Capítulo 8: Cazadores de Sueños

El sol surgía por el horizonte, bañando Constantinopla en una luz dorada que iluminaba las antiguas murallas y el esplendor de la ciudad. Sin embargo, en el corazón de Eleni, la esperanza y la ansiedad chocaban como dos fuerzas antagónicas. El eco de las palabras de Kadir y la promesa de un futuro en paz resonaba en su mente mientras se preparaban para la reunión con los líderes, donde tendrían que presentar formalmente su plan para la paz.

Hoy, el destino de su ciudad y su amor pendía de un hilo. El tiempo apremiaba, y el día prometía ser decisivo. Eleni se despertó con un profundo sentimiento de responsabilidad, consciente de que todo lo que había amado estaba en juego. Con determinación, se arregló frente al espejo, los destellos de luz reflejándose en sus ojos mientras pensaba en lo que iban a enfrentar.

Al llegar al punto designado, la plaza central del parque, el ambiente comenzaba a ser un frenesí. Nobleza, guerreros y ciudadanos comunes se congregaban, todos con miradas ansiosas y expresiones tensas. Algunos venían llenos de dudas; otros, decididos a ver el fin de la guerra. El bullicio se mezclaba en una cacofonía de murmullos, pero la esencia de la esperanza también se sentía en el aire.

“Hoy es el día, Eleni”, dijo Kadir, acercándose a ella con una sonrisa que le infundía confianza. “Estamos aquí para ser cazadores de sueños”.

“Cazadores de sueños…” repitió ella, sintiendo que el término resonaba profundamente en su corazón. “Cazadores de sueños, no solo por nosotros, sino por todos aquellos que han sufrido por esta guerra sin sentido”.

Juntos, se adentraron en el centro, enfrentando las miradas de los nobles que se habían reunido para decidir el futuro de su pueblo. En ese mar de incertidumbre, Eleni y Kadir se sintieron como dos islotes de esperanza en un océano de amargura.

Al iniciar la reunión, muchos de los presentes se miraron con recelo. La tradición dictaba que los otomano eran enemigos, y ambas partes llevaban heridas que parecían imposibles de sanar. Sin embargo, la voz de Nikolai resonó con autoridad. “Hoy estamos aquí no solo para hablar de la guerra, sino para construir un puente entre lo que nos divide”.

La idea resonó en la multitud, y Eleni tomó una respiración profunda. “No necesitamos más derramamiento de sangre. Cada día que pasa significa más vidas perdidas, más sueños destruidos”, dijo, sintiendo la urgencia en su voz.

Mientras Eleni expuso su corazón ante los presentes, las palabras fluyeron con libertad, y su pasión comenzó a transformarse en un torrente de cambios. “En lugar de ver el amor como una traición, permítanlo como fuerza. Si podemos fomentar estos lazos, podemos crear un futuro donde coexistamos en paz”.

El murmullo se intensificó, y algunos nobles comenzaron a elevar la voz en oposición, mientras otros hacían eco de su deseo por la paz. Las emociones vibraban en el aire mientras las historias pasadas se entrelazaban con el presente y el futuro.

“Lo que proponemos no es solo un pacto de paz; es un nuevo comienzo. Un cambio en la narrativa que ha marcado nuestras vidas durante mucho tiempo”, afirmaba Kadir, defendiendo la culminación de aquellas palabras.

Pero a medida que las palabras de apoyo comenzaron a resonar, las voces de desconfianza aún retumbaban. Un noble de pensamiento rígido se levantó y gritó: “¿Y qué pasa si esto es solo un truco? ¿Cómo sabemos que esta unión entre su amor y nuestra historia es más que una ilusión? ¡Los otomanos jamás serán dignos de nuestra confianza!”.

Las viejas heridas del pasado reverberaban en su respuesta, y la concurrencia se sintió dividida. Eleni sintió que su corazón se ahogaba mientras la tensión aumentaba. Las emociones estaban desatadas; el pasado luchaba contra el futuro, y se necesitaba una chispa que desencadenase el cambio.

Fue en ese momento cuando el anciano guerrero que había apoyado a Kadir y Eleni se levantó nuevamente. Su voz era fuerte y sabia. “La lección aquí es que a menudo los cazadores de sueños no son solo los que persiguen ideales, sino también aquellos que enfrentan el miedo y, a pesar de ello, deciden tomar un rumbo diferente”.

Mientras sus palabras resonaban, Eleni sintió un profundo eco en su interior. “Es el momento de abrir los ojos; reconocer que el verdadero enemigo no es la otra parte, sino el miedo en nuestros corazones. Y el amor tiene el poder de erradicar eso”.

Y así, en medio de la turbulenta reunión, se desplegó una lucha interna que fue más allá de cualquier palabra escrita. Eleni y Kadir comenzaron a notar que la conexión entre los nobles de ambos lados se extendía más allá de los desacuerdos, más allá de la historia. La comprensión empezó a surgir, como si la incredulidad se estuviese abriendo paso hacia la curiosidad.

Mientras tanto, el tiempo avanzaba, y Eleni sintió que el momento crucial se acercaba. “Podemos elegir convertirnos en cazadores de sueños juntos, tejiendo una nueva historia que hable de unión en lugar de división. La clave radica en el entendimiento entre nosotros”.

Finalmente, algunos nobles comenzaron a murmurar en voz baja, reconociendo la verdad de las palabras de Eleni. Poco a poco, comenzó a gestarse un cambio. Algunos estaban dispuestos a considerar la idea de la paz, como si una pequeña llama hubiera empezado a arder en sus corazones.

A medida que el ambiente se calmaba, Eleni notó que Kadir a su lado sostenía su mano con fuerza. El compromiso de permanecer unidos, tanto en la lucha como en el amor, era inquebrantable.

Finalmente, uno de los nobles más venerados dio un paso al frente. “Si hay un camino hacia la paz, estoy dispuesto a escucharlo. Pero esto no puede ser una ilusión; debe ser un pacto real; un sueño tangible que todos compartamos”, afirmó, en un tono que resonó con fuerza.

Así comenzó la construcción del pacto, el esfuerzo por entrelazar las esperanzas y objetivos de ambas partes. Se discutieron los términos durante largas horas, y aunque hubo desacuerdos, el deseo de avanzar hacia la paz ya se había sembrado.