Entre El Cielo Y El Abismo

La Sombra De Los Celos

En las profundidades del inframundo, Belial observaba desde las sombras, su mirada fija en Luzbel. Su amor por él era un fuego abrasador, una obsesión que lo consumía por completo. Aquel amor, intenso y prohibido, se mezclaba con una envidia corrosiva cada vez que veía a Luzbel en compañía de Gabriel.

Desde tiempos inmemoriales, Belial había anhelado a Luzbel. La belleza y el poder del misterioso demonio lo hechizaban, pero su amor nunca había sido correspondido.

La presencia de Gabriel, con su pureza y luz, era un recordatorio constante de su propio deseo insatisfecho y su desesperación.

Cada encuentro entre Luzbel y Gabriel encendía aún más la envidia de Belial. Gabriel, con su inocencia y sinceridad, parecía intocable, un ser de luz que contrastaba brutalmente con la oscuridad de Belial. La pureza de Gabriel era un faro que iluminaba aún más las sombras de los celos que consumían a Belial.

Decidido a destruir la confianza entre Luzbel y Gabriel, Belial comenzó a maquinar un plan. Usando sus poderes de engaño, empezó a sembrar dudas en el corazón de Luzbel. En cada encuentro, dejaba caer pequeñas insinuaciones, venenosas y sutiles, como gotas de veneno en el oído de Luzbel.

"¿Cómo puedes confiar en un ser de luz?", susurraba en momentos de debilidad. "Los ángeles siempre buscan destruirnos. ¿Y si Gabriel solo juega contigo?"

Luzbel, aunque firme en su amor por Gabriel, no podía evitar que las palabras de Belial se filtraran en su mente. La pureza de Gabriel parecía inquebrantable, pero las dudas comenzaron a germinar, alimentadas por los celos y la manipulación de Belial.

Cada insinuación de Belial erosionaba lentamente la confianza de Luzbel, plantando semillas de desconfianza que amenazaban con destruir la relación entre el ángel y el demonio.

Cada noche, cuando Luzbel estaba solo, las dudas se transformaban en un tormento silencioso. Se paseaba inquieto por su oscuro dominio, su mente atrapada en un ciclo de sospechas y dolor. La idea de que Gabriel, con su resplandor inmaculado, pudiera traicionarlo, le provocaba un dolor profundo que se extendía como un veneno por sus venas amenazandolo con aniquilarlo por completo.

Una noche, incapaz de soportar más la agonía de la incertidumbre, Luzbel decidió confrontar a Gabriel. Se encontraron en su lugar habitual, un rincón del inframundo donde la luz de Gabriel iluminaba tenuemente las sombras.

— Gabriel – comenzó Luzbel, su voz cargada de una mezcla de angustia y resolución —  Necesito preguntarte algo.

Gabriel lo miró con sorpresa y preocupación, su luz brillando con una intensidad serena.

— ¿Qué ocurre, Luzbel? — respondió Gabriel, acercándose con suavidad.

Luzbel desvió la mirada, incapaz de sostener el fulgor puro de los ojos dorados de Gabriel.

— He estado escuchando cosas... — murmuró Luzbel, su voz apenas un susurro — Belial me ha dicho que los ángeles siempre buscan destruirnos. Que tal vez tú solo estás jugando conmigo.

Gabriel dio un paso más cerca, levantando una mano para tocar suavemente el rostro de Luzbel.

— Luzbel, sabes que mi amor por ti es sincero -dijo Gabriel con una ternura que parecía atravesar las sombras — Belial siembra discordia porque no entiende lo que tenemos. No permitas que sus palabras nos separen.

Luzbel cerró los ojos, dejando que la calidez del toque de Gabriel calmara su inquietud. Pero las semillas de la duda estaban profundamente arraigadas, y aunque deseaba creer en las palabras de Gabriel, la sombra de los celos y la manipulación de Belial continuaba atormentándolo.

Así, Belial se deleitaba en su juego oscuro, su obsesión por Luzbel transformándose en una venganza silenciosa y meticulosa, buscando finalmente separar a Luzbel de la única pureza que alguna vez había conocido.

— Si, claro. Disculpame Gabriel, es que yo....me duele tener que alejarme de tí.
— Y a mi de tí, pero por el momento es lo que debenos hacer. Sin embargo recuerda cuánto te amo Luzbel.
 




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