Entre el amor y el poder

Capítulo 5

Mientras su chófer los llevaba a la escuela de sus hijos, ella no pudo evitar pensar en las palabras que le había dicho Yakin anteriormente y que, sobre todo, era una de esas situaciones más complicadas que había tenido en toda su vida. Kaleb, como siempre, tenía algo que hacer ese día, por lo que le tocaba ir a ella a dar la cara por sus hijos.

Observó la foto que tenía como fondo y la manera en la cual solo estaba ella con sus hijos. Ya ni sabía que haría con su vida, la verdad todo se le complicaba. Esperaba, de antemano, poder tomarse el tiempo de leer todo el expediente que tenía de las cuentas de su esposo en la fundación y otras empresas relacionadas.

— Papá no irá, ¿verdad? —su hija Aylan la sacó de sus pensamientos—. Nunca va a la escuela.

— Ni cómo ayudarlo —apretó el puente de su nariz—. Le dije todo lo relacionado con este día, pero él no quiso venir con ustedes, así que me da igual —Laisha suspiró—. Espero que todo salga bien, porque ustedes me darán muchas explicaciones si veo algo fuera de lo normal.

—Él nunca va a nada que tenga que ver con nosotros —Randall habló desde su asiento—. Es decir, Baris y yo —Laisha no pudo evitar mirarlo en silencio—. Es como si no fuéramos sus hijos, sino dos extraños.

—Hablaré con él, porque ahora mismo no sé ni qué decirles —confesó—. Si quieren, podemos ir a donde quieran.

— Queremos ir a la casa de los abuelos —Dustin habló—. No queremos estar con papá. Estamos cansados de sus excusas…

—Se harán las cosas como ustedes digan —sonrió hacia sus pequeños—. Le preguntaré primero a sus abuelos si pueden quedarse con ellos. Recuerden que en dos meses inician sus vacaciones de verano. Deben avisarme con tiempo si se van a quedar conmigo o se irán a los Estados Unidos con Jasha.

—La tía siempre tiene algo divertido que hacer —Aylan rio—. Me gusta ella.

—Me lo imagino, por algo está casada con Kadir —trató de disimular un poco su malestar—. ¿Se llevan del todo bien con sus primos?

— Sí, incluso con Yara —Randall se quedó un momento pensativo—. Es modelo y diseñadora de modas. Heredó todo lo de la tía Nicole.

—Así es, pero veremos que tal va todo —susurró.

Yara no era la hija biológica de su prima, pero era su copia humana en todo el sentido de la palabra. Iguales en todo, tanto en lo físico como en su personalidad… Lo único que tenían que no empataban, era que su prima era arquitecta y Yara siempre quiso ser diseñadora de modas. Lo estaba logrando sola, puesto que la pequeña hizo lo mismo que su prima, se desligó por completo del dinero de sus padres y trabajó durante los años que estuvo en la universidad.

Llegaron a la escuela en unos pocos minutos y ella estaba considerando notablemente el hecho de que Yakin siempre llegaba primero o al mismo tiempo que ella.

—Ese hombre siempre se le queda mirando a mamá —Varick entrecerró los ojos—. Es raro.

—Más raro que mamá ni se da cuenta de lo obvio —susurró Baris, y ella lo miró confundida—. Sería bueno entrar, no sé… piénselo.

Ella negó con la cabeza y caminó detrás de sus hijos. Era una reunión de rutina para ver las notas de sus hijos. Estrechó la mano del director, y este le indicó en dónde debía estar para que hablaran. Les hizo una seña a sus hijos de despedida y estos se fueron a sus respectivos cursos.

— Bonito trasero —Yakin se sentó a su lado—. Te ves demasiado hermosa.

— No vayas a comenzar con tus cosas —ella puso los ojos en blanco—. Solo he venido a ver que tal están mis hijos. Es todo. No sé ni siquiera porque te empeñas en molestarme tanto…

— Ni siquiera me has respondido que te dije hermosa —Yakin apoyó el codo en la mesa—. Te lo dije, eres una acosadora. Siempre llegas después de mí a los lugares.

— En serio, no sé qué tramas viniendo hoy a la escuela —ella pasó un trago en seco—. ¿No tienes que dirigir un partido?

— Pues el presidente está haciendo las gestiones para irse en menos de un año de la casa presidencial —él se alejó un poco de ella—. Ya te había dicho que siempre soy yo la persona que viene a las cosas de mis hijos. Me viste antes comprando las cosas de la despensa.

—Es raro verte en esas cosas —confesó, un poco más confiada—. Cuando éramos niños… bueno, yo —se apuntó—. No te importaba nada más que molestarme y casarte conmigo.

—Eran otros tiempos —Yakin frunció el ceño—. Ya estamos más en una edad en que todo cambia. Aunque, todavía se sigue usando eso de obligar a los niños a casarse si no quieren.

—Ni que lo digas —Laisha estaba tomando más confianza de la que deseaba, pero eso parecía no importarle—. ¿Tus hijos te han dicho por qué nos llamaron? —ella miró a su alrededor, dándose cuenta de que varias personas se le quedaban mirando—. No sé ni por qué estamos aquí en primer lugar.

— Es una simple reunión, tampoco es para que te portes tan infantil…

—Tengo cuarenta y no me comporto de una manera infantil —Laisha frunció el ceño un poco confundida—. Tú eres un anciano de casi cien que se comporta de una manera infantil…

— Lo dice la mujer que vive en un matrimonio que parece ser más una mentira que algo real —Yakin ladeó un poco la cabeza—. Sin embargo, no soy quién para meterme en la vida de las personas.

—Espero que no lo hagas —ella se alejó—. Hueles bien, síguete bañando.

Lo vio abrir la boca para quejarse de lo que ella había dicho, pero el rector de la escuela entró y otros padres por igual. Era una reunión de rutina, en dónde solo alaban a los hijos por ser unos genios y ella no pudo evitar sonreír ante eso.

Ella se puso de pie en cuanto el director les indicó que próximamente se haría un viaje con los estudiantes y que se les avisaría con al menos una semana o dos de anticipación para tener los permisos de ellos.

Sin embargo, cuando se disponía a irse para ver a sus hijos, vio que Yakin se quedaba sentado en el mismo sitio en completo silencio.

— ¿Estás bien? —preguntó Laisha y él negó con la cabeza—. ¿Qué sucede?




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