Entre El Cielo Y El Abismo

Traición Y Dolor

Una noche, en su claro secreto bajo el manto de las estrellas, Luzbel y Gabriel compartían un momento de calma. La paz del lugar contrastaba con la tormenta interna que comenzaba a gestarse en el corazón de Luzbel. La sombra de la duda se cernía sobre él, alimentada por las constantes insinuaciones de Belial.

— Gabriel dijo Luzbel con voz temblorosa, rompiendo el silencio. — ¿Cómo puedo estar seguro de tu amor? ¿Qué nos impide que el Cielo te ordene traicionarme?

Gabriel, con una serenidad profunda, tomó el rostro de Luzbel entre sus manos, buscando esos hermosos ojos azules que tanto amaba. En su mirada había un destello de tristeza por la incertidumbre que percibía en su amado.

Mi amor por ti es más fuerte que cualquier orden divina. Te amo por lo que eres, no por lo que fuiste o lo que podrías ser.Sus palabras eran sinceras, llenas de una verdad palpable y poderosa.

Sin embargo, Luzbel, atrapado en un torbellino de desconfianza, no podía aceptar esta verdad. Las palabras venenosas de Belial resonaban en su mente. Escondido en las sombras, Belial decidió dar el golpe final.

Con un siniestro gesto, proyectó una imagen de Gabriel hablando con otros ángeles, planeando una supuesta traición, aprovechando que habían pasado dos días sin que los enamorados se vean, luego de ese ultimo encuentro cuando Gabriel le reafirmó a Luzbel su amor y lealtad.

— ¡Mira, Luzbel! — gritó Belial, señalando la visión. — ¡Te lo dije, los ángeles no son de fiar!

Luzbel, cegado por la confusión y el dolor, se volvió bruscamente hacia Gabriel, quien acababa de llegar al claro donde tantas veces se amaron, su rostro desfigurado por la ira.

—¿Es esto cierto?—  rugió. — ¿Me has estado engañando todo este tiempo?

Gabriel, sorprendido y herido por la acusación, extendió la mano hacia Luzbel, su rostro una máscara de angustia.

No, Luzbel. Nunca te traicionaría. Esto es una mentira, una manipulación.

Pero el veneno de la desconfianza ya había hecho efecto. Luzbel, incapaz de contener su furia, lanzó el primer ataque. Sus poderes oscuros se materializaron en forma de energía pura, dirigidos hacia Gabriel. La fuerza del ataque hizo que Gabriel retrocediera, pero él no contraatacó. En lugar de eso, intentó calmar a Luzbel con palabras y gestos.

Luzbel, por favor, escúchame— suplicó Gabriel, defendiéndose de los embates con un escudo de luz divina. — ¡No dejes que las mentiras de Belial nos separen!

Cada palabra de Gabriel parecía enfurecer aún más a Luzbel. Los ataques se intensificaron, convirtiendo el claro en un campo de batalla de luz y oscuridad. Gabriel, con el corazón desgarrado, se defendía sin cesar, negándose a herir al ser que amaba más que a su propia vida.

Belial, observando la escena desde las sombras, sentía una euforia maliciosa. Su plan había funcionado a la perfección. La traición y el dolor reinaban, y él se deleitaba en el caos que había provocado. Su risa resonaba como un eco siniestro en el claro, amplificando la desesperación del momento.

Finalmente, en un último y desesperado intento por detener a Luzbel, Gabriel bajó sus defensas.

— ¡Si necesitas herirme para creerme, hazlo. Mi amor por ti no cambiará!

Luzbel, cegado por la ira y el dolor, lanzó un ataque final, devastador. La energía oscura impactó en Gabriel, quebrando su esencia celestial.

El consejo celeste integrado por Miguel, Rafael, Uriel, Gabriel, Jofiel, Zakiel y Azrael, los siete arcangeles, ahora solo seis estaban reunidos en el recinto sagrado cuando escucharon el desgarrador alarido de Gabriel comprendiendolo todo.

Habían sospechado de Gsbriel y sus incursiones a escondidas para frecuentar nadacmenos que al traidor de Luzbel, pero ahora ya no tenían dudas al respecto.

Su decisión fue unánime. El destierro total de Gabriel al abismo profindo era el justo castigo para él. Allí vagaría eternsmente en el reino del hielo.

No tenemos otra opcion más que condenarlo al sufrimiento eterno.

Expresó con dolor Miguel, el arcangel líder del consejo celeste. E inmefiatamente actuaron arrancándole las alas de luz blanca y dorada.

Con un grito desgarrador, Gabriel cayó ante ambos ataques tan feroces como letales. El de su amado Luzbel y el del consejo celeste. Así, sus alas de luz se fueron desvaneciéndo mientras era desterrado del Cielo. Cayó en un abismo sin fin, llevando consigo la esperanza y el dolor de un amor imposible.

Luzbel, al ver a Gabriel desaparecer en la oscuridad, sintió una ola de arrepentimiento y tristeza.

Belial, en cambio, disfrutaba de su triunfo, su risa resonando como un eco macabro en el claro, mientras la sombra de la traición y el dolor se cernía sobre todos.

-¡Gabriel! - el desgarrador grito de Luzbel cargado de arrepentimiento resonó por todo el lugar, pero ya era demasiado tarde.
 




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