Corro por el bosque con todas las fuerzas que aún me queda, las ramas de los arboles azotan duramente contra mí pero eso es el menor de mis problemas en este momento.
¡Corre Aria!
Me aliento a mí misma para no parar, me tropiezo con un tronco y caigo rodando por una especie de precipicio, más ramas y troncos azotan por mi rostro y cuerpo; puedo sentir un ardor por todo mi cuerpo y como se esparcen gotas de sangre.
¡Mierda!
No me puedo mover todo de mi duele mucho, quedo un momento lamentándome hasta que escucho crujidos que vienen hacia mí dirección, mi respiración agitada no me permite respirar bien pero busco la poca fuerza que me queda para poder levantarme, cuando me pongo de pie un ardor muy doloroso se hace presente en mi tobillo y es cuando me doy cuenta que ya no puedo seguir <<Tu puedes Aria>> me digo a mi misma y cojeando sigo avanzando.
Vuelvo a caer pero, esta vez detrás de mí escucho un gruñido, cierro los ojos deseando que no fuera lo que pienso que es, me doy vuelta lentamente y veo dos perros negros enormes de ojos rojos.
<<No puede ser>> dije con asombro, ¿Qué mierda es eso? Los enormes perros poco a poco se iban acercando a mí como si fuese su trozo de carne favorito y de las sombras del bosque una figura imponente que emanaba un terror descomunal se asomó.
─No puedes escapar de mi Aria─ dijo con una voz gruesa y perversa, sus ojos amarillo con tonos de rojo como el fuego me miraban fijamente, sentía como si pudiera ver a través de mí, como si pudiera ver mi alma, mis pecados, era una sensación indescriptible─ Sus muertes será culpa tuya─ abrí los ojos de par en par, y los enormes perros saltaron hacia mí.
¡Despierta Aria!<grita mi subconsciente>
─Qué demonios fue eso─ dije para mí misma saltando de la cama, seque las gotas de sudor que recorría mi rostro.
Mire a mí alrededor tratando de visualizar algo que pudiera reconocer hasta que vi la luz del sol que entraba por mi ventana, una luz tenue ya que estábamos en época de otoño y el sol era más débil, suspire un poco más aliviada de saber que solo fue una pesadilla.
Me levante y fui directamente al baño el cual quedaba entre medio de mi habitación y el de mi hermano Aron, abrí la llave del agua fría la cual empezó a recorrer por toda mi piel pálida llevándose consigo la pesadilla, me tome un momento de reflexión bajo la ducha cuando me percato de un ardor en mi tobillo <Que demonios> lo tenía lastimado como si alguien me hubiese arañado <Ok, esto no es normal> dije para mí.
No voy a negar que me daba miedo estas pesadillas pero más que eso me daba curiosidad saber por qué soñaba esas cosas sin sentido para mí, no mire ninguna película de terror, tampoco vi nada fuera de lo común, me parecía todo demasiado extraño.
<<O tu eres la extraña>> dijo la insoportable voz en mi cabeza y tal vez tenga razón y me esté volviendo loca.
Me apoyo sobre el lavado cansada de todos mis pensamientos revoloteando en mi cabeza, levanto la mirada y mi reflejo aparece a través del espejo, pude divisar unas aureolas oscuras alrededor de mis ojos me detuve a mirarlas por un momento cuando de repente se pusieron totalmente negros <<Pero que mierda>> aparte la mirada rápidamente y me lave la cara, cuando volví a subir la mirada mis ojos habían vuelto a ser celestes casi blancos un color extraño ya que no se conoce a nadie que tenga ese color de ojos, medicamente era un caso fascinantemente raro ya que me realizaron un sinfín de estudios y nada arrojaba a que se debía ese color el cual resaltaba aún más por mi piel clara pálida y mi cabello negro oscuro como la noche.
Me cambie rápido guarde mis cosas y baje para desayunar, me sorprendió escuchar la voz de mi padre todavía en casa él es un médico muy conocido en la ciudad y por su trabajo había veces que se iba demasiado temprano y no desayunaba con nosotros; deje mi bolso en el sofá del living y fui al comedor, cuando llegue vi a mis padres y a Aron mi hermano desayunando.
─Buenos días─ salude a todos sonriendo tratando de ocultar las cosas extrañas que me andaban sucediendo.
─Buenos días cariño─ saludaron al unísono─ ¿Cómo dormiste?─ pregunto mi padre analizándome de arriba abajo como si fuera su paciente.
─ Muy bien papá─ respondí sentándome a su lado.
─ ¿Segura?─ ratifico─ ¿alguna pesadilla?─ pregunto, no sé cómo lo hacían no sé, si es algún tipo de sexto sentido que tienen los padres o que pero ellos siempre terminan sabiendo lo que sucede.
─Bueno si, pero nada de qué preocuparse─ minimice mi extraño sueño, no quiero que me vuelvan a mandar a terapia con el Dr. Pyne, era demasiado extraño.
Mis padres me observaron por un minuto hasta que finalmente mi madre respondió─ Promete que si siguen nos lo dirás─ dijo con una expresión de preocupación.
Sonreí para tranquilizarlos─ Lo prometo.
Aron solo escuchaba la conversación y nos miraba como si fuéramos un trio de locos raros ya que él era el “normal” de la familia.
Mi padre le dio un sorbo a su café y miro a Aron quien ya se había levantado de la mesa para irse y a mi─ ¿irán juntos a la escuela?
Aron y yo somos mellizos por lo tanto los dos tenemos diecisiete años, los dos estamos en el anteúltimo último año de secundaria y técnicamente deberíamos parecernos pero somos tan distintos que nadie nos cree cuando decimos que somos hermanos y más aún mellizos, Aron es de tez clara, cabello castaño claro y ojos verdes, creo que saco los ojos de mamá y yo a ninguno de los dos.
─ No papá─ conteste─ iré con Emma y después iremos a la cafetería hoy tenemos turno.
Emma es mi mejor amiga desde que fuimos a jardín nos conocemos hasta con solo una mirada, vamos a la misma secundaria y además trabajamos juntas en una cafetería. A decir verdad no me hace falta trabajar pero me gusta ser independiente de mis padres y comprarme mis cosas en cambio Aron bueno él es caso aparte, nuestros padres nos regalaron un auto a los dos para nuestro anterior cumpleaños él lo acepto y yo lo rechace sin embargo a veces lo uso también o uso el de mi madre.
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Editado: 07.04.2025