Entre El Amor Y La Traición

El Renacer Del Terror Antigüo

El centro comercial, un lugar de alegría y cotidianidad, se había convertido en un campo de batalla, un lienzo de caos y desesperación. Ian y Daniel, con Azrael y Seraphiel dentro de ellos, se enfrentaban a la chica poseída por la oscuridad, cuyo poder de telequinesis transformaba todo a su alrededor en armas potenciales.

El aire estaba cargado de tensión y energía oscura. Las luces del centro comercial parpadeaban y chisporroteaban, arrojando sombras que danzaban como espectros en las paredes.

La chica, envuelta en una aura negra, levantó sus manos y con un grito desgarrador, desató una ráfaga de objetos voladores: mesas, sillas y otros elementos comenzaron a girar violentamente en el aire, como marionetas en manos de un titiritero.

-¡Ian, cuidado! -gritó Daniel, esquivando una mesa que voló a centímetros de su cabeza.

Ian y Daniel se movían con precisión y rapidez, sus pasos sincronizados en una danza de luz y sombra. Azrael y Seraphiel, canalizados a través de ellos, proyectaban una luz brillante que intentaba contrarrestar la oscuridad.

-No podemos permitir que esta oscuridad prevalezca - dijo Azrael dentro de Ian, su voz resonando con autoridad celestial.

La chica, con sus ojos oscurecidos por la malicia, levantó un grupo de estantes del suelo y los arrojó hacia Ian y Daniel con un desgarrador alarido. Los estantes volaron como cometas en una tormenta, pero Ian, con un gesto rápido, creó un escudo de luz que desintegró los objetos al contacto.

-Tu luz no puede detenerme -gritó la chica, su voz un eco de desesperación y poder oscuro.

Daniel, sintiendo la energía de Seraphiel vibrar dentro de él, se acercó con cautela. Sabía que debían liberarla sin causar daño, pero la oscuridad era intensa y agresiva.

-Debemos romper la conexión oscura sin herirla -dijo Seraphiel, su voz calmada pero cargada de determinación.

La chica, con un grito de furia, levantó el suelo mismo, creando una ola de concreto que se abalanzó sobre Ian y Daniel. Ian se lanzó hacia adelante, canalizando la energía de Azrael en un haz de luz brillante que cortó a través del concreto como una espada de pureza.

-¡No te dejaremos caer en la oscuridad! -gritó Ian, su voz firme y resonante.

Daniel, aprovechando el momento de distracción, extendió sus manos hacia la chica, permitiendo que la luz de Seraphiel envolviera su figura oscura. La luz era cálida y reconfortante, una promesa de redención y paz.

-Chica, por favor, escucha nuestra voz - dijo Daniel, su tono lleno de compasión - Déjanos ayudarte.

La oscuridad que envolvía a la chica comenzó a vacilar, y por un breve instante, sus ojos mostraron una chispa de reconocimiento. Pero el poder oscuro era fuerte, y con un último esfuerzo desesperado, la chica desató una ola de energía telequinética que lanzó a Ian y Daniel contra las paredes.

-¡No puedo detenerlo! -gritó la chica, su voz mezclada con lágrimas de desesperación - ¡Ayúdenme por dios!

Ian, recuperándose rápidamente, se levantó y corrió hacia Daniel. Ambos se miraron, sabiendo que debían combinar sus fuerzas para salvarla.

-Juntos, podemos hacerlo -dijo Ian, su voz llena de determinación.

-Sí, juntos -respondió Daniel, su luz interior brillando con intensidad.

Con una sincronización perfecta, Ian y Daniel unieron sus manos, canalizando las energías de Azrael y Seraphiel en un haz de luz pura que se dirigió hacia la chica. La luz envolvió su figura, penetrando la oscuridad con una calidez y pureza que parecía disolver las sombras mismas.

-¡Déjala libre! - gritaron Ian y Daniel al unísono, su voz resonando como un trueno de esperanza.

La chica, rodeada por la luz, dejó escapar un grito de liberación. Las sombras se disolvieron, y su cuerpo tembló antes de caer suavemente al suelo, liberada de la oscuridad que la había poseído.

-Gracias... - murmuró la chica débilmente, sus ojos llenos de gratitud mientras se desvanecía en un desmayo.

Mientras ayudaban a la chica a levantarse, Seraphiel sintió una perturbación en la energía a su alrededor. Un terror profundo y antiguo comenzó a llenar su ser, un miedo que no había sentido en eones. Cerró los ojos y en su mente comenzaron a surgir recuerdos de una batalla pasada, una batalla en la que la oscuridad casi había prevalecido.

-Ian, Daniel, Azrael... Hades está libre - dijo Seraphiel, su voz temblando con un terror recién despertado.

Los recuerdos eran vívidos y claros. Seraphiel y el Arcángel Gabriel habían sellado a Hades hace eones, luchando con todas sus fuerzas para contener su poder oscuro. Luzbel, antes de su caída, había sido quien derrotó a Hades, demostrando una fuerza y valentía que aún resonaban en la memoria de Seraphiel.

- No puede ser... -murmuró Daniel, sintiendo el mismo terror a través de su conexión con Seraphiel.

Los detalles de la antigua batalla inundaron la mente de Seraphiel y por ende también de Daniel. Recordaba cómo Hades, un ser de increíble belleza y poder, había desatado una oscuridad tan profunda que casi consumía el cielo y la tierra.

Hades, con su piel pálida como la luna y su cabello negro como la noche, no necesitaba alas para imponer su dominio. Su presencia era suficiente para doblar la realidad misma, y su poder era una amenaza que ningún ser celestial podía ignorar.

-Gabriel y yo... lo sellamos, pero fue Luzbel quien lo derrotó -dijo Seraphiel, su voz cargada de un miedo que apenas podía contener - Hades es una fuerza como ninguna otra. Si está libre, el equilibrio entre el cielo y la tierra está en peligro.

Con la chica liberada de la oscuridad, Ian y Daniel se abrazaron, sintiendo la victoria y el alivio. Pero la advertencia de Seraphiel resonaba en sus mentes, una premonición de la batalla que aún estaba por venir.

-No podemos dejar que Hades destruya lo que hemos protegido - dijo Ian, su voz firme - Debemos preparar a todos para lo que viene.

-Sí, debemos unirnos y enfrentar esta oscuridad juntos - respondió Daniel, su determinación reflejando la luz de Seraphiel.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.