Entre Dos Mundos

Capitulo IX –Una vida.

Capitulo IX –Una vida.

     Permanecí unas cuantas horas persiguiendo a Raúl y tratando de que no se diera cuenta que lo seguía, era muy importante para mi saber si las sospechas de Paola eran ciertas, y en efecto quería que fueran una realidad, quería aferrarme a esa idea porque anhelaba con todo el corazón poder encontrar a Bianca, poder llevarla a casa sana, presentarme ante su padre y demostrarle que nadie mejor que yo podía cuidar de su hija, y a la vez que ella misma pudiera entender con actos lo importante que se había vuelto para mí, tan indispensable y necesario, como poder respirar.

     Llegamos a un pueblo lo bastante alejado de la ruta, habían pocas casas alrededor y un camino de tierra que al fondo detallaba una pequeña luz, parecida a una casa, no pude ingresar al instante por aquel camino, pues pretendía que él no notara mi presencia, así que solo espere en aquel pueblo apartado por largo rato, hasta que me di cuenta luego de varios minutos o quizás horas, que retornaba un carro, seguidamente entre por aquel camino y note al final una casa de campo lo bastante grande como para no pasar de ser percibida; baje del auto y comencé a caminar por sus alrededores, así pude darme cuenta que en su parte trasera habían árboles en cantidades, incluso parecía la entrada a un bosque muy boscoso.

     No sabía qué hacer, solo vi unas ventanas a los costados y comencé a llamar a Bianca, supongo que eran los nervios, y las ganas de querer escuchar su voz, cuando de pronto escuche a lo lejos mi nombre, corrí hasta el sitio de dónde provenía y no observaba nada a mi alrededor, dando vueltas tras vueltas y no comprendía de donde derivaban los gritos, y en un segundo baje la mirada y note un agujero, me acerque poco a poco y ella volvió a exclamar mi nombre, y lo supe, allí estaba, me asome y la mire, encadenada a una esquina como un animal, sentí frustración, coraje y mucho odio, sentía deseos de poder asesinar a Raúl, y aun así me pude controlar y solo rompí una de las ventanas de los costados y me adentre a la casa, sin importarme nada en lo absoluto, solo ella, solo poder rescatarla a ella.

     Busque como loco una puerta que me trasladara directo al sótano, y a un costado de la cocina la conseguí, oculta pues era pequeña, tanto que se podía confundir con una estantería de libros, destrocé con una de las sillas el candado que se encontraba obstaculizando el paso, me regrese  y rebusque algún objeto que me ayudara a destruir la cadena que tenía ella atada a su pie, y conseguí una caja de herramientas en uno de los gabinetes en la cocina, baje por las escaleras directo al sótano, y solté la cadena, la abrace fuertemente para hacerle saber que ya no tenía que temer, volví a besar sus labios y pude mirar de nuevo aquellos ojos que desde un inicio me enamoraron, aquellos que me hicieron sentir de nuevo vivo, ella ya estaba conmigo nuevamente, y ahora nada malo le pasaría; salimos lo más rápido que pudimos de aquella pesadilla y al paso que nos alejábamos, intentábamos no mirar hacia atrás, para no revivir un capítulo ya pasado.

     Durante todo el camino ella solo lloraba, en silencio, y en pequeñas oportunidades se escuchaba un – Gracias –, pero yo no necesitaba que me diera las gracias, pues con solo saber que ella vivía era más que suficiente; me encontraba muy enojado, habían moretones en sus muslos y el rostro, evitaba mirarla en oportunidades porque mis ansias de acabar con Raúl incrementaban, hasta el punto donde no pude más y detuve el auto, llore como un niño cuando le quitan un dulce, me incline hacia sus piernas y le pedí perdón, por no haberla ayudado, por haber durado tanto y dejar que todo eso le pasara, por llegar tarde, y ella solo callaba, supongo que ya no quería hablar del tema, ella levanto mi rostro y beso mis labios – Tú me salvaste – me dijo, me abrazo y limpio mis lágrimas, en ese instante pude seguir adelante, al pendiente de ella mientras poco a poco lograba quedarse dormida, abrazada a una fotografía que no abandonaba.

     Llegamos a casa de su padre y Paola corrió a la entrada, comenzó a llorar mientras cayo arrodillada a la puerta principal, allí Bianca bajo del vehículo y corrió para abrazarla, luego salió Ricardo quien seguidamente las abrazó a las dos, y permanecieron por largos minutos juntos, en seguida ellas dos subieron juntas la una a la otra y Ricardo se quedó conmigo, aproveche el momento para contarle todo lo que había pasado, y en un segundo bajo Andrea corriendo por las escaleras.

     - ¿Apareció Bianca, donde estaba, quien la tenía, como llego?... – Calma amor, ya Santiago nos dirá – Le interrumpió Ricardo.

     - ¿Andrea donde está tu hijo? – Le pregunté.

     - ¿Raúl? No lo sé, yo desde hace horas no lo veo, él solo llego y… ¿Qué tiene que ver Raúl con Bianca? – Respondió confundida.

     - Andrea, tu hijo tenía secuestrada a Bianca en una casa a las afueras de la cuidad.




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