Después de sorprender a Laria y a Kaly con los ramos de lirios amarillos, que saque por un portal de las lejanías del reino; mire con emoción el turno de Laiger, el cual estaba muy nervioso.
Estaba congelado y estático, algo que hizo poner demasiado triste a Kaly, así que, para hacerle reaccionar. Le di un pequeño empujón para que despertara y se diera cuenta de lo que causaba.
Laiger se puso más rojo de lo que ya estaba al verse de frente a su persona importante y que ella estuviera a poco de llorar. Nerviosamente estiró sus manos con un pañuelo blanco sin poder decir una sola palabra.
―Mira lo que está adentro ―le dije a la pequeña que estaba confundida al ver la tela.
Soltando el vestido de su protectora, Kaly se acercó y empezó a abrir el pañuelo lentamente en las manos de Laiger. Cuando por fin fue descubierto el regalo, la pequeña llorona dejó salir un corto grito de emoción que ahogó con sus manos tapándose la boca casi de inmediato.
A simple vista parecía una delicada cadena con una placa en la mitad, la cual estaba perfectamente hecha, pero lo realmente hermoso era lo que Laiger aún no podía expresar con libertad, aunque lo sentía por ella, ahora estaba escrito en la placa sin darle a la posibilidad de negar ese sentimiento.
"TE QUIERO"
Aprovechando el asombro que había dejado inmóvil y sin palabras a Kaly, Laiger continuó con lo que le había dicho que debía hacer y hasta practicó en el camino con un palo y una sandía.
―¿Me – me permites ponértelo?
La pequeña apenas podía creer que su compañero por fin atinó a un regalo que no sea baboso o muy improvisado. Sin poder aceptar con palabras, Kaly solo afirmó con la cabeza, para luego darse la vuelta y levantar su largo cabello castaño; dándole más facilidad a su pequeño "tomate" para realizar el romántico acto.
Tras algunos roses tímidos y torpes, por fin se lo puso; el pequeño tomate solo sonreía nervioso, mientras que mi pequeña boticaria no paraba de mirar su collar y pasar sus dedos por las palabras inscritas. Sin duda estaba más que encantada por el regalo.
Aquella escena tenía muy emocionada a Laria, verla así, me hacía feliz a mí también, sentimiento que pensé que no podría volver a sentir cuando reviví en el mundo humano. Aprovechando el momento, cogí su mano y lentamente la empecé a acariciar. En ese instante pude apreciar mejor la suavidad que había conseguido con su conocimiento en su campo.
Mi contacto llamó su atención, al cruzar la mirada, simplemente no me pude resistir. Su sonrisa de emoción, sus ojos brillantes y esa calidez que me brindaba su contacto y su presencia me impulsaron. Sin darle tiempo a reaccionar, me acerqué a ella y le di un corto beso en los labios.
Cuando me di cuenta de lo que estaba hecho, me alejé de ella algo apenado mientras sonreía como un to.
―Gracias por estar un año más, mi lirio.
Laiger y Laria estaban asombrados, sin duda ser así de expresivo no era mi estilo o más bien dicho, no era habitual en mí.
Laria estaba muy sonrojada, mi acción la dejó estática, pero su mirada era la misma que hubiera tenido al verme en el espejo; era como si tratara de reconocer a un completo desconocido.
Me sentía extrañamente nostálgico ante mi acción, el cual prácticamente fue guiado por el momento que había visto.
―Saldré a hacer las compras para la cena ―indiqué tratando de dar la mejor excusa que se me ocurrió.
Realmente me sentía extraño, no encontraba una respuesta para lo que hice, mucho menos para las posibles preguntas que me haría Laria al llegar; hasta para mí mismo, yo era un desconocido en estos momentos. El tiempo y la compañía me habían convertido en un Mivier diferente.
Todo lo sucedido tenía mi atención, durante las compras estaba tan distraído que varias vendedoras lo notaron, incluso algunos ladrones quisieron aprovecharse de ello, cosa que no ocurrió, ya que los detuve con facilidad y los entregué a los guardias del reino que justamente pasaban por allí; lastimosamente también me encontré con Lucar.
―Pensé que no estarías por el reino Viermi ―Aquel niño se había vuelto más odioso y arrogante desde que el rey le dispuso poder sobre algunas cosas y una escolta personal; se había vuelto alguien de temer para muchos pobladores.
―Pude volver antes de lo planeado. Me retiro, estoy haciendo las compras para la cena.
―Presunto dueño del mercado y amo de casa ―habló con su odioso tono de voz―, deberías conseguirte una mujer de verdad y no esa remedo de médico que miente al decir que es una boticaria.