Narrado por Isabella Rinaldi
La batalla había terminado, pero el costo de la victoria fue alto. El puerto abandonado, que había sido el escenario de nuestra última confrontación con Victor Malone, ahora se extendía ante nosotros como un campo de ruinas y dolor. Mientras el sol comenzaba a despuntar, el humo y el polvo se dispersaban lentamente, revelando la magnitud de la devastación.
Caminé entre los escombros, mi corazón pesado por la tristeza y el cansancio. Los hombres de Giovanni y Dimitri estaban ocupados con la recuperación de los heridos y la evaluación de las bajas, pero mi mente estaba centrada en las pérdidas personales que habíamos sufrido. Había visto a muchos caer esa noche, pero una pérdida en particular me había golpeado con una intensidad que apenas podía describir.
Uno de los hombres de confianza de Giovanni, Marco, había perdido la vida en el enfrentamiento. La noticia me llegó como un golpe seco en el pecho, un recordatorio doloroso de lo frágil que podía ser nuestra existencia. Giovanni estaba devastado, su rostro marcado por el dolor y la impotencia. Marco no era solo un miembro de su equipo; era un amigo cercano, alguien en quien Giovanni había confiado plenamente. Su pérdida era un golpe que resonaría en él durante mucho tiempo.
Mi mirada se desvió hacia Dimitri, que estaba tendido en una camilla. Había resultado gravemente herido en la batalla, y su estado era serio. La imagen de Dimitri, su rostro pálido y su respiración entrecortada, me hizo sentir una angustia que apenas podía controlar. Aunque sabíamos que la batalla era peligrosa, nunca habíamos imaginado que nos costaría tanto.
Me acerqué a Dimitri, tratando de mantener la calma a pesar de la tormenta de emociones que se desataba dentro de mí. Su mirada se encontró con la mía, y pude ver la preocupación en sus ojos, mezclada con el dolor de sus heridas.
-Dimitri -dije, tomando su mano con suavidad-. ¿Cómo te sientes?
Él intentó sonreír, pero el esfuerzo solo hizo que se tensara más. -Estoy bien, considerando las circunstancias. No es la primera vez que paso por esto, pero no me gusta ver cómo estás.
El dolor en su voz me hizo darme cuenta de cuánto había estado sufriendo, tanto física como emocionalmente. Su preocupación por mí en medio de su propio sufrimiento solo aumentó mi angustia. Sabía que, a pesar de nuestra victoria, la realidad de nuestro estilo de vida era innegable: siempre estaría lleno de peligro y sacrificio.
Me volví hacia Giovanni, que estaba de pie cerca, rodeado por sus hombres y tratando de procesar la pérdida de Marco. Su expresión era un retrato de agotamiento y desolación. Caminé hacia él y lo abracé, buscando ofrecerle algo de consuelo en medio de su dolor.
-Lo siento mucho, Giovanni -le dije, mi voz quebrándose-. Marco era un hombre valiente, y su pérdida es una tragedia para todos nosotros.
Giovanni apretó el abrazo, su silencio hablando más que cualquier palabra. No necesitaba decir nada para que entendiera la magnitud de su dolor. La vida en el mundo del crimen estaba marcada por la pérdida, y aunque sabíamos que esta era una posibilidad constante, enfrentarla en carne propia era una experiencia desgarradora.
Nos sentamos juntos en un rincón apartado del puerto, mientras los equipos de recuperación trabajaban alrededor. La victoria sobre Malone no había traído la paz que habíamos esperado. En cambio, nos había dejado con un recordatorio brutal de los costos de nuestra vida. Cada victoria, cada logro, parecía venir con un precio demasiado alto.
A medida que el sol se alzaba más alto en el cielo, el puerto empezaba a despertar de su pesadilla nocturna. El trabajo de limpieza y recuperación estaba en marcha, y mientras observaba la escena, me di cuenta de la magnitud de lo que habíamos pasado. La vida que habíamos elegido, o que nos había elegido, estaba llena de sombras y desafíos, y no había forma de escapar de la realidad que nos envolvía.
La batalla con Malone había sido una prueba de nuestra fortaleza y resistencia, pero también había revelado las duras realidades de nuestra existencia. La vida en el mundo del crimen estaba siempre en equilibrio inestable, y aunque habíamos logrado una victoria, las consecuencias estaban lejos de ser ignoradas.
Mientras trataba de procesar todo lo que había sucedido, me di cuenta de que, a pesar del amor y la lealtad que sentía por Giovanni y Dimitri, este mundo siempre nos mantendría al borde del abismo. La realidad de nuestras vidas estaba marcada por el peligro constante, y aunque luchábamos por proteger lo que amábamos, sabíamos que el costo de hacerlo era a menudo demasiado alto.
La visión de Dimitri herido y de Giovanni lamentando la pérdida de su amigo era un recordatorio constante de que la victoria en nuestro mundo no era más que una pausa en el ciclo interminable de lucha y sacrificio. Aunque el futuro seguía siendo incierto y lleno de desafíos, mi determinación de estar a su lado y enfrentar lo que viniera seguía siendo firme. La vida en este mundo siempre sería dura, pero con Giovanni y Dimitri a mi lado, sabíamos que enfrentaríamos cada prueba con la misma determinación que nos había llevado hasta aquí.