El eco de la rueda de prensa de Jonathan aún retumbaba en los titulares. Los medios transmitían una y otra vez las pruebas, los correos, las transferencias… cada detalle de la traición de Marcus estaba expuesto a la vista pública. Lo que antes eran rumores ahora se había convertido en evidencia irrefutable.
En cuestión de horas, el mundo corporativo comenzó a dar la espalda al hombre que hasta hace poco se consideraba intocable.
Reuniones en silencio
En la junta directiva, el ambiente era tenso. Marcus llegó con el rostro endurecido, pero ya no encontró las mismas miradas cómplices de antes. En lugar de eso, vio frialdad, distancia y, lo peor de todo, miedo.
—Todo esto es un montaje de Jonathan. ¡No pueden creer esas pruebas! —insistió golpeando la mesa.
Uno de los directores, un hombre mayor que siempre había apoyado a Marcus, lo interrumpió con voz firme:
—Las pruebas están verificadas. Hemos recibido confirmación de que los servidores son rastreables a tus filiales. Ya no podemos cubrirte más.
Un silencio lapidario se extendió en la sala. Por primera vez, Marcus entendió que el poder que había construido durante años se desmoronaba.
La prensa lo destroza
Los periódicos, los portales digitales y hasta los noticieros de televisión repetían el mismo titular:
“Marcus Hale bajo investigación: fraude, difamación y sabotaje corporativo.”
Las cámaras que antes lo buscaban para escuchar sus declaraciones ahora lo acosaban como a un criminal. Cada aparición pública era una emboscada de preguntas incómodas. Sus respuestas eran tartamudeos, evasivas, gestos de ira.
Su imagen se desplomaba a una velocidad brutal.
Los aliados se esfuman
En los pasillos de la empresa, la lealtad hacia Marcus se evaporaba. Sus asistentes renunciaban uno a uno. Los socios cancelaban reuniones. Incluso los inversionistas retiraban fondos, temiendo que la compañía colapsara bajo el peso del escándalo.
Un mensaje frío llegó a su correo esa misma noche:
"Señor Hale, a partir de hoy se suspende nuestra colaboración. No podemos arriesgar nuestra reputación apoyando a alguien bajo investigación."
Eran sus aliados de siempre, los mismos que habían compartido celebraciones y ganancias millonarias con él. Ahora lo abandonaban sin mirar atrás.
La desesperación
Encerrado en su oficina, Marcus destruyó copas de cristal contra la pared y arrojó carpetas al suelo. El reflejo de su rostro en el ventanal lo mostró como lo que realmente era: un hombre derrotado, acorralado, convertido en el villano que nunca quiso reconocer.
—Esto no termina aquí, Jonathan… —susurró con odio envenenado—. Aún me queda una última jugada.
Pero por primera vez, no sonaba como una amenaza… sino como el grito desesperado de alguien que veía cómo su imperio se desmoronaba frente a sus ojos.
Jonathan, en contraste
Mientras Marcus se hundía, Jonathan recibía felicitaciones de socios, mensajes de respaldo de figuras políticas y, sobre todo, el respeto que creían perdido.
Él, sin embargo, no celebraba con sonrisas ni con arrogancia. Sabía que esto no era el final. Marcus era peligroso precisamente porque estaba acorralado. Y un hombre sin nada que perder podía ser el enemigo más temible.