Inhor se encontraba ahora mismo en una gran disyuntiva, por un lado quería echar cuánto antes a la joven que había irrumpido en el océano creyéndose con ese derecho solo por poder navegarlo, pero por otro, no quería hacer algo que no fuera aprobado por su padre por lo que se limitaba a examinar la situación, encontrar posibles riesgos y luego, cuando todo estuviera cien por ciento seguro podría relajarse un poco; se encontraba observando a Naomi de frente, con poco espacio entre ambos mientras varios de sus soldados marinos los rodeaban protegiéndolos y claro, a Barnabas por igual que se hallaba un poco más retirado por pedido del príncipe mayor, Inhor se hacía muchas preguntas, ¿Quién era ella? ¿de dónde salió? ¿Cómo es que tiene en su poder las alfas Petri y quién se las facilitó? Y lo más importante, ¿Por qué Barnabas lo dejó llegar hasta tan lejos en su recorrido?
Muchas preguntas surcaban la mente del heredero mayor quién intentaba descubrir alguna clase de trampa, alguna artimaña de parte de la muchacha que frente a él parecía nerviosa y poco a gusto con el escrutinio; Naomi, por su parte, se preguntaba qué era lo que sucedería a partir de ahora, al parecer el príncipe mayor no estaba de acuerdo con su presencia en el lugar, temía que la enviara de regreso puesto que ya estaba lejos de la costa más cercana, no creía ser capaz de nadar hasta ella y lo peor de todo era que no quería alejarse de ese maravilloso mundo. Quería saber más, ver más, conocer y aventurarse a hallar más tesoros mágicos como el saber de un reino en las profundidades del océano o el hecho de que existía una civilización con poderes asombrosos, pero, por sobre todas las cosas que pudiera querer en ese momento, deseaba compartir más tiempo con Barnabas y no pudo evitar observarlo preocupada, quería volver a abrazarlo como lo hizo antes.
Inhor tomó el mentón de Naomi obligándola a regresar la atención a él, la escaneó de arriba abajo con detenimiento, evaluando sus ojos, la forma en que mira, sus expresiones y reacciones a ese momento para luego, al final, llegar a las algas alrededor de su cuello.
—Eres humana —soltó sin más.
—Sí, lo soy —asintió al verse liberado su rostro de la mano ajena.
—¿Cómo te llamas?
—Naomi —la azabache observó de reojo a los soldados que con disimulo le apuntaba con sus espadas.
—Bien, Naomi, ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo es que llegaste hasta estas profundidades? ¿Qué es lo qu esperas encontrar aquí? Siempre que un humano desciende a las aguas es en busca de algo. Siempre. —elevó una ceja.
—Me marchaba a casa cuando la tormenta me sorprendió, caí por la borda y me hundí, de no haber sido por Barnabas no habría sobrevivido —murmuró.
—Mi hermano es un ser benevolente y compasiva, es por ello por lo que estás viva, aunque me parece noble y destacable, no quita que eres un ser humano y que no puedo confiar en ti hasta tener la certeza de tu historia —suspiró volteando, dando señales a sus guardias que comenzaron a acatarlas preparándose en formación para volver a Pavlopetri—. Es una cuestión de seguridad.
Barnabas, por su parte, solo podía esperar a cierta distancia viendo con ojo minucioso lo que acontecía, en términos de rango su hermano tenía el mando y debía acatarlo cuando le daba órdenes, pero no quería decir que no estuviera hirviendo en cólera en ese preciso instante por la forma en la que estaban tratando a Naomi, ¡Parecía un criminal! No entendía por qué de pronto su hermano estaba actuando de esa manera luego de haber salvado a la joven de las bestias de las fosas.
—Bien, espero que sepas comprender, Naomi, tengo un pueblo que proteger junto a mi familia, y tú, no eres conocida por ser samaritana, tu raza es bastante conflictiva —habló Inhor regresando la atención a ella—. Esto será por un breve período de tiempo, el que necesitamos para ingresar a nuestro reino sin que tengas conocimientos de sus caminos.
—¿Qué cosa? ¿De qué está hablan-…? —Naomi se detuvo jadeando por una repentina punzada en su cuello la cual atravesó las algas que lo rodeaban para que pudiera respirar, de pronto se adormecía, su cuerpo se entumecía perdiendo fuerza, estabilidad y consciencia, comenzaba a dejar de flotar por su cuenta—. ¿Qué me…? ¿Qué me hizo?
—¡Inhor, detente! —Barnabas intentó acercarse en cuanto vio la escena pero los guardias lo retuvieron.
—Qué ligera eres —el pelirosa cargó con facilidad a Naomi en sus brazos viéndola casi dormida, la muchacha le devolvió la mirada con dificultad en una clara interrogante de lo que sucedía—. Mi cuerpo tiene la capacidad de crear todo tipo de venenos y toxinas que se generan en el océano, así como mi hermano controla las corrientes y otros detalles. Te he inyectado algo que te quitará fuerzas por un rato, pero no te preocupes, volverás a despertar para responder algunas preguntas.
Del cuerpo de Inhor podían verse algo similar a púas que habían emergido con rapidez e incluso de sus manos siendo esta su forma de defensa, sus armas en la batalla, su forma de inyectar veneno o paralizante, poco a poco desaparecían regresando a su interior.
—No… No quiero dormir…
—Lo siento, pero hemos protegido el secreto de nuestro pueblo durante muchos milenios, tú no vas a ser la excepción a ello —negó con mirada comprensiva—. Duerme ya.
—¡Alteza! Esa chica es inofensiva, no tiene que tomar estas medidas, además, es el ench-… —André quiso defender pero la mirada de advertencia de Barnabas desde donde se hallaba le hizo saber que no quería que se supiera su conexión con ella. No todavía.
#2574 en Fantasía
#1141 en Personajes sobrenaturales
fantasa romance personajes sobrenatural, fantasía romance acción aventura
Editado: 12.08.2025