En cuanto Viermi sospechó lo que le podía pasar si se quedaba, no dudó ni un segundo en salir de la casa y cerrar la puerta tras de él por precaución.
Dejando a Laria muy enojada.
―¡Tarde o temprano tendrás que volver Viermi!
Ellos sin duda tienen una forma muy extraña de ser amigos, pero momentos así son los que siempre me hacen reír.
―¿Qué le vas a hacer cuando vuelva? ―Pregunté con curiosidad mientras seguía riendo levemente.
―Algo que le hará arrepentirse por dejar ir a Laiger―, respondió Laria mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa tétrica.
Al volver a pensar que Laiger se había ido por no querer jugar conmigo, me sentí triste, él deseaba pasar más tiempo peleando y sin mí.
―Él nunca quiere pasar tiempo conmigo, igual que Viermi contigo ―mencioné triste, pensando en lo que había hecho mal para que él no quiera mi compañía.
―El caso de Viermi es especial ―aclaró Laria mientras se hincaba hasta quedar a mi altura y poner sus suaves manos en mi rostro―, siempre es un cascarrabias, pero con Laiger es distinto, tú eres tan linda que el pobre no sabe qué hacer, así que escoge huir.
No creo que Laiger me considere linda, pero en realidad tampoco sabía cómo deben comportarse los niños.
―¿Y qué deben hacer los chicos? ―Pregunté al no entender las palabras de Laria.
―Bueno... ―se tardó unos largos segundos para pensar y luego responderme ―. Deben decirte que eres linda, regalarte flores, que sea al menos una que te guste o llevarte a un campo donde estén llenas de ellas.
Jamás he visto algo así cerca del reino, pero si Laria lo decía era porque lo había visto.
―Eso sería hermoso. ¿Quién hizo eso por ti? ―Pregunté ilusionada por saber quién podría hacer tantas cosas bonitas.
―Viermi, lo enamoré tanto que ahora huye como un niño pequeño ―en cuanto escuché su respuesta, no sabía cómo reaccionar, pues jamás me hubiera esperado tales acciones de parte del boticario.
―O porque lo amenazas con golpearlo ―aclaré al recordar la escena anterior.
―Dejando eso a un lado ―mencionó en un cambio totalmente de tema, creo que era obvia la razón ―, hoy querrás aprender más de botánica. ¿Cierto?
―Sí ―respondí animada.
Aprender de botánica es una de las muchas razones por la cual vengo siempre a casa de Laria, la otra razón es que me siento en familia; desde el primer día, la pareja de boticarios me han tratado como una niña normal y corriente.
Muy diferente a como lo hace todo el reino. Todos saben que soy una de las dos partes de la luz, la niña que tiene el Light Power de color verde, capaz de lograr casi todo lo que quiera.
Todos hacían peticiones simples que ellos mismos podían hacer, otros pedían que dejara de hacerlo porque les dejaba en la ruina a sus negocios, pero Viermi, lo único que me pidió desde el primer segundo que nos conocimos, fue que parara de llorar y sonriera para él.
Aquella vez Viermi nos detuvo a Laiger y a mí cuando discutíamos, pero al verlo tan serio con apariencia de estar enojado, me hizo tenerle tanto miedo que llore de aún más; Laria, quien regañó al serio boticario por asustarme, me abrazaba maternalmente, fue la primera vez que sentía algo tan cálido y sincero, aunque una parte de mí, la comparaba con un recuerdo borroso que me hacía sentir nostálgica.
Dejé de temerle a Viermi con el pasar de los días al verle dedicarme una sonrisa amable de vez en cuando; ahora la que suele darme miedo es Laria, aunque solo cuando se enoja. Cuando se encuentra de buen humor, es muy linda, hasta sería una excelente madre y esposa, si no cocinara tan mal.
Cualquier platillo que prepara sabe horrible, por eso Viermi es quien siempre cocina.
Pasadas algunas horas, tenía la esperanza de que volviera para la hora del almuerzo, pero como no lo hizo, me puse a cocinar yo misma, antes de que Laria lo hiciera; Viermi me enseñó todo tipo de recetas para ocasiones así o como él las nombró.
"Vivir o comer"
Para cuando el sol ya se estaba ocultando, Laria y yo habíamos terminado de experimentar con unas hermosas azucenas.
―Listo, con esto no podrán huir ―reveló Laria algo cansada, pero muy satisfecha con el resultado de nuestro experimento.
―¿Qué es esto? ―Pregunté ya que solo seguí las indicaciones de mi maestra.
―Es una loción, es la esencia del lirio que tiene un aroma muy delicioso, puede cubrir nuestra piel y ropa, sirve para encantar a los hombres y así no puedan escapar ―respondió mientras la acercaba a mí para que pueda olerlo.