El sol brillaba intensamente sobre el campus deportivo del colegio, pero la luz del día contrastaba con la oscuridad que se desataba en el corazón de Thomas. Ian y Daniel, con las energías de Seraphiel y Azrael dentro de ellos, enfrentaban a su compañero, atrapado por el poder oscuro que Astaroth había lanzado sobre las almas liberadas.
El campus, antes un lugar de risas y juegos, ahora era un escenario de caos. Las sombras se arremolinaban alrededor de Thomas, sus ojos brillaban con una malicia desconocida mientras lanzaba olas de energía oscura que desgarraban el aire y el suelo.
-¡Thomas, por favor, detente! - gritó Ian, su voz desesperada resonando en el caos - No queremos hacerte daño, pero tenemos que detener esto.
Cada intento de acercarse a Thomas era recibido con una embestida de oscuridad, una tormenta de sombras que amenazaba con consumirlo todo. Los estudiantes corrían en todas direcciones, sus gritos llenando el aire con una cacofonía de miedo y confusión. El caos desatado era como un huracán de desesperación, una manifestación de la oscuridad que se había apoderado de Thomas.
- Daniel, necesitamos una estrategia - dijo Ian, sus ojos brillando con determinación - No podemos seguir defendiéndonos eternamente.
Daniel asintió, sus pensamientos trabajando rápidamente. La energía de Seraphiel dentro de él vibraba con una luz pura, un faro de esperanza en medio de la tormenta.
- Tenemos que encontrar una manera de liberar a Thomas sin herirlo - respondió Daniel, su voz firme - Debemos usar la luz de Seraphiel y de Azrael para contrarrestar la oscuridad.
Con una sincronización perfecta, Ian y Daniel se movieron como uno solo, sus pasos guiados por una combinación de habilidad y desesperación. Ian creó un escudo de luz, desviando los ataques de Thomas mientras Daniel se acercaba, su mano extendida hacia su amigo.
-Thomas, sé que estás ahí dentro - dijo Daniel, su voz resonando con una mezcla de amor y desesperación - Por favor, lucha contra la oscuridad.
Thomas, atrapado en su propia batalla interna, sintió la luz de Daniel rozar su alma. Por un breve momento, las sombras parecieron vacilar, y los ojos de Thomas mostraron un destello de reconocimiento.
-Daniel... - murmuró Thomas, su voz apenas un susurro entre el caos - Ayúdame...por favor ayúdame...
Aprovechando el momento de duda, Daniel intensificó la luz de Seraphiel, envolviendo a Thomas en un resplandor cálido y reconfortante. Las sombras lucharon por mantenerse, pero la luz pura comenzó a disiparlas, desvaneciendo la oscuridad que había consumido a Thomas.
-¡Sigue luchando, Thomas! -gritó Ian, su voz llena de esperanza - ¡Puedes hacerlo!
El campo deportivo se llenó de una luz brillante mientras la batalla alcanzaba su clímax. Las sombras fueron expulsadas una por una, y finalmente, con un último grito de desafío, Thomas cayó de rodillas, liberado de la oscuridad.
- Gracias... - dijo Thomas, su voz débil pero llena de gratitud- Gracias por no rendirte conmigo.
Mientras tanto, en las profundidades del abismo, Astaroth avanzaba con determinación. El lugar donde Hades estaba sellado era un laberinto de oscuridad y desolación, un reino donde el tiempo y el espacio se distorsionaban bajo la influencia de una energía maligna y antigua.
Las paredes de roca negra estaban cubiertas de inscripciones arcanas, y el aire estaba cargado con el peso de milenios de silencio y espera.
-Hades, señor del abismo, pronto serás libre - murmuró Astaroth, su voz resonando en las cavernas - Juntos, traeremos el caos y la destrucción a todos los reinos.
A medida que avanzaba, Astaroth se enfrentaba a una serie de obstáculos, cada uno más formidable que el anterior.
Los guardianes del sello, criaturas de sombras y fuego, se levantaron para detener su progreso. Con una furia implacable, Astaroth desató su poder, destruyendo a los guardianes uno por uno, sus gritos resonando en la oscuridad.
-Nada me detendrá - dijo Astaroth, sus ojos brillando con una malicia pura - Este abismo será nuestro dominio.
Finalmente, después de lo que parecieron horas de batalla y esfuerzo, Astaroth llegó al corazón del abismo, donde el poderoso sello de Hades se encontraba. Era un círculo de runas luminosas grabadas en el suelo, pulsando con una energía antigua y prohibida. En el centro, una figura oscura y colosal estaba encadenada, sus ojos cerrados en un sueño eterno.
-Hades, despierta - dijo Astaroth, extendiendo su mano hacia el sello - Es hora de reclamar tu poder y traer la destrucción que el mundo merece.
Con un gesto, Astaroth comenzó a deshacer las runas que mantenían a Hades sellado, su risa resonando en las profundidades del abismo. Sentía la energía del sello desvanecerse lentamente, una promesa de que el señor del abismo pronto sería libre.
Astaroth se encuentra de pie ante el sello, su mirada fija en la figura de Hades. La oscuridad en el abismo parecía intensificarse, preparándose para el despertar de una fuerza que podría alterar el equilibrio del universo.
Mientras tanto, en la superficie, Ian, Daniel y sus respectivos ángeles sentían un cambio en el aire, una premonición de que la verdadera batalla estaba apenas comenzando.
La esperanza seguía ardiendo en sus corazones, una chispa de resistencia que prometía no extinguirse.