Narrado por Giovanni Marchetti
La cena estaba casi lista, y los preparativos estaban en su punto final. Era una noche especial, una oportunidad para dejar de lado las tensiones recientes y disfrutar de un momento de calma. Después del tumulto de las últimas semanas, creí que era hora de organizar algo que nos permitiera relajarnos y reconectar, lejos de las presiones del mundo criminal que nos rodeaba.
Mi plan era sencillo: una cena íntima en una de las villas que poseo en las afueras de Roma. El lugar estaba adornado con elegancia, pero sin ostentación excesiva. La mesa estaba cubierta con un mantel blanco y decorada con flores frescas, y la luz de las velas proporcionaba un ambiente cálido y acogedor. Había contratado a un chef privado para preparar una comida deliciosa, sabiendo que la comida siempre tenía el poder de unirnos.
Cuando Isabella y Dimitri llegaron, el ambiente estaba en su punto perfecto. Isabella parecía sorprendida, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y gratitud. Dimitri, a su lado, sonreía con una expresión de relajación que no se veía a menudo en su rostro. La noche prometía ser una oportunidad para disfrutar de la compañía y dejar atrás, al menos por un tiempo, las complicaciones del mundo en el que vivíamos.
—¡Sorpresa! —dije cuando los vi entrar, mi sonrisa sincera reflejando el entusiasmo que sentía por esta noche especial—. Quería hacer algo diferente para todos nosotros.
Isabella me miró con una sonrisa cálida. —Esto es maravilloso, Giovanni. No esperaba algo así.
Nos sentamos a la mesa, y la cena comenzó con un brindis. Levanté mi copa y miré a ambos con una expresión de aprecio. —Por nosotros. Por la fuerza de nuestra relación y por superar juntos los desafíos que enfrentamos.
Dimitri levantó su copa en señal de acuerdo. —Por un futuro mejor y por nuestra lealtad mutua.
La conversación fluyó con naturalidad mientras disfrutábamos de la comida. La risa se hizo presente y los momentos de cariño también; parecía que la noche estaba destinada a ser una de esas raras ocasiones en las que todos podíamos relajarnos. Pero mientras disfrutábamos del ambiente, noté que Isabella estaba pensativa, sus ojos reflejaban una mezcla de alegría y preocupación.
Cuando el plato principal llegó a la mesa, la conversación se tornó más ligera. Hablamos de anécdotas y recuerdos, y los momentos de risa ayudaron a aliviar la tensión. Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, noté que Isabella se volvía más introspectiva.
Al final de la cena, mientras disfrutábamos de un postre exquisito, me acerqué a ella con un tono más serio. —¿Todo bien, Isabella? Has estado un poco callada.
Ella me miró con una expresión pensativa. —Sí, todo está bien. Solo estaba reflexionando sobre todo lo que ha pasado últimamente.
—¿Qué quieres decir? —pregunté, preocupado por el tono de su voz.
—Solo... —dijo Isabella, tomando un respiro—. A veces me doy cuenta de lo desgastante que puede ser estar en medio de dos líderes mafiosos. La tensión y la presión son constantes, y aunque intento mantenerme fuerte, a veces es abrumador.
Sus palabras resonaron en mí. No había considerado del todo lo que significaba para ella estar en el centro de nuestras vidas tumultuosas. Mientras la miraba, entendí que la cena no solo era una forma de aliviar tensiones entre nosotros, sino también una oportunidad para reconocer los sacrificios y desafíos que Isabella estaba enfrentando.
—Lo siento si te hemos puesto en una situación difícil —dije, tratando de ser comprensivo—. No era mi intención agregar más presión a tu vida.
Isabella me dio una sonrisa triste, pero agradecida. —Lo sé, Giovanni. Aprecio todo lo que haces y lo que intentas para que estemos bien. Solo necesitaba decirlo.
Dimitri, que había estado escuchando la conversación, intervino con una expresión reflexiva. —Tal vez deberíamos considerar cómo equilibrar mejor nuestras vidas personales con lo que hacemos. No podemos ignorar el impacto que nuestro estilo de vida tiene en aquellos que amamos.
La noche terminó con un aire de reflexión. Aunque la cena había sido un esfuerzo para aliviar las tensiones, también abrió la puerta a una conversación necesaria sobre el impacto que nuestra vida y nuestras responsabilidades estaban teniendo en Isabella.
Sabía que la vida que llevábamos no era fácil, y el deseo de proteger a Isabella y mantener nuestra relación fuerte requería más que solo momentos de calma. Requería una comprensión más profunda y un esfuerzo constante para encontrar un equilibrio.
Mientras despedíamos la noche, con las luces tenues y la música suave aún llenando el aire, me sentí más comprometido que nunca a abordar los desafíos que enfrentábamos. La cena había servido como un recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias y la vida complicada que llevábamos, lo que realmente importaba era cómo nos apoyábamos mutuamente y enfrentábamos juntos los obstáculos.
La noche había sido una mezcla de risas y reflexiones, una pausa en el caos que nos rodeaba, y una oportunidad para reconectar y reafirmar nuestro compromiso hacia el futuro.