Entre el cielo y la Tierra

ADICTO AL ALCOHOL

Mi madre nos interrumpe...  

—yo voy a ir contigo.

—Mamá, dígale que no vaya, en vez de acompañarlo.

—Bien sabes Isabel que no cambiará de opinión, así que lo mejor es ir los dos. 

—Entonces iremos los tres.

—No vamos a ir a ninguna parte, está loco ese cabrón, si se vuelve a meterse con usted madre entonces si se las verá conmigo.

Federico es mucho muy tranquilo, para que lo hagan enojar es muy difícil, pero cuando logran sacarlo de su calma, no saben, no se imaginan cómo cambia, se transforma le digo yo como Hulk, mi cuñado ya había abusado de él durante algunos años comparándolo con mi hermano mayor, haciéndolo sentir menos, sembrando cizaña en su corazón, haciéndole creer que mi madre amaba más a su hijo mayor que a él, que Roberto era más hombre, que sabía pelear mejor, que él sí estaba estudiando. Resaltando lo que para mi cuñado sabía podía lastimarlo y hacer nacer el recelo, envidia por su hermano mayor.

No lograba sacarlo de su paz, pero yo lo ví muy molesto, sabía de antemano que sí lo buscaría, no me preocupa mi hermano, me preocupaba mi cuñado. Nos ayudó con algo de dinero para quedarnos 2 días en un hotel, en lo que nos podíamos ir a nuestra casa.

Mi madre le dio la bendición como a todos nos la da cuando salimos de casa o nos despedimos. Yo soy la única soltera, todos ya tienen su casa, su familia, sus hijos... Soy la cotorrita de casa.

Al menos hoy podremos dormir en un hotel, en unos días ya veremos qué hacemos.

Llega Daniel a la oficina: 

—Hola Isa. (Me saluda de beso). Algo extrañada igual le correspondo. 

—Buen día Daniel. 

—¿Esta es la camioneta que anda fallando?  

—Sí, ésta es mi amorcito, en la que me enseñé a manejar, la adoro así viejita.

—Pues sí que debe de quererla mucho. ja, ja, ja.

—No se burle, si supiera lo que corre. 

—Si lo se, trae motor grande, 8 cilindros. 

—La transmisión hace poco se la repararon y me costó bastante caro. 

—Si lo creo, déjeme llevarla al taller, al rato se la traigo. 

—Está bien, trátala con cariño je, je, je, je.

Lo miré subirse e irse, se veía muy curioso, Daniel es muy alto y se veía chaparrito al manejarla, y pensé...  ¿Así me veré yo? 

—Mamá, voy a traer algo para comer, ya es tarde y no desayunamos, yo estoy acostumbrada a no desayunar pero usted no. ¿Qué se le antoja? En realidad no hay mucho que escoger, solo hay hamburguesas, tacos y comida china. ¿O se le antoja algo de la tienda?

—No mija, no gastes en eso.

—Mamá tenemos que comer, no es cualquier gasto, son nuestros sagrados alimentos. ¿Qué quiere?... 

A ella no le gusta la comida china por los rumores que son sucios al prepararla. Lo mismo de los tacos, siempre me dice que no se lavan las manos seguido.

—Mejor solo cómprame una soda y una torta si venden allí.

Le llamé a mi jefe: 

—Buenas tardes Sr. Roberto me da permiso de salir un momento, mi madre está conmigo y ella se puede quedar en la oficina para no cerrar. 

—¿A dónde vas a ir? 

—A comprar algo para comer, pero no sé qué venden cercas, tengo que buscar y voy a ir a pie.

—Está bien Isabel, déjale escrito a tu mamá la información por si llega algún cliente y me avisas cuando regreses.

—Así lo haré, gracias.

No puedo dejar sin comer a mi madre, a mí no me gusta comer fuera de casa y no como en todo el día, si acaso una fruta solamente, pero a ella si le gusta comer bien y con tortillas. Mi cuñado nos dice que somos mexicanos patas rajadas, por comer tortillas con la mayoría de las comidas. ja, ja, ja, ja pobre coreano bien que le encantan también a él.

Fui con Daniel a preguntarle qué hay de comer cercas del área. Él tenía que conocer más que yo, que no salía de la tienda y lo más cercano. No me he tomado el tiempo de ir a explorar la zona.

—Mire se va por allí derecho, camina 7 cuadras hay una tortillería, allí venden queso, salsa, chicharrón, y a veces afuera se pone un puesto con comida rápida. 

—¡Hay Daniel, dígame algo más cercas!

—Eso está cercas.

—No me gusta caminar tanto y donde no conozco menos.

—¡Ay si! No se la vayan a robar.

—Claro que me pueden robar, y usted será el culpable. —Le doy un golpecito en el brazo—

—¿Y como se la robarían si va manejando su carro? ¿Con todo y carro se la llevan?

—ja, ja, ja, ja, ja. ¿Con cual carro si usted lo está arreglando? 

—Su camioneta ya está lista, no tenía nada grave, recién operada y feliz, lista para que pise el acelerador.

—ja, ja, ja, ja ¿De verdad? ¿Ya me la puedo llevar? ¿Cuánto le debo? 

—No es nada, no tenía nada grave, le hacía falta limpieza y una parte que no me costó cara. 

Veo cercas una nota, la tomo y veo que pagó $300 pesos.

—Ésto pagó por esa parte, yo se lo pagaré y no me diga nada, si no quiere ver a un monstruo enojado. 

—Sería una monstrua. ja, ja, ja, ja. 

—Siii... Seré una monstrua enojada. Venga,  acompáñeme a comprar algo de comida para mi madre, para usted y para mí. Usted ya me dio una idea de que comprar. 

Me voy directo a una tortillería cercas de la casa de mi amiga Ángela, compro un kilo de tortillas, medio kilo de queso panela, un vasito de salsa, y un poco de chicharrón, mi madre se pondrá ¡Feliz! Cuánta alegría siento de poder complacer a quien amo.

—Oiga, maneja muy bien, debería ponerse a trabajar en el taxi. 

—Gracias, si lo hice hace varios años atrás, mi madre enfermó y como una semana me puse a trabajar en el taxi para sacar para la comida y leche para mis sobrinos, pero la mayoría de los taxistas son como fieras salvajes al volante, y muchos andaban como don juanes atrás de mi al verme tan joven y bonita ji, ji, ji, ji.

—No me asombra, porque se lo valiosa que es usted. 




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