Capitulo X – Actos.
Al cabo de dos horas, cuando ya me encontraba en casa un poco más centrado, más tranquilo con respecto a todo, sentí la necesidad de hablar con alguien, necesitaba indispensablemente desahogarme y nadie me escucharía mejor que mi madre, – Claro, dure unos minutos pensando si decirle o no – y me dispuse a hacerlo; nunca he sido el típico hijo que le cuenta a su madre cada uno de sus problemas o preocupaciones, a pesar de que sé, que siempre puedo contar con ella, supongo que soy algo reservado y mucho más, cuando de amor se trata, pero llego el momento, y necesitaba aclarar muchas cosas con mi familia, incluyendo la boda que ya no se iba a efectuar. Baje hasta la sala de lectura y allí se encontraba ella como de costumbre, leyendo novelas románticas.
- Mamá, ¿tienes un minuto?
- Claro… ¿Qué ocurre?
No sabía cómo decirlo, no me salían las palabras correctas, y me quede allí plasmado frente a ella durante unos largos segundos, intentando normalizar mi respiración que se agitaba cada vez más, hasta que de pronto solo pude decirle – Susana y yo… ya no nos casaremos – y su mirada cambio totalmente, ella termino de cerrar su libro y lo colocó en sus piernas, se quitó los lentes y se inclinó más para verme mejor; en definitiva aun no lo podía creer, tal vez ella pensaba que Susana era la mujer de mi vida, y en cierto punto yo también lo llegue a pensar, pero las cosas cambian, los sentimientos renacen, y simplemente no podemos decirle no al corazón, cuando nadie mejor que él, sabe que está en lo correcto.
- ¿Es por Bianca, ella te gusta? – Me preguntó.
- Yo creo que es mucho más que eso mamá – Respondí.
- Entonces ya no hay nada que decir, solo que tú debes ser feliz con la persona que tu decidas estar.
- Gracias mamá.
Fue reconfortante poder aclarar ese punto con ella, ya lo que opinara mi padre me era indiferente, aunque él nunca había intervenido en mis asuntos amorosos; pude quedarme horas hablando con mi madre acerca de lo que había pasado y sin duda me sentí mucho mejor, más aliviado más… vivo, y eso que aun siento que nada estará bien hasta que no den con el paradero de Raúl, me aterra solo el pensar que pueda hacer algo de nuevo, o que esta vez intente pasarse de la raya que el mismo había marcado y de por si fue peligrosa.
Más tarde luego de varias horas salí de casa con algunas películas y frutas – Solo lo nutritivo –, pretendía pasar una buena noche al lado de Bianca, tal vez mi intención desde un comienzo era olvidar por un segundo que aun seguíamos viviendo a la espera de otra sorpresa desagradable. Llegue a casa de los Luna y me recibió Paola, montamos una pequeña sala de cine en el salón principal y nos preparamos para pasarla bien los tres, sin embargo no todo es color de rosa, y en el momento menos indicado, cuando menos lo imaginamos llego esa llamada inoportuna; sonó el celular de Bianca, y a un segundo de haber atendido la llamada su expresión facial cambio rotundamente, ella solo mencionó – ¡Totalmente! – y al segundo lo comprendí, así que entre conductas actuadas para no preocupar a Paola nos fuimos hasta la cocina
- ¿Era Raúl? – Le pregunte sin dudar.
- ¿Sabes que aun no entiendo? El cómo es posible que si la casa está custodiada él pueda saber todo lo que hago.
Ese comentario me hizo dudar de todo y de todos, así que sin decirle nada salí de la casa y efectivamente solo se encontraban los guardias, no había rastro de él por ningún lado, solo estaba llegando a la entrada Cristian quien quería comprobar como estaba todo con respecto a Raúl y a Bianca, estuve conversando unos minutos con él, y me di cuenta de muchas cosas, pero antes de que pudiera salir Bianca, él se marchó sin querer verla, y en cierto punto lo entiendo aunque me pareció tal vez un poco masoquista el hecho de ir a verla, aun sabiendo que yo me encontraría en casa… ¡Cosas…! En definitiva, aspectos que solo él entendía. La búsqueda se incrementó, pero siguieron sin rastro del paradero de Raúl, sentíamos impotencia al saber que no había resultados, y al ser amigos de Cristian quien aún se mantenía al tanto de la situación nos dejamos confiar… – Tal vez no era lo correcto –
¿Cómo saber cuándo fallamos?; ¿Cómo saber cuándo hacemos lo correcto?
La vida sigue su rumbo, y nosotros solo bailamos a su ritmo.
¡De vuelta a una Luna!
En resumen, en relación con lo que ha pasado y lo que ya se conoce en el resto de la historia, me enfoco en ese instante, ese momento en el que recibí esa llamada, es decir, todo iba tan diferente, positivo en el amplio y buen sentido de la palabra, cuando de pronto sonó el celular, – ¡Una hermosa película! Debe ser gratificante compartir momentos así con personas increíbles – era él, sentí mucha frustración, más sin embargo mi respuesta fue calmada para no alarmar a Paola o a Santiago, aunque de todos modos Santiago sabía quién era, no era necesario decirle pues conoce muy bien cada una de mis expresiones, – Tu vida no es una película romántica – y en ese instante colgué el celular.