Entre el deber y el deseo

39. Las sombras de la verdad

El escándalo seguía creciendo como un incendio sin control. Los portales digitales publicaban artículos cada hora, y los foros de opinión se llenaban de comentarios hirientes hacia Isabella. La empresa temblaba bajo el peso de las especulaciones, mientras Marcus disfrutaba del caos desde su oficina, creyendo que había dado el golpe definitivo.

Pero lo que él no sabía era que Jonathan no pensaba responder con ira ciega.

El silencio estratégico

Durante dos días, Jonathan guardó silencio absoluto. No hubo declaraciones públicas, ni mensajes en redes sociales, ni un solo movimiento que dejara ver su postura. Para la prensa, eso era señal de culpabilidad. Para Marcus, un regalo caído del cielo.

Sin embargo, mientras las cámaras apuntaban a la fachada de la empresa, Jonathan trabajaba en la penumbra. Confiaba solo en un reducido círculo de aliados: dos abogados de confianza, un experto en ciberseguridad y su secretaria personal, Claudia, quien desde el inicio había jurado lealtad absoluta.

En la sala de reuniones privada del piso treinta, Jonathan desplegó sobre la mesa decenas de documentos, discos duros y fotografías.

—Marcus cree que todo esto es un simple juego de imagen —dijo con tono frío—. Pero esta vez no es mi reputación la que está en juego, es la vida de Isabella. Y no pienso dejarlo pasar.

Claudia lo miró con seriedad.
—¿Qué planeas hacer?

Jonathan levantó la vista.
—Quiero pruebas. Necesito rastrear quién filtró las fotografías, quién manipuló los mensajes y cómo los medios obtuvieron esa información. Si demostramos que Marcus está detrás, no solo destruiremos sus planes, lo expondremos como el criminal que es.

El hallazgo

El especialista en ciberseguridad pasó las últimas 48 horas rastreando los metadatos de las imágenes filtradas. Cuando finalmente levantó la cabeza, con ojeras profundas pero una chispa de victoria en los ojos, habló:

—Encontré algo.

Todos lo miraron expectantes.
—Las imágenes fueron editadas desde un servidor privado que pertenece a una de las filiales de Marcus. No es concluyente… pero el rastro es demasiado claro como para ser una coincidencia.

Jonathan sonrió por primera vez en días. Una sonrisa fría, calculadora.
—Perfecto.

La otra cara de la batalla

Mientras tanto, Isabella vivía su propio infierno. Apenas podía salir a la calle sin sentir las miradas cargadas de juicio. En el trabajo, algunas compañeras se distanciaron de ella, murmurando a sus espaldas.

Una noche, después de recibir una llamada anónima en la que la insultaban brutalmente, rompió en llanto. Jonathan, que había estado trabajando sin descanso, dejó todo y fue a su lado.

—No quiero ser tu debilidad —susurró ella, con los ojos hinchados—. No quiero que me destruyan para alcanzarte a ti.

Jonathan la sostuvo contra su pecho, firme, como si con sus brazos pudiera protegerla de todo.
—Isabella, escúchame. Tú no eres mi debilidad… eres mi fuerza. Marcus lo sabe, por eso intenta usarlo en mi contra. Pero voy a darle la vuelta. Te lo juro.

El contraataque en preparación

Esa misma madrugada, Jonathan tomó una decisión que cambiaría el rumbo de la guerra. No respondería con un comunicado improvisado ni con explicaciones desesperadas. Haría algo mucho más grande:

  1. Rastrear las filtraciones hasta la red de Marcus.

  2. Demostrar públicamente la manipulación de pruebas.

  3. Exponer que Marcus no solo quería dañar a Jonathan, sino que estaba dispuesto a arruinar la vida de una mujer inocente para lograrlo.

Jonathan sabía que, para lograrlo, necesitaba tiempo y precisión quirúrgica.

Encendió un cigarro —un viejo hábito que solo aparecía en los momentos de tensión extrema— y miró por la ventana de su oficina el amanecer de la ciudad.

—Marcus —murmuró con voz baja, casi como una promesa oscura—, si querías guerra… la tendrás. Pero esta vez, jugarás en mi terreno.

El movimiento inesperado

Al día siguiente, mientras Jonathan trabajaba en silencio, Marcus dio el siguiente paso: filtró un supuesto contrato donde insinuaba que Jonathan había favorecido a Isabella con proyectos dentro de la empresa.

Era el golpe que podía arruinarlo de manera definitiva.

Pero lo que Marcus no sabía era que Jonathan ya había anticipado ese movimiento. Y tenía preparado un contraataque que no solo desmentiría el contrato, sino que mostraría al mundo la magnitud de la manipulación de Marcus.

La guerra apenas comenzaba.



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En el texto hay: jefe, secretaria, amor dificil

Editado: 07.09.2025

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