Entre el amor y el odio

Capitulo 33: Pesadilla

Un lugar tranquilo es lo que necesitaba donde me olvidaría de todo para dar paso a aclarar mis sentimientos, ya era de noche estaba sentada sobre la arena y escuchaba las olas del mar y su brisa embriagadora. Sentía como la tranquilidad llegaba a mi alma.

Temía a Aceptar lo que me había negado a hacerlo hace tiempo y es que desde hace mucho ya no sentía lo Mismo por Gael,  hasta hoy he llegado al punto al que ni siquiera sé en que momento dejé de amarlo,  en que momento todo eso lo que algún día asegure se esfumó.  Ahora de solo pensar en Gabriel sentía como mi corazón latía desbocadamente me hacía sentir única y especial,  su mirada penetrante que con solo una mirada me hacía estremecer y sacar una sonrisa, su manera de tratarme tan dulce era difícil de olvidar sin contar sus consejos y los momentos que hemos compartido desde niños que siempre serán parte de mi ser hasta el último día de mi vida.

Sus labios, todo de él me encantaba y no veía mi vida sin verlo sin hablar o Reír con el por horas era una sensación indescriptible y Difícil de olvidar.
Cecilia estaba en el hotel había gente de su organización en la búsqueda de aquella persona debía encontrarla antes de todo fuera demasiado tarde.

Cecilia- Maldición!  Tiene que aparecer -dijo frustrada.

Hace rato había hablado con Ignacio quién le preguntó cuando regresaba solo se limitó a Decirle que tardaría unos días más.

En la cena había Estado tensa su madre notó Su semblante la conocía perfectamente. Aunque ella se había dedicado a jugar con su hijo ,  después que lo durmió fue a su habitación su alistó para dormir no había dejado de pensar en aquel beso que se dio con Miguel la hizo sentir tanto.  Ahora el sabía que habían pasado la noche juntos, por suerte aún tomaba sus pastillas anticonceptivas eso era un alivio para ella.

Fátima se  acercó a su hija la conocía sabía perfectamente que algo le pasaba- Hija te pasa algo? -dijo sentandose en la cama a lado de ella.

Paula negó con su característica terquedad, su madre la abrazó y la acuno acariciando su cabello como cuando era pequeña.

Fátima - Puedes contarme lo que sea -dijo tratando de hacer que hablará- Lo que a ti te pase siempre me importará-dijo y Paula la Miró.

Paula- Prometes no juzgarme, no lo soportaría-dijo con voz audible,  sentía un nudo en su garganta- su madre asintió dulcemente con una ligera sonrisa inspirándose confianza, respiro profundo antes de hablar- Volví a entregarme a él-dijo con lágrimas en los ojos que había aguantado el resto del día, su madre fruncio el ceño sorprendida.

Fatima- Paula estuviste con ese hombre Miguel Cano cierto?-Paula asintió, instintivamente la abrazó a pesar de todo su hija la necesitaba.

Paula - Fue aquella noche de la fiesta mamá,  me sentí tan plena, deseada -dijo recordando cada detalle - hay algo peor-su madre la miro atentamente- Me di cuenta que lo amo, estoy enamorada de él-dijo sintiendo como se quitaba un peso de encima.

Fátima la abrazó aún más por una parte le alegraba que su hija se volviera a enamorar pero no quería verla sufrir más como cuando estaba casada con Gabriel- Hija mía te has vuelto a enamorar y no es de cualquier hombre sino que se trata del Papa de arturito- Paula asintió y sonrió su hijo era su mayor Tesoro amaba admirarlo era tan parecido a su padre temperamental, de seguro cuando crezca sería igual que él no cabía dudas- Y ese hombre lo sabe que lo amas? - Paula negó.

Paula- No,  no me atrevería a decírselo mamá creo que él está enamorado de alguién más y lo menos que quiero es sufrir más por amor-dijo segura de sus palabras- Por ahora lo más importante es mi hijo con su amor basta.

Fatima- Paula hija-le tomó la mano- Debes decirle a Miguel que es el padre de tu hijo antes de que sea demasiado tarde,  se ve que adora a arturito y que hablar de él que hasta papá lo llama - dijo sonriendo.

Paula- Es complicado mamá, Miguel Cano tiene un temperamento fuerte e imponente y cuando algo lo hace enojar no me quiero ni imaginar que hará cuando sepa la verdad, querrá seguro vengarse de mí quitándome a mi bebé y no lo soportaría-dijo otra vez con el miedo que la invadía y que impedía decirle todo.

Miguel estaba en su sofá bebiendo una Copa de whisky la necesitaba, desde que llegó no había dejado de pensar en lo que pasó con Paula aquella mujer que tenía en la cabeza y no hallaba como sacarsela jamás sintió eso con alguien más ni siquiera con Andrea a quién decía amar y ahora no sabía dónde había quedado aquello solo sabía que Paula estaba presente a todas horas,  su belleza, su sonrisa,  su mirada y la forma en la que abrazaba a su hijo de solo recordarlo lo hacía sonreír ese niño se había ganado su corazón con su ternura y su inocencia.

Miguel- Paula Salvaterra que me estas haciendo - dijo terminándose la Copa de golpe- Yo que quería alejarte y ahora como le hago -dijo mirando por la ventana la vista de la ciudad- Arturito te has ganado mi alma campeón-susurro para sí mismo.




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