Entre el deber y el deseo

25. Entre sombras

Jonathan

El aire en la oficina se volvió denso, como si el espacio se hubiera encogido. Jonathan sabía lo que Álvaro estaba a punto de hacer: usar la verdad como un arma, retorcerla y lanzarla contra Isabella sin piedad.

No podía permitirlo.

—¡Basta! —dijo, dando un paso al frente, interponiéndose entre Isabella y Álvaro.

El hombre sonrió con burla.
—Qué curioso… siempre tan protector. ¿Tanto miedo tienes a que sepa quién eres realmente?

Jonathan lo fulminó con la mirada.
—Si tienes un asunto que arreglar, lo arreglas conmigo. No con ella.

—Oh, claro, claro… —Álvaro fingió asentir con amabilidad—. Siempre el caballero. Pero tarde o temprano ella lo sabrá, Jonathan. Y créeme, va a doler mucho más cuando descubra que intentaste ocultarlo.

Jonathan apretó los puños. Todo en su cuerpo le pedía arrastrar a ese hombre fuera de su oficina, pero la presencia de Isabella lo frenaba.

Se giró hacia ella, sus ojos buscando los suyos, implorando.
—Isabella, por favor… confía en mí esta vez.

Ella lo miró confundida, con la respiración agitada.
—¿Confiar? —preguntó con la voz quebrada—. ¿Cómo se supone que confíe en ti si cada vez que aparece alguien más… resulta que sabe cosas de ti que yo no?

Jonathan tragó saliva. Sus palabras eran un golpe directo al pecho.

—Te lo explicaré, lo juro. Pero no aquí, no ahora… y no con él escuchando.

Álvaro rió con un eco helado.
—Qué conveniente. Quieres la privacidad para manipular lo que cuentas, ¿no?

—¡Cállate! —gruñó Jonathan, y la fuerza de su voz hizo que Isabella diera un leve salto.

El silencio posterior fue insoportable. Isabella observaba a los dos hombres como si fueran extraños. Su tío, con esa sonrisa calculada, y Jonathan, con esa furia contenida que apenas lograba dominar.

Ella temblaba. Su corazón le pedía quedarse y escuchar todo de una vez, pero al mismo tiempo temía que esa verdad destruyera lo poco que quedaba entre ellos.

—Me… me voy —murmuró, dando un paso hacia la puerta.

Jonathan giró de inmediato.
—No. Isabella, espera.

Pero Álvaro fue más rápido, abriendo la puerta con gesto teatral.
—Déjala, Jonathan. Tal vez sea mejor que tenga tiempo de digerir que el hombre en el que confía tiene demasiados fantasmas.

Jonathan lo apartó con el hombro y extendió la mano hacia ella.
—Isabella, mírame. Yo hablaré contigo, con calma. Te contaré todo. Pero necesito que entiendas algo: no fue por maldad. Fue por necesidad.

Ella lo miró, y en esos segundos sus ojos fueron un espejo de emociones mezcladas: amor, rabia, miedo, esperanza.

—No sé cuánto más puedo soportar —susurró, antes de salir de la oficina sin mirar atrás.

Isabella

El pasillo parecía interminable. Caminaba rápido, con la sensación de que si se detenía un segundo, su corazón estallaría. La voz de Jonathan resonaba en su cabeza, mezclada con la de su tío.

No fue por maldad. Fue por necesidad.

Ella merece escuchar la verdad…

Las dos frases chocaban como cuchillas en su mente. ¿Quién decía la verdad? ¿A quién podía creerle?

Sabía que Jonathan tenía una parte oscura, que había cosas que no le contaba, pero nunca imaginó que su propio tío estuviera involucrado. Esa revelación la hacía sentirse atrapada, como si todos hubieran jugado con ella.

Se apoyó contra la pared, cerrando los ojos con fuerza.
Lo amaba. No podía negarlo. Pero amar a un hombre que escondía tanto era como abrazar un incendio: tarde o temprano iba a quemarse.

Jonathan

Jonathan se quedó solo en la oficina, con Álvaro todavía ahí, disfrutando del desastre que había sembrado.

—La estás perdiendo, Jonathan —dijo en voz baja, como un veneno que se desliza.

Jonathan apretó los dientes.
—Si la pierdo, será porque tú la envenenaste.

Álvaro alzó una ceja.
—No. Será porque nunca tuviste el valor de decirle la verdad desde el principio.

Y con eso, se dio media vuelta y salió, dejándolo en la oscuridad de sus propios errores.

Jonathan cayó en su silla, con el pecho ardiendo. Sabía que el tiempo se le acababa. O hablaba, o la perdería para siempre.



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En el texto hay: jefe, secretaria, amor dificil

Editado: 31.08.2025

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