Entre el hábito y el amor

Ep. 3: Un matrimonio perfecto

Duquesa Hellen, bienvenida. – Saludó algo apresurado el rey.

Gracias por aceptar la reunión a pesar de las circunstancias, su majestad. Siento mucho si le quito tiempo valioso.

No hay de qué disculparse, vienes de tan lejos, sé que no lo hubieras hecho si no fuese algo importante.

Efectivamente. - Hellen sonrió, miró al suelo mientras apretaba los labios. Con una mirada llena de felicidad continuó. – Vine para agradecerle por toda su ayuda estos años, sin Ud. no sé qué hubiera sido de mí.

¿Por qué dices todo esto de pronto? – preguntó Harold calmado y curioso.

Hellen no pudo contener su sonrisa, abrió la boca para responderle pero le ganó una risa ansiosa; la cual Harold imitó por cortesía. Cuando se calmó pudo finalmente decirle el motivo.

Voy a casarme pronto, ya no será necesario que siga ayudándome económicamente. No quisiera tomar mayor ventaja de su amabilidad conmigo.

Harold estuvo muy sorprendido al oír esto, era una noticia increíble en el sentido de que era difícil de siquiera pensar que sucediera, ¿volver a casarse a los 35 años? Jamás ninguna mujer lo había hecho, no porque no estuviera permitido sino porque todas se casaban jóvenes, los 35 ya se consideraba demasiado tarde; no muy atractivo para aquellos hombres que buscaban una pareja con proyección a tener familia. Aunque, de todas formas desde su juventud ya se la señalaba por la incapacidad de tener familia.

F-Felicidades por su nuevo matrimonio. Es bastante, inesperada esta noticia. Me alegro. – Dijo Harold aún impactado por la noticia.

Muchas gracias. Puesto que me casaré pienso que lo correcto es agradecerle por todo el tiempo que me ha ayudado y comunicarle que ya no será necesario.

Entiendo. Si es tu deseo, lo respetaré. Te deseo mucha suerte y felicidad. – Harold conscientemente iba a terminar su respuesta en este punto pero luego pensó "¿Y si es dejada sola nuevamente?" por lo que añadió. - Si vuelves a necesitar ayuda en un futuro, puedes contar conmigo...

Hellen comprendió el trasfondo de sus palabras, le incomodó y removió malestares del pasado, sin embargo, su felicidad actual hizo que le restara importancia. Además, entendía en cierto punto la preocupación de Harold y pensó que debía aclararlo.

No hará falta, conocí a un hombre muy bueno. Es un noble extranjero que hace unos meses se mudó aquí, había quedado viudo y quiso empezar una nueva vida muy lejos. Tiene dos hijos pequeños, por lo que... podré tener una familia al fin.

Al oír esto Harold se arrepintió de sus últimas palabras, sin embargo, oírlo también era tranquilizante. En el fondo él sentía culpa de lo sucedido, jamás pudieron determinar a ciencia cierta quién fue el responsable original. Uno de los fines del matrimonio era la procreación de hijos y desarrollo de la familia, infertilidad fue el motivo de la anulación de su matrimonio, no obstante, al casarse con Letizia también hubo dificultades para tener hijos, él requirió un tratamiento de un par de meses para conseguirlo. Harold siempre se cuestionaba ¿Si hubiera intentado ese tratamiento con Hellen hubiera funcionado? Hellen nunca pudo rehacer su vida luego de esto, incluso su propia familia poco a poco le dio la espalda y abandonó. Producto de esta incertidumbre e injustas circunstancias, Harold decidió ayudarla; no estaba enamorado pero sí la apreció en su momento.

Ya veo, me alegro mucho por ti.

Gracias. – Dijo Hellen una última vez mientras sujetaba un objeto. – Por favor, acepte este regalo como muestra de mi profundo agradecimiento.

Harold recibió el regalo aún envuelto y agradeció. Platicaron un poco sobre la situación del príncipe y Hellen le dio palabras de aliento, luego volvieron al tema de su matrimonio y finalmente cuando no hubo más que decir ambos se despidieron. Hellen se retiró sonriente y con un aura encantadora.

"Se ve muy feliz, me alegro por ella" pensó Harold.

A pesar de ser sincero en sus pensamientos también tenía envidia, envidia de una vida matrimonial feliz. Suspiró con fuerza, como si toda su alma se fuera en ello, se sentó y recostó la cabeza en el respaldar de la silla, luego pensó fugazmente en como hubiera sido su vida si se hubiera quedado con Hellen, enfocó la vista en el techo, sonrió tristemente y luego se dijo.

Quizá no hubiera sido distinto.

Vio el reloj, 11:30 am. Había prometido a Thomas que comerían juntos hoy, por supuesto, en su habitación, se levantó de golpe y caminó apresurado.

* * * *

Mientras Hellen se retiraba sonriente del lugar, Gisselle, la criada de Letizia, observaba con atención. Le fue imposible saber qué conversaron debido a que se realizó en estricta privacidad y hubieron guardias cerca. Gisselle estuvo muy preocupada, recibiría un gran regaño de la reina si no conseguía nada de información. De pronto vio como el rey se retiraba apresuradamente, agacho la cabeza y saludó mientras él pasaba; pudo observar de reojo que llevaba un regalo en sus manos. Fue de inmediato donde Letizia a contarle lo que había visto.

¿Un regalo dices?

Sí, no era muy grande pero claramente se lo ha de haber entregado ella.

Hmph.... ¿Un regalo en medio de esta tormenta? ¿Para... subirle el ánimo? ¿vino de tan lejos para eso?

No podemos saberlo, su majestad. Me fue imposible oír algo.

Ya veré de qué regalo se trata. Continúa con tus labores Gissele.

Sí.

Letizia estaba incómoda, su lado racional la llevó a pensar "¿Debería preocuparme de más? Después de todo no ha traído mujeres desde hace más de un año." Intentó calmarse, pero las emociones volvieron a tomar control, no permitiría que se le fuera de las manos otra vez, odiaba no tener el control sobre esto. Menos ahora que las cosas entre ellos parecían haberse alivianado.

** * *

¿Dormiremos juntos otra vez hoy? – Preguntó Thomas mientras se llevaba a la boca la última cucharada de comida




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