―Es una gran estupidez y una mala idea.
Era lo único que podía decir frente a Laiger ante lo que Laria estaba por hacer, arriesgarse a hacer uso del Dark Power frente a una de las dos partes de la luz, era exponerse demasiado y jugar con nuestra suerte.
La noche ya había tenido demasiados imprevistos y como si fuera una especie de regalo hecho por el mismísimo destino, en todos estaba involucrado. El más notorio era el que tenía en frente de mí.
La expresión de Laiger me decía que no tenía ni idea de lo que pasaba, además de que yo le daba miedo. La expresión que tenía, era la segunda vez que me miraba con miedo. Aunque no era tan intenso como fue en el castillo, no deseaba verlo nuevamente sucumbir ante ese terror.
Así que decidí relajarme un poco para poder continuar.
―No importa lo que paso este día, es algo que él no debe olvidar―demandé con autoridad.
―¿Por qué no? ―Preguntó Laria enfadada ―, fue algo horrible para él y para Kaly, son aún niños, no desean ni deben recordar algo relacionado con tu... Con las crueles acciones de los demonios.
―Lo entiendo, pero lastimosamente necesitan recordar todo lo que paso esta noche; son los que conforman la luz ―aclaré con dureza, esta vez era inevitable no recordarles lo que son ―.
Mi intención siempre fue ayudarlos a soportar la carga de su poder, no a evitarlos de forma cobarde.
―Eres el primero en molestarte con todos si no se les trata como niños normales. ¿Y ahora quieres torturarlos? ¿Cuándo podemos ayudarlos?
Aunque sabía que empezábamos a gritar fuertemente y en parte Laria tenía razón. Lo único que me quedaba era ser firme ante mi decisión.
―Les ayudaré como a cualquier niño normal, no con atajos, ya que eso no les ayudará en nada, porque ellos son únicos y merecen un trato a su altura―regañé intentando bajar el tono de mi voz, mostrando tranquilidad, para que así pueda entenderme.
Laria se quedó en silencio ante mis palabras, sabía que era demasiado duro, pero es imposible no ver el destino que ellos debían seguir.
Aunque ahora Laria pueda utilizar el Dark Power, su imprudencia al querer usarlo con los niños me sorprendió de sobremanera.
Sé que su intento de ayudarlo fue porque le conté que alguna vez podríamos revelarles nuestra verdad, pero en definitiva no era el mejor momento, no ahora cuando la guerra empieza a manifestarse y menos cuando él me ve como el monstruo que siempre pensaron que era.
―¿Qué iba a hacer para que olvide? ―Preguntó Laiger confundido.
Me puse algo tenso mientras pensaba en una buena respuesta, hasta que me acerqué a él con lentitud y puse mis manos en sus hombros mientras lo miraba fijamente.
―Es solo una medicina que hace olvidar los recuerdos recientes ―respondí rogando que me creyera.
Laiger estiró su pequeña mano y con una expresión casi de enfado y súplica, exigió la medicina.
―Dámelo, quiero olvidar.
Baje su mano rápidamente y lo mire a los ojos lo más serio y compasivo que me era posible.
―Necesitas recordar ―le ordené. Aunque sonaba cruel por mi parte, tenía que impedir que huyera.
―¡No! ―Negó ferozmente mientras intentaba alejarse de mí. ―Quiero olvidar, ese demonio es demasiado aterrador, no dudo ni un instante al querer matarme.
Laiger cerró los ojos mientras negaba con la cabeza varias veces. Me dolía saber que yo le había causado tanto terror. Antes de poder detenerlo, enfoco su mirada cristalina en mí.
―Por mi descuido, ese demonio mató a un hombre; hice infeliz a una familia dejándolo sin su padre y esposo. Soy un inútil con mi poder, ni siquiera pude detener a ese otro demonio que .... que....
Estaba atento a cada palabra, pero al escuchar que se detenía, pregunté para que dejara salir aquello que le atormentaba.
―¡¿Qué?!
Laiger empezó a respirar agitadamente mientras más lágrimas caían por sus pequeñas mejillas. El enojo aumentaba dentro de él para luego ser expulsado en un grito de terror y desesperación.
―¡QUE CASI PIERDO A KALY PARA SIEMPRE!
Lentamente empezó a desmayarse conforme su voz disminuía y sus lágrimas cesaban de caer de sus mejillas. Antes de que pueda caer sobre el suelo, lo sujete entre mis brazos y lo levante.
Lo cargué entre mis brazos, cosa que le hubiera molestado, pero en vez de ello, se acomodó con tal necesidad de mi cercanía, que me sentí enternecido al volverlo a ver como a un niño que había despertado tras una pesadilla.
Me era increíble pensar que ahora más que nunca necesitaba mi cercanía para darle seguridad, sin siquiera sospechar que yo mismo le había causado tal terror.
Lo llevé al cuarto donde había estado Kaly durmiendo, me sorprendió verla también llorando. Luego recordé que era algo obvio, por la unión que compartían ambos pequeños.