Vuelve a sonar el celular... Es de nuevo Enrique.
—¡No me vuelvas hablar, te dije que no quiero volver a saber de ti!
—Escúchame, tengo que hablar contigo... Necesito desahogarme.
—No, búscate a otra persona, ve con un psicólogo. —Cuelgo la llamada —
Me llama mi cuñado para avisarme que vendrá por mí, me divertí mucho con él, lo estoy conociendo más.
Esta vez venía con dos amigos, volvimos a ir a la playa, y si... Volví a tomar whisky, después de sentir la resaca el mismo día. No aprendí la lección, pero me divierto mucho con él, me encanta la música que pone y aprendo un poco de todo lo que les escucho hablar.
Son hombres totalmente diferentes a otros, educados, refinados, pero igual que todos mujeriegos, solo que mi cuñado les dice...
—Es mi cuñada favorita, pobre del que intente sobrepasarse, se las verá conmigo, y ya tiene novio.
Lo abracé y le di las gracias. Llegamos de madrugada de nuevo, solo que ahora puse mi alarma tres veces, para que no se me pasara mi hora de entrada al trabajo.
Por la mañana desayunamos juntos todos.
—Isabel, ya llego tu novio por ti —Me dijo mi hermana—
Yo me quedé asombrada, pero allí estaba mi cuñado preparándonos el desayuno.
—Qué bien, ya me voy.
—¿No vas a desayunar cuñada?
—No tengo hambre, más tarde me compro algo, gracias. Fingí alegría. Ya estando afuera volteo hacia arriba y veo que nos está viendo por la ventana de la cocina, Enrique me abraza y abre la puerta del carro.
—¿Porque viniste por mí Enrique?
—Tu hermana me lo pidió, creo que algo le comento tu cuñado. Yo estaré pasando por ti en las tardes para traerte a casa.
—No, claro que no.
—Sí, yo voy a ir por ti, algunos días solamente, es por el bienestar de tu hermana y sobrinas.
—Está bien.
Llegamos a la oficina.
—Me puedes esperar aquí en lo que voy caminando a la tienda.
—No, yo te llevo Isabel.
—No es necesario, si llega algún cliente le dices que ahora vuelvo.
—Llévate el carro entonces.
—No lo creo, no se manejar estándar ja, ja, ja, ja.
—De aquí te veo entonces.
—No seas exagerado.
Llego a la tienda y me compro un clamato, un bote de cerveza, era menos la resaca que ayer pero aun sentía mareos y dolor de cabeza.
—¿Otra vez volvió a tomar?
—¡Daniel Me asustaste! No me cuide lo que vengo a comprar.
—Huy, aparte de la cruda anda de malas.
—No claro que no, ja, ja, ja, ja es muy difícil que me hagan enojar. Nos vemos más tarde, gracias Víctor, Bye Daniel.
—Si, ya vi que la está esperando su novio ¿O es su cuñado?
—Mi novio Daniel, es mi novio.
No sé porque la gente piensa que debemos dar explicación de lo que ven sus ojos e imagina su cerebro. Llegué y se fue Enrique, ahora decidí dejar abiertas las ventanas, encendí mi vela aromática, al menos no vomitaba ya. Me puse a escribir para mi jefe hermoso.
MI JEFE: 98/11/18
Su imagen es digna de ser imitada, ha establecido una buena comunicación, con plena convicción en sus decisiones, brindándonos confianza, fortaleciendo el crecimiento de una empresa en excelencia y progreso.
Siempre con nuevas visiones, siempre con alto desempeño, con responsabilidad nos ha guiado con el respaldo de su apoyo incondicional, nos ha corregido en nuestros comunes errores humanos con voz agradable, ganándose nuestra admiración y un respeto envidiable.
Ha creado competitividad, siendo su objetivo la honestidad, nos permite proyectarnos, desarrollarnos ampliamente por nuestro propio criterio, es usted un buen jefe, es un excelente amigo.
Es usted un hombre temperamental, usted nació para triunfar, porque ha sabido mirar, callar, y ha compartido momentos inolvidables en nuestras vidas, que son difícil de olvidar, nos ha escuchado, nos ha aconsejado con sabias palabras y nos ha regalado una hermosa mirada cada mañana.
Isabel Covarrubias
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Tal vez se la entregue antes de la cena de navidad de este año. No sé si me atreva, no dice nada malo, solamente lo que ya sabe él.
Llegué a casa de María, dispuesta a dormir de las desveladas, pero vaya sorpresa que encuentro... Vidrios rotos en el comedor, le grito a María, pensado que tal vez entraron a robar, camino más adentro y voy directamente a la habitación de Kristell, las veo sentadas en la alfombra llorando.
—¿Qué pasa?...
Las abrazo al tiempo Kristel me abraza llorando.
—Si te digo ya no me vas a querer.
—Nada en esta vida podría hacer que yo te deje de amar, dime que pasó.
—¡Estoy embarazada!
—Pero ése NO es un motivo para llorar, es de ¡FELICIDAD! No llores Kristell, sonríe.
—No le digas eso, que no ves que ya arruinó su vida, ya no podrá estudiar, ser la mejor abogada. —Comenta mi hermana María molesta—
—No le digas eso María, ella puede seguir estudiando y ser quien ella quiera, un hijo es una bendición.
—Lo dirás tú porque no los puedes tener, pero no para ella que solo tiene 15 años.
—No discutan por mí. —Arremete Kristell muy triste al vernos discutir—
—Dime... ¿Tu quieres tenerlo?
—Claro que sí, estoy feliz.
—¿Y qué dice Juan, tu novio?