Entre El Amor Y La Traición

Las Cadenas Del Pasado

En las profundidades de su alma, Azrael sentía cómo la oscuridad lo rodeaba, cada sombra susurrando recuerdos dolorosos y antiguos. Gabriel, su hermano, su luz, había sido también su verdugo. Las palabras del castigo resonaban en su mente como un eco perpetuo, un tormento que nunca se disipaba.

—Azrael, has desobedecido las leyes divinas — dijo Gabriel, su voz firme y llena de tristeza — Por ello, te destierro del cielo. Vivirás en la tierra como un demonio, hasta que encuentres la redención. Que tu caída sirva de escarmiento para todos los ángeles.

Cada palabra era una cuchilla que se incrustaba en su esencia angelical, un recordatorio constante de su fracaso y su dolor. Sentía cómo las palabras de Gabriel se clavaban en su alma, arrancándole la luz y llenándolo de una oscuridad que lo consumía lentamente. Su transformación en un demonio había sido una tortura, su belleza angelical retorcida en una monstruosidad infernal.

Azrael recordó el momento de su destierro, cómo sus alas, antes resplandecientes de luz pura, se habían ennegrecido y desgarrado. Su esencia angelical había sido arrancada, dejándolo como una bestia de pura maldad. El dolor físico era indescriptible, pero el dolor emocional era aún peor, una herida abierta que nunca sanaba.

Hades, con su poder inigualable, había decidido que Azrael sería su primera víctima. Sabía que Azrael había albergado oscuridad en su interior, y estaba decidido a avivar ese fuego sombrío. Con un gesto, Hades comenzó a transformar la realidad de Azrael e Ian, sumiéndolos en una pesadilla de recuerdos y dolor.

—Azrael, siente el peso de tu pasado —murmuró Hades, su voz resonando como un trueno en la mente de Azrael — Deja que la oscuridad te consuma una vez más.

La realidad se distorsionó a su alrededor. Azrael se encontró de nuevo en el cielo, ante el juicio de Gabriel. Sentía cada palabra, cada gesto, como si estuviera ocurriendo de nuevo. El dolor de su transformación era tan real que casi podía sentir sus alas quemándose y desgarrándose.

—Que tu caída sirva de escarmiento para todos los ángeles —dijo Gabriel, su voz como un eco de condena.

Las palabras se repetían una y otra vez en la mente de Azrael, cada repetición una estocada que lo empujaba más hacia la oscuridad. Hades, viendo el tormento de Azrael, sonrió con una satisfacción oscura.

Ian, que había sido un faro de pureza y bondad, intentó desesperadamente detener la caída de Azrael. Sentía el dolor de su amigo, la lucha interna que libraba, y sabía que debía intervenir.

—¡Azrael, resiste! — gritó Ian, su voz llena de desesperación y determinación— ¡No dejes que Hades te consuma!

Pero Hades era extremadamente poderoso. Con un gesto, amplificó el dolor de Azrael, sumiéndolo aún más en la oscuridad. Azrael, incapaz de soportar el peso de su tormento, comenzó a sucumbir.

Azrael sintió cómo la oscuridad se apoderaba de su ser, sus alas ennegreciéndose una vez más. Pero esta vez, su belleza no se desvaneció; al contrario, se intensificó, volviéndose aún más impresionante y aterradora. Su piel adquirió un brillo pálido, sus ojos se volvieron pozos oscuros de maldad pura, y sus alas negras se desplegaron majestuosamente.

— Ian... lo siento... — murmuró Azrael, su voz cargada de dolor y desesperación.

Ian, viendo la transformación de su amigo, sintió una desesperación profunda. Sabía que debía salvar a Azrael, pero la oscuridad de Hades era abrumadora.

—Azrael, no te rindas —imploró Ian, sus lágrimas cayendo mientras intentaba salvar a su amigo que estaba dentro suyo.

Pero Azrael, ahora completamente bajo el control de Hades, se volvió hacia Ian. La oscuridad en sus ojos era profunda, y su determinación de maldad era inquebrantable. Decidió que debía apoderarse de Ian, controlarlo y usar su pureza contra él.

—Ven, Ian. Únete a mí en la oscuridad — dijo Azrael, su voz suave pero cargada de malicia.

Con un gesto, Azrael extendió su mano hacia Ian, y la oscuridad comenzó a envolverlo. Ian sintió la maldad apoderarse de su ser, su luz luchando desesperadamente contra las sombras que lo consumían. Todo sucedía en la mente de Ian.

—Daniel, ayúdame... —susurró Ian, su voz apenas audible mientras la oscuridad lo arrastraba.

Ian sintió cómo las sombras lo envolvían, su mente nublada por la influencia de Azrael. Sabía que debía resistir, pero el poder de Hades era demasiado fuerte. Las alas negras de Azrael se desplegaron completamente, y su belleza oscura era ahora una visión aterradora.

Hades, materializándose frente a Azrael, lo miró con satisfacción.

—Azrael, has cumplido bien tu papel — dijo Hades, su voz resonando con poder y autoridad — Ahora, extermina a Seraphiel.

Azrael, bajo el control de Hades, miró a través de los ojos de Ian, su expresión cargada de determinación oscura.

—Lo haré, mi señor —respondió Azrael, su voz resonando con una malicia pura.

Ian, sintiendo la oscuridad apoderarse de su mente, supo que debía resistir. Pero las sombras eran fuertes, y su luz interior comenzaba a desvanecerse.

—Daniel, por favor, ayúdame... —imploró Ian una última vez antes de sucumbir al control de Azrael — Ayúdame por favor...

Ian, bajo el poderoso control de Azrael, sintió cómo sus ojos se volvieron vacíos de luz mientras las sombras se apoderaban de su ser. Azrael, con sus alas negras desplegadas, en la espalda del cuerpo de Ian contemplaba a Hades, esperando las próximas órdenes.

La oscuridad y la maldad habían prevalecido, pero en algún lugar profundo, la esperanza aún brillaba, una chispa de resistencia que prometía no extinguirse.

Azrael extermina a Seraphiel y a su receptáculo, Daniel.

La voz suave e hipnótica de Hades envolvió a Azrael repitiendo su órden. En tanto Ian lloraba con lágrimas invisibles mientras suplicaba a Daniel y a Seraphiel ayuda.

Daniel, Seraphiel....ayúdenme amigos....por favor se los pido....




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