—Brown decide cambiar el hilo de la conversación, intentando averiguar más sobre Virginia, pero sus intentos no tuvieron éxito…
—Creo que es suficiente por hoy —exclamó Virginia un tanto cansada, cansada de no ser comprendida, de que le tomaran el pelo como si todavía tuviera 13 años.
Virginia se dirige a casa, como siempre sujetando el volante con ansiedad, llena de pensamientos que lejos de darle una luz, lo que hacían era incrementar su desesperación, su cuerpo estaba caliente, de rabia, de ira, siempre una impotencia que se apoderaba de ella. Los recuerdos de su infancia empezaron a aparecer, pero nada pasaba, llegaba siempre, al mismo punto ciego. Manejaba sin rumbo y decidió parar, así como si de pronto hubiera tenido una gran idea, pero no era nada más que un comportamiento errante, sin sentido. Freno el carro frente a un centro comercial, caminó por horas, escaleras arriba, escaleras abajo, hasta que por fin algo llama su atención, por fin algo la haría salir del trance en el que se encontraba Virginia, se había parado frente a una vidriera, a mirar aquello que atrapaba su atención tan poderosamente, lejos de ser una joya, algo de moda por lo que cualquier mujer vanidosa se detendría, era cualquier cosa menos algo de mujer, sino más bien algo que cualquier niña le encantaría poseer, una muñeca tan hermosa¡ con aquel vestido rosa un cabello castaño y ojos grandes llenos de pestañas, y que grande y bella muñeca¡…
— ¿Qué precio tiene la muñeca de la exhibición? —preguntó Virginia a la vendedora, irrumpiendo de forma abrupta dentro de la juguetería, sin esperar que la joven a quién se dirigía, terminara de atender a la otra persona, tampoco dejó que respondiera…—Me la llevo de todas maneras, me encantan las muñecas¡ La vendedora procedió a buscar la muñeca, realmente otra, una réplica colocada en los estantes, habían tantas, con vestidos de otros colores, pero al fin era la misma muñeca…Virginia sujeto la caja y miro esta otra muñeca—No es igual— sentenció—Quiero la que esta exhibida por favor¡ —Aunque era exactamente la misma muñeca, parecía encontrarle algo, algo que no era igual. La vendedora con cara de confusión, no hizo más que acercarse y complacer a Virginia, quién al sostener la caja, esta vez parecía complacida, abrió un poco los ojos y hasta sonrió, era una sonrisa desquiciada, que no pasó desapercibida para la vendedora, quién hasta se sintió incomoda.
Virginia paga en efectivo y se va tan pronto como puede, casi con desesperación por sacar la muñeca de la caja, cual niña inquieta por estrenar su nuevo juguete. Maneja de nuevo, esta vez, con una extraña calma, sin la ansiedad de hace minutos atrás.
Llega a la casa y no ve a nadie, así que respira aliviada, no quería ser descubierta, o que alguien le increpara por haber comprado una muñeca, como si fuera un delito. Virginia sentía algo, no sabía que era, pero aquella muñeca era la clave, Virginia sin saberlo, tenía el instrumento que la llevaría a una terrible verdad, una verdad atroz, oculta en su mente, una verdad convertida en secreto, que desataría una ira imparable.
Entonces…Se acerca a la cama pone la caja sobre esta y la empieza a romper con desesperación, luchando un poco, termina por sacar la muñeca, luego se sienta en la cama sosteniéndola con ambas manos…—Recuerdo que siempre teníamos cientos de muñecas, pero nunca iguales como nosotras—Pensó Virginia para sus adentros refiriéndose a ella y a su hermana Vivian, mientras la levantaba a la altura de su rostro, aproximó la muñeca hacia ella, para oler así aquel juguete, ese olor a juguete nuevo que impregnaba sus fosas nasales, ese olor fascinante la transportó como por arte de magia a la infancia olvidada, aquella parte que había sido borrada apareció y se mostró más clara que nunca.
Los ojos de Virginia se abrieron tanto, su corazón palpitaba esta vez, demasiado rápido, un sudor frío, y un vacío que llegó a su estómago, aquel recuerdo que llego como un disparó al pecho, ese recuerdo volvió más vivo que nunca, y tras ese luego vino otro y otro más. Nunca antes todo había tenido tanto sentido.
Virginia se levanta de la cama par de minutos después, todos los objetos de la habitación fueron lanzados con furia, se llevaba las manos a la cabeza ‹‹Maldita›› —decía en voz alta. Tenía rato despotricando, gritaba, mientras Marta escuchaba desde la parte de debajo de la casa, los objetos romperse dentro de la habitación.
Hasta que Virginia escucha un carro estacionarse, se asoma por la ventana y ve que es su hermana Viviam, pero no venía sola, sino acompañada de Dorian, la sorpresa era que era él quien manejaba y parecía que discutían, la sangre volvió a hervir en Virginia, aun así, permaneció en la habitación, escucho perfectamente que ambos subieron escaleras arriba y se encerraron en la habitación de ella.