Entre dos Mundos

07

Naomi abrió los ojos en cuanto sintió su cuerpo algo entumecido, poco a poco parpadeó hasta que pudo enfocar la vista notando que el resplandor que percibía parecía provenir de un lugar bastante iluminado. Frunció el ceño volteando a los lados con lentitud para darse cuenta de que una burbuja la rodeaba, una que mantenía el agua y los animales del sitio lejos dándole total comodidad y tan veloz como un rayo fue que se puso de pie boqueando como un niño cuando ve por primera vez una nevada o el mar; no podía creerlo, no era cierto, ¿Cómo era aquello posible? Caminó un par de pasos hasta la columna de agua que se levantaba a su alrededor, las yemas de sus dedos rozaron el líquido mojando y salpicándola, acercó su rostro tanto como pudo para ver que el suelo que pisaba estaba lleno de corales fuera de esa burbuja, abundaban los colores llamativos, bancos de peces iban y venían y por sobre su cabeza podían verse sombras moverse con lentitud, parsimonia total en su andar.

—Mantarrayas… Son mantarrayas —murmuró estupefacta viendo hacia arriba para sonreír como una tonta.

¡Lo más asombroso que podía ver en su vida estaba sucediendo!

¡Las mantarrayas nadaban por sobre ella!

Desde la distancia, Barnabas veía el comportamiento de la chica frente a algo que desafiaba todas las probabilidades de su existencia, quería saber qué tanto podía aceptar todas esas maravillas siendo de la especie humana que es conocida por no aceptar los grandes cambios o por no saber cómo manejar las emociones en torno a algo que no tiene explicación científica aparente, y para su sorpresa, Naomi estaba reaccionando mejor de lo que esperaba, en verdad; hubiera preferido que se asustara, que no quisiera seguir allí, tal vez, que comenzara a hacer preguntas o a gritar por ayuda al saberse sumergida en tales profundidades, pero no, la jovencita sonreía encantada y hasta había traspasado la barrera con sus manos para juguetear con los peces coloridos que se acercaban curiosos a verla, ¡Naomi parecía haber sido hecha para el océano! O para él…

—Qué interesante chiquilla —sonrió el Príncipe del Océano nadando hacia la burbuja siendo visto por Naomi que se sorprendió—. ¿No te dije que debías tener más cuidado?

—Te juro que iba a irme, estaba camino a casa cuando la tormenta comenzó, por cierto, ¿Qué sucedió?

—La tormenta es una de las más peligrosas y fuertes, incluso en mi pueblo se le teme, no nos acercamos a la superficie cuando llega —ingresó en la burbuja quedando su cabello adherido a su nuca y rostro—. Tu barco fue engullido por el océano, caíste al fondo en la peor parte del oleaje.

—Si es tan peligrosa esa tormenta que hasta ustedes prefieren tomar distancia, ¿Por qué estás aquí? —murmuró viéndolo con seriedad.

—Porque no te podía dejar morir, sabía que estarías en problemas y fui por ti —suspiró—. Esta burbuja te permite respirar, estamos muy lejos de aire fresco para ti.

—Fuiste por mí… Gracias, en verdad —sonrió en grande—. No pensé que vería mantarrayas tan de cerca, ¡Son hermosas!

—Acabo de decirte que estás a metros bajo el nivel del mar, tienes una burbuja que te recubre para poder estar viva, ¿y solo vas a decirme que las mantarrayas son hermosas? —se mofó algo incrédulo.

—Después de todo lo que he visto y lo que me has dicho, no puedo sorprenderme por esto —negó acercándose con una leve sonrisa—. De verdad te agradezco que no me dejaras morir y lamento los inconvenientes.

—No han sido inconvenientes, admito que no es lo que esperaba para mis días pero no me molesta —observó detrás de la joven, André se acercaba con una sonrisa anunciando que había conseguido lo que quería—. Mi amigo está aquí.

—¿Qué? —al voltear y ver atravesar el muro de agua a ese hombre de gran sonrisa Naomi no pudo evitar esconderse detrás de Barnabas, ya no podía tenerle confianza a cualquier que le sonriera que no fuera su salvador—. ¿Por qué está aquí? ¿Qué quiere?

—Tranquila, humana —rió bajo—. No voy a hacerte daño, soy un pacifista, además, no puedo tocar a la Enchanté del Príncipe.

—¿El qué de quién? —ella frunció el ceño.

—Pues el amor de…

—Calla, deja de hablar —Barnabas intervino con un tic en el ojo, no quería que de momento se supiera algo al respecto sobre ese tema—. ¿Trajiste lo que necesitamos?

—Sí, así es. Alaian me entregó una buena ración, podemos usarla y ver qué tal va, luego veremos si se puede o no llevar a Pavlopetri —André se acercó tomando las algas de un pequeño bolso que llevaba consigo, terminó cerrando la distancia con Naomi intentando colocarle las algas alrededor del cuello pero la humana fue jalada con rapidez por Barnabas hasta tenerla pegada a su pecho—. Cálmate.

—No te le acerques tanto, puedo hacer la tarea yo mismo —el Príncipe lo observó algo molesto más la risa baja de André logró sacarle una avergonzada sonrisa—. Lo siento, no quise…

—Descuida, sé que es normal ponerse algo territoriales cuando están con… Ya sabes —se encogió de hombros—. Entonces, regresaré para darles tiempo y resolver esto. Tu hermano ha estado preguntando por ti.

—De acuerdo, no digas nada —pidió Barnabas viendo a su amigo guiñar un ojo en señal afirmativa para luego de un salto regresar al agua dejando atrás la burbuja de aire.

—¿Es tu novio? —Naomi preguntó interesado tras verlos.




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