Entre el deber y el deseo

48. Después de la tormenta

Jonathan: el eco de la victoria

La reunión había terminado, pero el eco de los aplausos aún resonaba en su mente. Jonathan permaneció de pie en la sala vacía, observando la mesa que minutos atrás había sido escenario de la caída de Marcus. Sabía que había ganado una batalla crucial, pero también que la guerra apenas comenzaba.

Las llamadas no tardaron en llegar. Los inversionistas más poderosos querían asegurarse de que la empresa estaba en buenas manos. Algunos mostraban entusiasmo renovado, otros prudencia extrema.

—Lo que hiciste fue necesario —le dijo uno de ellos, con tono grave—, pero ahora tendrás que demostrar que puedes mantener a flote la compañía después de un escándalo así.

Jonathan lo sabía. Había limpiado el veneno interno, pero el daño a la reputación de la empresa, amplificado por la prensa, ya estaba en curso. Y, para colmo, su nombre y el de Isabella estaban entrelazados en titulares sensacionalistas:

"El CEO y su secretaria: rumores confirmados."
"Escándalo en la empresa: relaciones prohibidas al descubierto."

Jonathan apretó los puños, recordando la grabación de Marcus, sabiendo que esa fue la chispa que incendió los rumores. Lo que más le dolía no era el daño a su imagen pública, sino la manera en que eso arrastraba a Isabella, alguien que no merecía estar en el ojo del huracán.

Isabella: atrapada en las miradas

Ese mismo día, en su oficina, Isabella notó las miradas inquisitivas. Secretarias, asistentes y empleados murmuraban a su paso. Algunos la observaban con curiosidad morbosa, otros con un dejo de desprecio.

Tomó aire, erguida, fingiendo seguridad, pero por dentro sentía la presión hundirle el pecho. No le preocupaba lo que pensaran de ella como profesional, sino el hecho de que todos estaban reduciendo su esfuerzo, su dedicación, a un simple rumor: la secretaria que conquistó al jefe.

Su teléfono vibró: un mensaje de Jonathan.

"¿Estás bien? Podemos hablar después de la jornada."

Ella no contestó de inmediato. Quería decirle que sí, que estaba bien, pero sabía que no era cierto. Se sentía expuesta, como si cada movimiento suyo fuera observado bajo un lente que deformaba la realidad.

El encuentro

Esa noche, Jonathan la esperó en un restaurante discreto, lejos de las cámaras y los curiosos. Cuando Isabella llegó, él se levantó de inmediato, buscó su mirada y le ofreció la mano para guiarla hacia la mesa.

No hicieron falta muchas palabras. Ambos sabían lo que estaba pasando afuera: titulares, especulaciones, comentarios que se propagaban como fuego.

—Lo lamento, Isabella —dijo Jonathan, rompiendo el silencio—. Sé que no elegiste esto. Que tu nombre esté en cada periódico… es lo que más me duele de todo.

Ella lo observó en silencio unos segundos, antes de responder con firmeza:
—Jonathan, no me arrepiento de estar a tu lado. Lo que me duele no son los rumores, sino que ellos reduzcan lo que tenemos a una mentira.

El peso de sus palabras lo hizo respirar más hondo. En ese instante entendió que, pese a la tormenta mediática, había algo que ni Marcus ni la prensa podían tocar: lo que sentían el uno por el otro.

El nuevo reto

Sin embargo, ninguno de los dos podía ignorar lo obvio: su relación estaba ahora en el centro del huracán. La junta directiva ya murmuraba sobre conflictos de interés, y los inversionistas querían garantías de transparencia.

Jonathan tomó la mano de Isabella sobre la mesa.
—Si vamos a seguir adelante, tenemos que decidir cómo enfrentarlo. Ya no somos solo tú y yo… ahora el mundo entero se siente con derecho a opinar sobre lo nuestro.

Isabella asintió. Una mezcla de miedo y determinación brillaba en sus ojos.
—Entonces enfrentémoslo juntos. Pero esta vez, a nuestra manera.

Jonathan sonrió levemente. No importaba cuántas tormentas vinieran, sabía que esa unión era lo que realmente lo hacía fuerte.

Lo que ninguno de los dos sospechaba era que, aunque Marcus había caído públicamente, su sombra aún no se había disipado del todo. Y los hilos que él había movido seguían extendiéndose más allá de lo que imaginaban.



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En el texto hay: jefe, secretaria, amor dificil

Editado: 07.09.2025

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