Transcurría el mes de febrero del año 1998.
Había llovido la mayor parte del día y por la noche una lluvia torrencial continuaba. Me encontraba durmiendo cuando me despertó un intenso estruendo. Recuerdo salir corriendo de mi habitación e ir a la sala... Abrí la cortina para ver qué pasaba en la calle. Cuál fue mi gran sorpresa al ver un río enorme llevándose a su paso los carros estacionados que ahora flotaban. Empecé a gritar desesperada...
—¡MAMÁ! ¡MAMA!
Entré corriendo a su habitación a despertarla, le dije lo que veía... Corrí de nuevo a su ventana... Allí estaba el agua subiendo de nivel llevándose lo que encontraba a su paso.
NO... No era una pesadilla.
Comencé a sentir frío en mis pies, era el agua filtrándose dentro de la casa, escuché los gritos de mi hermana que salía corriendo con mis sobrinos de su recámara al despertarse con el estruendoso ruido y mis gritos. Quizás también al sentir el agua helada al ponerse de pie.
Estábamos aterrorizadas sin saber qué ocurría...
Yo solo pensaba que era el fin del mundo, que ese día que todo se cubriría de agua había llegado como me lo contaban cuando era niña mis hermanas, mi madre y mi abuela que pasaría. El agua subía rápidamente de nivel, subí a mi cama a mis sobrinos de 5 y 8 años, a los pocos minutos el colchón empezó a flotar, nos gritaban aterrorizados.
—¡Tía! ¡ Tía! ¡Abuela! ¡Mamá! El agua está subiendo.
A mí ya me llegaba el agua a la cintura... Los abracé y subí en la mesa del comedor.
Mi madre me gritó que abriera las puertas para que saliera el agua dentro de la casa. Una era la del patio trasero y la de enfrente era la principal esa fue la que abrí. De golpe entró mucho más cantidad de agua.
—¡Ciérrala! —Gritó ella al darse cuenta de su error.
Pero fue imposible, no podía con toda mi fuerza cerrarla, empecé a sentir calambres en mis pies. Después supe que eran toques eléctricos al entrar el agua en los contactos de luz.
Mi mamá decidió que nos debíamos salir al patio trasero, allí estaba una camioneta vieja desde hace como 5 años ya muy hundida en la tierra. Debíamos subir al techo de la camioneta.
Salimos y recuerdo ver el agua en un nivel altísimo en el patio, nos llegaba un poco más alto de la cintura, con bastante fuerza la corriente salía por la cochera, ya había arrancado las puertas de herrería de los muros... Ese fue el estruendo que escuché, mi recámara quedaba muy cerca de la cochera.
Caminamos tomadas de la mano, mi madre al frente guiándonos, yo en medio, mi hermana Lourdes detrás. Yo cargaba a mi sobrino Alejandro y mi hermana a Fernanda, en eso sentí un golpe en mi cuerpo bajé la mirada y era un animal muerto, con una mano lo empujaba y gritaba ¡No puede ser! llorando incrédula de lo que mis ojos miraban, pasaban costales de carbón, cilindros de gas, era lo que yo alcancé a ver en lo que nos subíamos al cofre de la camioneta en medio de la oscuridad.
Gritábamos pidiendo ayuda a los vecinos.
¿Cómo nos ayudarían? Mi sobrina vio su mochila salir de casa con la corriente del agua y lloraba.
Yo recordé que a esa hora llegaba mi padre de trabajar y gritaba desesperada —Que no llegue papá, que los autos que vi cómo arrastraba el agua agitada y feroz no fuera el de mi padre.
Algunos vecinos se asomaron desde el segundo piso de sus casas y nos gritaban, pero no lográbamos entender nada por el ruido tan potente del agua, no sé cuánto tiempo duró en bajar el nivel, solo recuerdo el frío y mi miedo de esa noche como...
La ropa empapada...
La lluvia...
Nuestras lágrimas...
El miedo y la inseguridad que sentimos.
Más tarde, casi de madrugada cuando pudimos bajarnos del carro salimos a la calle, era una tristeza enorme ver el daño que causó ese desbordamiento de agua, muchos llorábamos al ver que perdimos muebles, carros, el daño a nuestras casas, pero afortunadamente ninguna vida.
Ya de día empezamos a limpiar. Todo estaba negro apestoso a caño. Dijo mamá que debíamos tirar todo lo que tocó el agua, ropa y muebles ya no servían.
ESTO FUE LO QUE SUCEDIÓ... UN CAMIÓN DE CARBÓN QUE SE ENCONTRABA ESTACIONADO AFUERA DE SU CASA, EN LA COL. SÁNCHEZ TABOADA EN TIJUANA BAJA CALIFORNIA, LO ARRASTRÓ LA CORRIENTE Y LLEGÓ TAPANDO UN CANAL DONDE HABÍA UNOS DEPARTAMENTOS EN LA MESA, LO CUAL HASTA QUE LAS PUERTAS DE HERRERIA COMO DE 4 METROS DE ALTO CONTUVIERON EL AGUA FORMANDO UNA REPRESA Y AL DERRIBARLAS SALIO EL AGUA DE GOLPE FUE LO QUE CAUSÓ LA INUNDACIÓN DONDE YO VIVÍA EN LA MESA.
Yo me preguntaba... ¿Qué vamos hacer ahora?
En ese momento llegó mi padre. Yo corrí llorando abrazarlo .
—No pasa nada hija, volvemos a empezar, no llores.
Más tarde llegó mi hermano Roberto de Ensenada con su familia para apoyarnos, nos ayudaron a limpiar y le dejó dinero a mi mamá.
Después llegó la televisión entrevistando a mi madre, a la gente alrededor de mi casa indicándonos que nos fuéramos a un albergue por ropa y comida. Así lo hicimos ya que no teníamos nada, las lluvias seguían pronosticadas fuertes para ese día y noche.
La lluvia no paraba, dormimos esa noche en el albergue, pero al día siguiente nos fuimos a casa, ya andaban rondando los rateros, yo tenía que buscar a mi perrita "chiquita" a "Ruffo" el de mi sobrina Kristell, me lo había dejado para cuidarlo porque su papá lo golpeaba y podría estar muerto.
Ese día salimos a buscarlos sin éxito, no encontramos a nuestros perros. No encontramos nada de nuestras cosas, se llevó el cilindro del gas lleno y quedó el vacío. Mi padre me explicó que el vacío muy seguramente había flotado y el lleno por el peso lo arrancó de la tubería.
Cuando salimos al patio a limpiar al día siguiente vimos que la tapadera de la fosa no estaba.
¿Cómo pasamos sin caer?