HOLA A TODOS LOS LECTORES
DE ANTEMANO LES EXPLICO QUE NUNCA HABÍA REALIZADO UNA OBRA DE ÉSTE GÉNERO, POR ESO LES SUPLICO TENGAN PACIENCIA Y ESPERO LES GUSTE
ESA MIRADA
Era un día como cualquier otro para Samantha, eran las cinco y daba su paseo diario por el parque, de repente se topó con alguien frente a ella, era un joven alto, sexy y tenía unos ojos color pardo y una mirada que la estremecía, se quedó inmóvil mientras él la miraba curioso de arriba hacia abajo.
—Hola, me llamo Stiven y le tendió la mano.
—Hola, mi nombre es Samantha —respondió y atrapó su mano.
Los dos jóvenes sintieron un escalofrío recorrer su cuerpo y ojos que los observaban, sin embargo, ellos se encontraban solos; al final soltaron sus manos temblorosas que no se querían calmar, tras eso se despidieron y se fueron.
En su mente quedó ese extraño momento que los llenaba de temor y no paraban de darle vueltas a lo mismo; sin embargo, no era sólo eso, ella se perdía en el recuerdo de su mirada, esa que la elevaba y la hacía desaparecer del mundo.
Tres golpes sonaron en la puerta, era su madre que la llamaba a comer, seguidamente bajó y la calidez que siempre se sentía la hizo olvidar por un momento lo que había ocurrido horas antes
A la mañana siguiente se levantó, se arregló y se dirigió al colegio que le quedaba a unas cuadras de su casa; los estudiantes llegaban y entonces Lizy y Rosa se acercaron a Samantha e ingresaron juntas a su aula.
Ese día el director se demoró un poco más de lo usual, pasados unos minutos ingresó.
—Buenos días alumnos, hoy tenemos un nuevo estudiante.
El joven de la tarde anterior ingresó y posó sus ojos sobre Samantha.
—Me llamó Stiven Lange y a partir de hoy seré su compañero —y esbozó una sonrisa, el único puesto libre que había era uno al lado de Samantha y fue a sentarse.
Durante el transcurso del día todo estuvo como siempre las clases, el descanso, no habían hablado; al finalizar el tiempo de clases ella se dirigió a una librería que no estaba muy lejos del colegio y sin darse cuenta se le acercó Stiven, se saludaron y él la siguió.
Pero cuando la librería estaba a unos cuantos pasos, se escuchó un estruendo proveniente de allí, los jóvenes sintieron que un viento frío los recorría y con cada paso que daban era como si alguien los partiera por la mitad, estaban temblando y se sentían como hormigas acorraladas por algo que podía jugar con todo a su antojo.
Al final lograron dar los pasos dolorosos que los carcomían, pero hubieran preferido no acercarse a ese lugar ya que al ingresar a la librería se encontraron con algo que no olvidarían.
Editado: 01.10.2018