Entre El Destino Y La Luz

CAPÍTULO 4 “MIVIER”

―Supongo que usted es Viermi, el boticario del pueblo del este, el cual no conocí cuando estuve ahí ―aquella aclaración me hizo congelar, era obvio que estaba a punto de ser descubierto.

Simplemente no me esperaba que Dassy, el hijo de Jovin y nieto de Merse, estuviera fuera de la casa de Laria esperándome. La sola idea de que podría estar sospechando de quien era en verdad, me dejó sin palabras. Por suerte para mí, Laria salió a mi auxilio.

―Deja tus celos Dassy ―demandó Laria mientras yo me sentía confundido ―, es solo un guapo e inteligente boticario que me ha acompañado hasta altas horas de la noche y vino muy temprano a mi hogar para compartir su conocimiento.

Aliviado por saber la verdad de sus sospechas, pude hablar con más calma, aunque algo fastidiado al ver como Laria solo echaba más leña al fuego.

―Tal vez no nos conocimos porque otras "personas" llamaron más su atención, como niños, ancianos o hasta mujeres encantadas por su puesto como caballero del rey ―aproveché la oportunidad para acorralarlo.

―¿Qué? ―Respondió sorprendido y algo nervioso mientras buscaba la mirada de Laria―. No es cierto.

Laria, con una pésima actuación, pero suficiente para un tonto como Dassy, fingió estar ofendida.

―Ya veo por qué tanto interés en irte el día de ayer. Se nota que no soy suficiente para ti, así que buscas a otras mujeres en aldeas lejanas.

―Laria por favor, es mentira, no creas lo que dice este desconocido ―clamó desesperado mientras me señalaba.

Su preocupación era notoria y mostraba cuanto interés romántico tenía hacia Laria. Lo que aclaraba por qué fue nombrado en la conversación con los guardias de la noche en la que fui invocado.

―Este desconocido me hizo compañía tan solo una de mis tantas noches de soledad, justamente en la cual tú ya estabas en el reino y en vez de venir a mi lado, seguro te quedaste con alguna chica de ese pueblo, así que, si me disculpas, el señor Miv..., Viermi, me acompañará al mercado ―por un segundo sentí enfriar mi sangre al escuchar parte de mi verdadero nombre.

Laria pasó al lado de Dassy ignorándolo por completo, para después colocarse frente a mí con una sonrisa burlona.

―¿Nos vamos señor Viermi? ―Al ver la oportunidad de alejarme de ahí, accedí de inmediato.

―Claro señorita Laria.

Dejando a Dassy rabioso, Laria caminaba a mi lado triunfante por lograr su cometido.

―¿Crees que actué bien? ―Me preguntó contenta.

―He visto ratas actuar mejor, pero es suficiente para alguien como él ―respondí algo aliviado de salir de aquella situación.

―¿Así agradeces que te salve? ―Cuestionó mientras ponía sus manos en su cadera en señal de enfado.

―Sí, gracias por darme un enemigo por algo tan patético como estar enamorado ―contesté elevando el tono de mi voz.

―¡Pues búscate otro hogar donde te invoquen y déjame sola! ―Puntualizó gritándome.

Aumentando la velocidad, Laria me dejó en medio del camino hacia el mercado y pensando que el haber pasado lejos de los humanos tanto tiempo ha dejado una marca notable en mi comportamiento.

Rascándome la cabeza ante la molestia que había provocado, me propuse pedirle una disculpa a la manera que lo hacía años atrás..., esperando que funcione a pesar del tiempo.

El pensamiento ante los varios cambios que hubo en mi ausencia, me hacía sentir cierta desesperación y todo aumentaba por cada segundo que pasaba junto a la boticaria.

Llegué a este mundo esperando encontrarme con personas con el mismo pensamiento que los guardias de esa noche, pero alguien como Laria no es a quien esperaba encontrar, conocer por una invocación.

Dudando sobre lo que debía hacer, me adentré al mercado del reino en busca de algunas plantas, flores, panes, huevos y leche.

Al terminar, regresé donde aún creía que era mi refugio, pero antes de siquiera poder llegar a la puerta, me encontré con Laria, que estaba también llegando con compras y puso una expresión de molestia por mi presencia.

Sin duda no era de los mejores recibimientos que he tenido; Jatián lo haría mucho mejor.

Entrando los dos a la casa en absoluto silencio, coloqué todo encima de la mesa. La tensión era muy pesada y hubiera seguido así, si Laria no hubiera iniciado la conversación.

―Te dije que buscaras otro hogar. ¿De dónde has sacado las piezas de plata y oro para comprar? ―Preguntó sin dejar de fruncir el ceño―. ¿Los demonios pueden hacer piezas de oro?

―Se lo quité a Dassy, no creo que se moleste. Los demonios no podemos crear ese tipo de material y menos una tan pura como el oro ―contesté a su pregunta lo más amistoso que pude ―, también traje esto.

Acercándome a ella, extendí mi mano con una azucena. En mi plan de pedir disculpas, me imaginé que Laria haría una expresión cautivante y no una que decía que no entendía por qué le daba una flor.

―Hace sesenta y cinco años, esta flor era la forma de pedir disculpa, espero que aún lo sea y la aceptes por el daño que hice con mis palabras ―una parte de mí viajó al pasado, recordando la primera vez que di una de esas flores, casi por la misma razón.



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Editado: 15.12.2019

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