Entre dos mundos

Capítulo 1 - El susurro del manuscrito

La lluvia golpeaba suavemente los ventanales de la antigua biblioteca. Elena acariciaba las páginas de un libro desgastado, con esa devoción que otros reservaban para las joyas o las reliquias. Siempre había sentido que los libros eran más que tinta y papel; eran puertas, secretos disfrazados de palabras.

Aquella tarde, mientras buscaba un tomo para su investigación, un destello extraño atrapó su atención. En el fondo de un pasillo olvidado, entre estantes cubiertos de polvo, descansaba un manuscrito sin título. Su cubierta de cuero estaba marcada con símbolos que nunca había visto, aunque despertaban en ella una sensación de familiaridad inquietante.

--Qué raro...--murmuró al tomarlo entre sus manos.

Al abrirlo, las letras no parecían escritas, sino vivas, como si se movieran sutilmente. Una calidez recorrió sus dedos, y un leve murmullo resonó en sus oidos, como un eco lejano que pronunciaba su nombre.

"Elena..."

Su corazón dió un salto. Cerró el libro de golpe, asustada, pero la curiosidad fue más fuerte que el miedo. Lo volvió a abrir, y las palabras parecieron alinearse para ella, como si hubieran estado esperando el momento justo:

"Cuando la portadora despierte, la frontera entre los mundos caerá."

Una corriente de viento atravesó la sala, apagando algunas lámparas. Elena retrocedió, con el libro aún en las manos, cuando un círculo de luz comenzó a formarse bajo sus pies. Intentó gritar, pero el sonido se ahogó en su garganta.

De pronto, el piso desapareció, y la biblioteca se desvaneció en sombras.

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Despertó en un campo iluminado por dos lunas que brillaban sobre un cielo imposible. La hierba emitía un resplandor tenue, y en la distancia se alzaban torres de cristal que parecían tocar las estrellas.

--No puede ser... estoy soñando.--susurró.

Un crujido detrás de ella la hizo girar. Entre los árboles emergió una figura alta, con armadura oscura y ojos plateados que la observaban con intensidad. Su porte era imponente, pero lo que más la desconcertó fue que parecía reconocerla.

--Al fin llegaste.--dijo él con voz grave, casi como un juramento.

--¿Quién... quién eres?

--Mi nombre es Kael. Soy tu guardián.

Elena dió un paso atrás, confundida, mientras el extraño se inclinaba apenas en señal de respeto. Aquella palabra -- guardián -- resonó dentro de ella con un eco tan profundo que supo que nada volvería a ser igual.




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