EL RETORNO
“Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.”
—Pablo Neruda
El día llegaba, un inmenso gozo invadía mi ser, nunca había sentido la alegría que siento ahora, los sentimientos que me invaden —Virginia despertaba apacible y satisfecha con la compañía, tocaba la cama, de pronto sintió un beso en su cabeza, ella sonrió
—Creo que esta noche si dormiste bien, tenías una sonrisa al despertar —los ojos de Virginia se abrieron como platos, un vació invadió su estómago, el susto y el miedo se apoderaron de ella—la voz dulce de David, se había ido en su lugar estaba la de Dorian ¡Si Dorian, Virginia viró la cabeza, se le quedó mirando mientras este se levantaba de la cama, mientras este se bañaba se apresuró a vestirse, pero …Ni si quiera sabía dónde estaba, no conocía esta habitación, abrió el armario y se quedó allí parada, empezó a llorar descontrolada, caminaba por toda la extraña habitación, desordenó toda la ropa buscando que usar, nada le era familiar.
—¿Quieres ducharte conmigo? Se oye Dorian desde el baño
— ¡ey ¡Amor ¿por qué no vienes?
—Virginia esta aterrada, ni si quiera puede fingir — ¿Y ahora qué hago? No, no, no por favor ¡—hablaba sola.
Dorian sale del baño y se acerca a ella, le besa el cuello por la parte de atrás mientras la abraza, Virginia entra en pánico, esos besos que alguna vez deseo ya no le eran agradables, sentía que Dorian era un perfecto extraño, se sacudió con la excusa de que estaba apurada, entro al baño, cerró la puerta y colocó el cerrojo
— ¿Acabas de pasar el cerrojo? ¿Te ocurre algo? – exclama Dorian
—Mmm es solo que creo que estoy mal del estómago ¡solo eso ¡
En realidad lo que sentí en su estómago era un terrible vacío, un miedo terrible, estaba en una casa desconocida con un hombre que alguna vez conoció, y no solo eso sino que además estaba casada con él, pero sentía que todo esto era un mundo extraño, se había adaptado tan rápido al su otra vida, una vida mucho mejor que esta, en donde además había conocido el verdadero amor, no podía soportar tener que vivir para siempre en este mundo, y no volver a ver a David, quería llorar y gritar pero Dorian estaba allí.
—¿Estas bien? —exclama Dorian.
—Sí, sí, si —replica Virginia.
—Me iré a la oficina, hoy llegaré tarde —Exclama Dorian.
Finalmente entra a la ducha, mientras lo hace piensa desesperadamente:
—Debo encontrar a David ¡debo hacer lo que sea para regresar, ¿pero ¿cómo? ¿Cómo? Ya se ¡Primero lo buscaré en la cafetería, espero encontrarlo allí, sino, entonces iré al auditorio donde da sus conferencias, si, si allí tiene que estar ¡mi última opción será el chalet, aunque me queda muy lejos, mientras el agua caía sobre su cabeza Virginia estaba sumergida en sus pensamientos, repasaba esas tres opciones, una y otra vez, repetitivamente, de una forma obsesiva, había perdido el control de sí misma.
Virginia se viste, era como usar la ropa de otra persona, por lo menos físicamente era igual, Dorian se había ido a trabajar, así que tenía el camino libre, sale del dormitorio sin reconocer absolutamente nada, las fotografías del matrimonio estaban ahí justo como antes, pero este departamento no lo conocía, antes de que todo comenzara, ambos vivían en la casa de sus padres este lugar era nuevo para ella, no fue difícil encontrar la puerta de entrada, bajo las escaleras eran 5 pisos, al llegar a la recepción el vigilante la saludo.
—Buenos días Sra. ¿Cómo está?
—Muy bien, gracias- responde dudosa, era obvio que no reconocía ni al vigilante ni si quiera a su propio esposo, quien se mostraba más atento de lo normal o de lo que ella recordaba.
Debo apresurarme, debo encontrar a David, debo ir rápido —al parecer el cafetín era el mismo, aunque con sillas de otro color, solo hay un señor en una mesa, y una señora junto a un niño en otra, en la parte de afuera, donde ella y David habían tenido aquella agradable platica, no había rastro de David— pero seguro puede estar dando una conferencia quizás.
Corre aún más rápido ya que sabe que a solo unos pocos metros está el edificio, estaba allí, respira aliviada Virginia, sube hasta el último piso e ignora la publicidad que está justo afuera, entra al auditorio y ve que está lleno de gente con las luces ya apagadas, las manos le sudan, de repente se enciende una luz en la tarima, las cortinas se abren y en vez de una charla, comienza a sonar una música estruendosa, toda una orquesta, Virginia abre la boca lentamente, sorprendida…