo cerca, loco —dijo Kelvin—. Pero aprendiste la lección: siempre se pagan las cuentas en el barrio.

Luismi respiró hondo.
Sabía que hoy había salido de un gran lío, y que podía volver a enfocarse en sus cosas… y en sus sueños.

Mientras los tres se alejaban del lugar, Luismi no pudo evitar sonreír ligeramente.
El barrio era peligroso, pero había sobrevivido otra vez.




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